Historias de Tucumán | Caso real.
El conductor Ronnie Arias compartió con su audiencia de La Cien radio una historia real que atormentó a los tucumanos en la década de los sesenta. Se trata del caso del asesino serial Florencio Roque Fernández, un asesino serial que cometió sus crímenes en Monteros. “¿Qué pasa cuando un pequeño niño, enfermo de psicosis, se cree la historia y se convierte en vampiro? Estamos en San Miguel de Tucumán, en 1960 (en realidad, 1950). Por las noches, el calor se hace insoportable… Las mujeres jóvenes hacen sus ventanas para dejar entrar la brisa”, planteó en un pasaje de su relato.
La historia de Fernández fue rescatada en otras ocasiones. El periodista Daniel Santa Cruz, escribió recientemente una crónica para La Nación sobre la vida de este asesino tucumano y José Luis Cutello, periodista y crítico literario, narró sobre él en la recopilación “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Historias de criminales”, sobre las vidas de asesinos seriales de Argentina.
“La siguiente es una historia de sangre, locura y muerte. Sucedió en lo que conocemos como el Jardín de la República, me refiero a la provincia de Tucumán. Fue en la década del 60”, contó en el arranque de la historia. “Pero claro… ¿Qué pasa cuando un pequeño niño, enfermo de psicosis, se cree la historia y se convierte en vampiro? Estamos en San Miguel de Tucumán, en 1960. Por las noches, el calor se hace insoportable… Las mujeres jóvenes hacen sus ventanas para dejar entrar la brisa”, continuó.
En otro pasaje, Arias recordó: “Era un psicótico que sufría de fotofobia, gente que no puede soportar la luz. De chiquito, la familia había descubierto que no estaba bien e igualmente no lo trató. A los 15 ya se había comido un gato y una ardilla”.
Sobre “El Vampiro Argentino”
Florencio Roque Fernández nació en 1935, en Monteros. En la década de 1950, según consigna Wikipedia, asesinó a alrededor de 15 mujeres en su ciudad natal. Las crónicas de la época lo bautizaron como “El Vampiro Argentino” o “el Vampiro de la Ventana”, por cómo abordaba a sus víctimas.
Se sospecha que Fernández padecía de esquizofrenia u otro desorden mental que le provocaba delirios y alucinaciones. Él creía que, en realidad, era un vampiro e incluso sufría fotofobia (fobia a la luz solar). Y así, atacaba a sus víctimas. El sujeto seguía a la víctima elegida –siempre mujer- durante días. Cuando por fin la encontraba sola en casa, atacaba: se metía por la ventana, la golpeaba y la mordía para beber su sangre. Finalmente, la mujer moría desangrada.
“En 1953, año en el que comete su primer crimen, aprovechando una ventana abierta en una noche de calor, ingresó a una casa y golpeó con un garrote a la mujer que allí vivía. Una vez inconsciente la víctima, la mordió en el cuello. Un mes tardó en producirse la segunda víctima, a la que le destrozó la tráquea a dentelladas. Las muertes se fueron sumando y con ellas la paranoia que hacía a la gente ver al vampiro volando de noche por sobre Monteros”. Entre 1953 y 1960 fueron 15 los asesinatos y en ellos no había distinción de clase social”, indica el blog Efemérides Tucumanas.
El asesino serial tucumano, según consigna Wikipedia, fue detenido el 14 de febrero de 1960 a la edad de 25 años. No opuso resistencia al arresto, al menos no hasta que la policía lo hizo salir a la luz del sol. Las autoridades lo declararon inimputable y murió algunos años después, en 1968, en un manicomio.