Hace un año, la sobrina de José Alperovich, ex gobernador de Tucumán y actual senador con licencia, lo denunció por violencia sexual, física y psicológica. Lo hizo tanto en Tucumán como en la Ciudad de Buenos Aires y hasta el momento todavía no se definió la competencia en ninguna de las causas.
“Sigo esperando, día a día, respuestas, investigaciones serias, medidas, justicia. Y mientras espero, acumulo demoras poco profesionales. Y mientras acumulo esas demoras miro a mi alrededor y advierto que ni el horror que me tocó vivir, ni los infiernos que atraviesan miles de mujeres y niñas son suficientes para que traten las causas con la responsabilidad y debida diligencia que merecen. Me alerta y me asusta, porque nos están matando. Me paraliza el hecho de que para este sistema, que nos “representa” y nos “protege”, la muerte no signifique un límite sino más bien una constante. ¿Acaso la muerte no es un límite?”, dice la denunciante.
La sobrina del ex gobernador cuenta que cuando se animó a denunciarlo “sentí que era una lucha entre la vida y la muerte que ocasiona el silencio, como una enfermedad terminal. Elegí la vida. Estar bien después de vivir experiencias traumáticas es un trabajo diario y minucioso por lo que hoy, ante todo, celebro la determinación de denunciar y respeto profundamente mi proceso y mis avances. Una mujer que descubrió su voz sabe que el silencio es asfixia y lucha por no volver nunca más a esos lugares de oscuridad y dolor. Recuperarse es difícil, no es estable ni constante. Tampoco hay una fórmula mágica”.
Además relató las trabas que hay en la Justicia para una denunciante y más, cuando está denunciando a alguien con poder político. “Denuncié penalmente a José Alperovich por hechos de violencia sexual, física y psicológica contra mi persona, ocurridos tanto en Buenos Aires como en Tucumán desde diciembre de 2017 hasta mayo de 2019. Al día de la fecha mi causa aún no tiene definida su competencia, cabe aclarar que las denuncias son distintas por eso su asentamiento en cada jurisdicción según corresponda. En ese marco, asistí a dos instancias de ratificación en las que declaré 4hs ante la fiscala Reuter y el juez Maggio en Tucumán y 5hs en Buenos Aires ante el juez Rappa, seguido a ello me puse a entera disposición de la Justicia para avanzar según me requieran. Tras caratular las causas se determinó el inicio de las investigaciones correspondientes en cada juzgado con plazos determinados hasta tanto la Corte Suprema de la Nación decidiera sobre el asunto de la competencia, ante el impedimento de los jueces a cargo en instancias anteriores de definir donde sería tratada mi causa.”, escribió la mujer que sufrió la violencia durante un año y medio.
En cuanto a la denuncia en Tucumán, la mujer contó que “la investigación nunca estuvo ligada a la cronología de lo hechos que denuncié”. “La Justicia se dedicó a indagar a los testigos de la defensa sobre cuestiones vinculadas a la supuesta conspiración política que intentó instalar José Alperovich, que en además solo se pronunció públicamente para ampliar sus licencias en el Senado y mentir que la causa avanzaba a su favor”.
En cuanto a la causa en Buenos Aires, “estimo que la investigación está dada acorde a lo declarado ya que al menos allí acudí a una instancia de inspección ocular ordenada por el juez en el lugar de los hechos. Sin embargo, no cuento con mayor información ni tengo acceso a los detalles de la causa. Sumado a ese desalentador panorama general y atravesado por una pandemia que sirvió de excusa para detenerse aún más, recibí como última novedad la noticia de la suspensión de los plazos de las investigaciones judiciales en Tucumán hasta tanto la Corte Suprema de la Nación se expidiera respecto al asunto de la jurisdicción”.
“El tiempo nos apremia, los abusadores siguen respondiendo igual, la política sigue respondiendo igual, la Justicia sigue respondiendo igual, en este marco de indiferencia las mujeres No podemos responder igual, seguimos lamentando atropellos, abusos y asesinatos”, sostiene la mujer.
Para finalizar, la denunciante agrega:”¡Aquí estoy! Ha pasado un año, e insisto porque estoy acá. Por las que callan, por las que no y no fueron escuchadas, por las que aun muertas no encuentran un límite a la violencia, a la exposición y vulneración a la que nos enfrentamos a diario, porque ya es tarde, porque ya no sirve, porque ya no están. Porque la muerte no es un límite. El Estado es responsable“.