La gestión de la economía argentina tiene una larga historia en materia de “toma y daca” y en los últimos años el esquema ganó espacio ante la persistente falta de dólares que tiene el Estado que, por motivos esencialmente antinflacionarios, transita con frecuencia los esquemas de atraso cambiario. Con la gestión de Sergio Massa como ministro de Economía, un hábil y avezado político, esa táctica gana espacio y le pone el sello a su gestión.
El caso más conocido es el del dólar soja con el que Massa dispone una primera versión y devaluación sectorial subiendo el precio de $ 140 a $ 200 y permitiéndole al Estado comprar más de US$ 7.000 millones por la liquidación de granos almacenados que esperaban un dólar más alto que finalmente les llegó. El kirchnerismo evitó patalear por el temor híper inflacionario que genera la falta total de dólares a cualquier gobierno en la Argentina bimonetaria.
En una de sus ocurrencias, el Secretario de Desarrollo Productivo, Ignacio De Mendiguen, graficó por radio la situación: “Cuando no tenés reservas, un arbolito de la calle Florida te puede provocar una corrida”. El Gobierno, y muy especialmente la vicepresidenta Cristina Kirchner que habló en varias ocasiones del tema, tiene claro que la escasez de divisas será una constante en el caso de persistir en su decisión de evitar una devaluación lisa y llana del peso.
Como los dólares no le alcanzaron, además de postergar el pago de importaciones que ya acumularía una deuda superior a los US$ 9.000 millones, el Gobierno dispuso un dólar soja 2 cuyo resultado está siendo más discutido. La propuesta del ministro fue darle un dólar de $ 230 (salto del de 37,5% que implicó una devaluación sectorial de 27,3%) a cambio de que la exportación agroindustrial liquide US$ 3.000 millones.
En el dólar soja 1 la liquidación superó las expectativas, en el 2 resulta 66% inferior a la del 1 (totalmente previsible) pero viene algo ralentizada. El limón exprimido ya no da tanto jugo y menos frente a la expectativa de una campaña agrícola 2022-23 muy comprometida por la sequía. El presidente Alberto Fernández afirmó en un reportaje a Perfil que “estamos trabajando para que el mercado cambiario se unifique y queremos llegar a ese objetivo”.
Si bien no definió el plazo, el camino que transita Economía no permite visualizar cuándo ni cómo. Probablemente Sergio Massa mantenga su apuesta firme a un blanqueo de los supuestamente US$ 100.000 millones depositados en los Estados Unidos. Y a que eso genere una catarata de dólares que le permita devaluar como parte esencial de un plan de estabilización.
Con un respaldo político de todo el Gobierno que tiene funcionarios que en voz baja dicen que perderán las elecciones al calor de una inflación del 100% anual. Con cepo y algunos dólares más en las reservas del BCRA, Massa avanza en su plan 4% de inflación en abril en base a acuerdos sectoriales con el mensaje a los empresarios de “vos mantené más o menos los precios para el verano y yo prometo darte dólares a precio oficial para que puedas pagar tus importaciones”.
En ese marco, cabe preguntarse: ¿Habrá algún empresario que se resista? Una idea de la intensidad que Sergio Massa busca imponerle al esquema fue que sólo dos horas antes del partido de ayer martes de la Selección Argentina con Croacia en el Mundial de Qatar, el Ministerio de Economía anunció formalmente un acuerdo de precios con las empresas productoras de insumos industriales básicos.
Este cepo a los precios con subas del orden del 4% mensual por el verano se debería corresponder con un dólar oficial aumentando también al 4% mensual. Con el riesgo de atrasar más a un tipo de cambio que ya está 25% atrasado. El dólar administrado le dio paso a la intensificación de la administración de los precios y el toma y daca se impone con un Sergio Massa protagonista en el manejo de los fondos públicos y la política.
