Los animales van muriendo lentamente, se ahogan de a poco, sin chance de ser salvados. Emiten un quejido que a duras penas algún poblador escucha. Es tarde cuando alguien los ve. No hay nada que hacer. Han caído en la trampa del falso vergel, del oasis que no es. Una trampa mortal, que tiene la forma de una gran asequia. Un acueducto repavimentado, que traslada agua para las poblaciones y la producción. Pero que al mismo tiempo opera como un callejón sin salida e implacable.
Las imágenes, viralizadas por activistas ambientales, duelen. Al menos tres osos hormigueros agonizan, ahogados en la compuerta de un canal que atraviesa Santiago del Estero. Otros dos ya están muertos. También hay un perro ahogado. La cámara se mueve y muestra la sequía de la tierra, la extensión infinita del canal, que recorre 280 kilómetros de noreste a sureste, en esa provincia. Se convirtió en una trampa mortal para los animales silvestres que bajaron a tomar agua o quisieron cruzarlo.
Si bien el canal no es nuevo, ya que existe desde los años 70, hace dos meses la provincia lo reencauzó y trasladó dos metros más allá de su ubicación original, donde le construyó un lecho de cemento, más profundo y con paredes más altas. El inicio de la obra se anunció con toda la pompa y hasta estuvieron presentes el presidente Alberto Fernández y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, junto al gobernador Gerardo Zamora, en marzo de 2021. Las obras tardaron más de dos años y se presentaron como un enorme avance que llevaría agua a poblaciones aisladas entre Amamá y Quimilí, y de allí a Tintina, a través del monte.
Sin embargo, cuando se construyó el nuevo canal no se hicieron vías de escape para los animales, que, desde que empezó a transportar agua, se acercan a beber –como lo hacían en el canal anterior– y caen. Una vez en el agua, son arrastrados por la corriente hasta que terminan ahogándose, sin posibilidad de trepar y salir, ya que no hay escalinatas en los bordes. Tampoco se hicieron represas a los costados para que los animales vayan a tomar agua allí, sin necesidad de bajar hasta el canal.
Al construir el canal no se asumió lo que muchos pobladores estaban diciendo: se necesita agua para las poblaciones pero abrir espejos de agua en zonas de seca prolongada es como un imán para las animales silvestres, que avanzan hacia una trampa de la que no suelen tener escapatoria. Pobladores locales y ONGs de la zona ahora plantean que no se midió el costo ambiental y la amenaza que sería este proyecto para la biodiversidad. No hubo pronunciamientos oficiales hasta el momento.
“Acá nadie hace nada. En nombre de un falso progreso, nadie se acordó de que los animales que habitan la zona salieron como locos disparados hacia el agua. Aca si se ve agua, cualquier va y se tira de cabeza, pero ¿quién arregla este desastre? ¿Quién se acuerda de parar esta locura?”, dice Javier, un poblador que tomó imágenes.