Tafí del Valle es uno de los lugares más lindos del país, con paisajes que atraen a miles durante todo el año, es el punto más visitado de toda la provincia.
Ahí vive y trabaja la arquitecta Lucía Kirschbaum, de 75 años de edad y con una larga trayectoria en su profesión que hace algo unos años dio giro cuando empezó a diseñar casa adaptadas especialmente a las condiciones climáticas particulares de la zona.
Tafí, emplaza a más de 2000 metros de altura sobre el nivel del mar, tiene una gran amplitud térmica donde las diferencia de temperatura entre las siestas y las noches es muy importante, con un verano húmedo y un invierno seco, la arquitecta considera necesario tomar recaudos a la hora de construir allí.
“Cuando iba de paseo a Tafí, criticaba a mis colegas por la arquitectura que hacían en el lugar que era del tipo californiana con techos de tejas, la típica construcción de chalets que se ven en la provincia de Buenos Aires. Me preguntaba por qué no le copiaban la manera de construir al lugareño, que lo hacía de manera muy agradable, pensando en el clima y en el paisaje”, recordó en una entrevista con el diario La Nación.
Hace 25 años que su esposo le regaló un terreno en Tafí del Valle: “Me hice mi casa como creo que debe ser una casa en la zona”, comentó Kirschbaum sobre la vivienda construida con adobe y techo de paja.
“La gente de la zona me empezó a llamar porque querían una igual y hace 25 años empecé a hacer casas de ese estilo”, contó la arquitecta que desde entonces lleva hechas más de 180 casa con ese estilo.
La arquitecta se recibió en la universidad Nacional de Tucumán (UNT), y luego estuvo asociada con el reconocido arquitecto Leonardo Combes y juntos construyeron más de 200 viviendas y 15 edificios de altura hasta que en 1995 decidió darle un giro a su carrera y trasladarse a Tafí.
“Soñaba con descansar y comenzaron mis años más agitados como arquitecta”, dijo y reveló que entonces abocó a una arquitectura integrada al paisaje y a los métodos ancestrales de construcción en los valles: paredes de adobe, techos de paja con caña hueca, mucha madera y piedra, vigas de quebracho y eucaliptos: “En un lugar tan bello, como es Tafí, las casas tienen que pasar desapercibidas y se tiene que priorizar el paisaje”.
Para la arquitecta, el adobe funciona como aislante sonoro y térmico, además tienen que ser de techos bajos, aberturas chicas, y la orientación hacia el Norte. Para los techos se usan chapas pintadas de negro o marrón para que se confunda con el paisaje, se prefieren tonos oscuros para que absorba el calor, los techos se completan con madera, de pino, eucalipto redondo o quebracho. Además, se requiere aislación de lana de vidrio.
Para calefaccionar se usan estufas a leña como salamandras para la cocina comedor -que se construyen integradas- y calefacción eléctrica, para habitaciones y baño.
Sus construcciones suelen ser en promedio de unos 180 metros cuadrados. “Trato de hacer tres dormitorios como máximo”, explicó.
Actualmente, Kirschbaum sigue trabajando. Ahora lo hace con su hija, María Fajre, también arquitecta: “Ella hace ese tipo de casas todavía más rústicas”.
“Y yo acá estoy, siempre a punto de retirarme, pero la gente me sigue llamando”, concluyó.
