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¿Se animará por fin Alberto Fernández a agarrar la lapicera?

Si fuera por la fuerza de las circunstancias o por la contra del cristinismo no cambia mucho la situación.

alberto cristina
Alberto Fernández - Cristina Kirchner
Descacharreo

No bien se ubicó en su nueva banca de diputado raso, Máximo Kirchner apretó el botón negativo. Era lo que minutos antes había acordado con su madre que iba a hacer: romper el bloque y votar contra Alberto Fernández. Si quedaba alguna duda sobre la posición de Cristina Kirchner, ella se encargó de aclararla en el video que subió apenas horas después y en el que se victimiza por las pedradas de un grupo de ultra izquierda contra su despacho.

maximo kirchner
Máximo Kirchner

Tan guionado y editado como el audio de Fernanda Vallejos luego de la derrota en las PASO, cuando acusó a Alberto Fernández de mequetrefe y okupa anticipando una cadena de renuncias en el gabinete. Alberto Fernández no quiso o no pudo resistir aquel apriete, pero ahora, cosa rara, disputa con Cristina Kirchner. Si había algo con lo que había mostrado coherencia era hacer cualquier cosa menos pelear en serio con ella.

Fumigación y Limpieza

Un consejo que le repite la más influyente entre quienes más lo influyen, Vilma Ibarra, que sufre el síndrome Chacho Alvarez: pánico a que la renuncia de la vice arrastre al gobierno de Fernández como la del Chacho arrastró al de De la Rúa. El oficialismo se encuentra en el Congreso con una situación medio incomprensible: ya no hay escribanía. Alberto Fernández pudo sacar el acuerdo con el FMI a flote y evitó la catástrofe.

Movilidad Urbana

Pero entre negativos y abstenciones, Cristina y Máximo juntaron 41 votos, un tercio del bloque, más de lo que esperaba. Un dato. Otro dato: Alberto Fernández tuvo que negociar con la oposición, aunque haya sido por la fuerza. Les había mandado con Guzmán un proyecto cazabobos muy para bobos: querían que aprobaran el endeudamiento y también se hicieran cargo del ajuste que se viene. Si pasaba, pasaba. No pasó.

Alberto Fernández reculó. Quizás no tenga más remedio que gobernar este año y medio largo que le queda buscando acuerdos. La oposición, agradecida: la jugada infantil la salvó de votar dividida. En el gobierno buscan cargarle toda la factura a Guzmán, que ha demostrado tener menos cintura política que Parrilli. Pero tienen un problema: los proyectos llevan la firma de Fernández.

Es posible que el presidente se sienta fortalecido. Le ha contado las costillas a Cristina Kirchner y va por el arreglo con el Fondo con ella en contra en el Senado, que es como querer decir: finalmente agarré la lapicera. Pero, se sabe, con Alberto Fernández hay mucho para ver y después creer. En medio del lío por la deuda y con Putin revoleando terror y precios por el mundo, entró en campaña y lanzó su reelección.

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