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Siguen los traslados ilegales en el Bermejo, pese a la tragedia y al cierre de fronteras

Imágenes que muestran que en la frontera con Bolivia el tránsito clandestino de personas y mercadería no cede. “Arriesgamos la vida para no morir de hambre”, argumentan los dueños de los gomones. Cómo operan las redes de contrabando.

gomones frontera
El tránsito ilegal de personas continuó desde la tragedia. (Foto: TN.com.ar).
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En Aguas Blancas, gendarmes y balseros clandestinos juegan al gato y al ratón entre una frondosa maleza y el barro que deja las crecidas del río Bermejo. La actividad de los gomones es ilegal en la Argentina y también lo es en Bolivia. Sin embargo los controles son más benévolos en el país vecino, donde las autoridades se ven obligadas a entablar negociaciones con los dueños de las precarias embarcaciones: están organizados, se hicieron fuertes en ambas orillas y están dispuestos a todo para defender su única fuente de trabajo.

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Se estima que 4 mil personas por día se aventuran al río revuelto y se arriesgan a perder la mercadería en manos de los uniformados. También, la vida. Las tormentas de los últimos meses hicieron aún más audaz el paso. El 3 de marzo, una rama pinchó la cubierta de una las embarcaciones artesanales. Al menos dos personas murieron y hay aún desaparecidos, entre ellos, niños.

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Pese a la tragedia y al cierre de fronteras decretado por el presidente, en la clandestinidad, el tránsito siegue siendo fluido. Las imágenes a las que accedió TN son de este jueves, pero muestran lo que ocurre cada jornada en el Bermejo: la entrada y salida de personas sin ningún tipo de control migratorio y en condiciones de riesgo extremo.

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Gendarmes y balseros juegan al gato y al ratón en Aguas Blancas. (Foto: TN.com.ar).

Entre la ciudad salteña y Bermejo (del lado boliviano) existe una forma de trasporte legal: “Los chalaneros”. Así se denomina a los balseros que embarcan en Puerto Chalanas, a los pies de Aguas Blancas. Tienen nacionalidad argentina y cuentan con permiso del Ministerio de Transporte de la Nación y personería jurídica. Sus pasajeros pasan su mercadería por la Aduana, ubicada a pocos metros de la costa, y que funciona con un régimen de importación de frontera simplificado, una medida implementada por el Gobierno de Mauricio Macri, para desalentar el contrabando en la zona.

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En cambio, los gomoneros, son ciudadanos bolivianos que trabajan de manera clandestina. Evitan, por lo tanto, los controles de Gendarmería. Usan para tal fin “campanas” que avisan a los balseros sobre la presencia de los vehículos de la fuerza de seguridad, sean cuatriciclos, camionetas e, incluso, los autos particulares de los uniformados.

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La actividad es solo un engranaje del mecanismo utilizado por bandas de criminalidad organizada dedicadas al contrabando. Investigadores que trabajan en la frontera, indicaron que todo comienza con taxis y servicios de traslado que llevan a los bagayeros hacia los alrededores de Aguas Blancas. Luego, esas personas buscan los gomones, que se orillan para subir a los pasajeros ilegales. Cuando llegan los gendarmes, los balseros entran al río y pasan a Bolivia.

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En la ciudad de Bermejo, los bagayeros hacen las compras. En esta etapa del proceso, entran los “carreros” que llevan la mercadería a los puertos ilegales desde donde salen las embarcaciones hacia la Argentina. De vuelta en el país, otros carreros cargan los paquetes y los trasladan hacia los taxis. “Pueden esperar por varias horas hasta que se levante un control de Gendarmería o los evitan caminando”, precisaron las fuentes. Los narcotraficantes, en cambio, utilizan personas que “se largan en jangada, flotando con la hoja de coca, cigarrillos y drogas”.

Los carreros trasladan la mercadería hacia los gomones. (Foto: TN.com.ar).

Por el coronavirus y el cierre de fronteras, “las chalanas” no navegan. En este contexto, llegó un grupo de personas desde el norte de Bolivia sin conocimiento de las correntadas del río, con mayor caudal a causa de tormentas, contó uno de los dueños de los gomones, que no quiso revelar su nombre por miedo a las organizaciones criminales que operan en el territorio.

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Según el balsero, la inexperiencia y la irresponsabilidad de los recién llegados llevaron a la tragedia del 3 del marzo. En los últimos días, la Justicia Federal de Tartagal emitió una orden de captura de cinco personas que serían dueñas del bote.

Salen sin chaleco y en estado de ebriedad. Son unas 50 personas las que vinieron. Nuestras autoridades están durmiendo, ojalá hagan cumplir la ley. Antes te agarraban, y te quemaban el gomón. Deberían hacerles lo mismo para que no jueguen con la vida de otras personas”, se quejó desnudando una parte del problema: del otro lado del río, las reglas parecen ser diferentes para los gomeros.

El hombre que dio su testimonio a este medio sabe que su trabajo opera por fuera de los márgenes de la ley.

Esto es enfrentarse día a día a chorros y a los gendarmes, que te sacan la carga. Nos tachan de osados, pero es el único medio de trabajo que tenemos. Nosotros vivimos del comercio, generamos recursos. Necesitamos trabajar para no morir de hambre y arriesgamos la vida para darles de comer a nuestros hijos. Si trabajas en una finca, te pagan 700 pesos por jornada. Estamos atados de pies y manos”, confesó.

Esto es enfrentarse día a día a chorros y a los gendarmes, que te sacan la carga. Nos tachan de osados, pero es el único medio de trabajo que tenemos.

El grupo hace 15 años que traslada personas y mercadería. “Somos 45 socios y hay 200 personas trabajando con nosotros. 70 por ciento de los bagayeros son argentinos”, explicó y agregó: “Cuando el río estaba alto, cobramos 500 pesos, cuando está bajo, 300. Van 4 remadores en cada una de las embarcaciones -son 70 botes-, es un trabajo pesado, se trae de todo”. Lámparas, juguetes y ropa interior, están entre los rubros más contrabandeados.

“Si nos dicen que paremos, paramos. Y si vemos un gendarme, no salimos”, aseguró para diferenciarse de “la nueva asociación” que “no respeta” los códigos de la actividad. “Los míos tienen que saber nadar. Antes de tomarlos, les hago una prueba, los hago aguantar abajo del agua y nadar contra la corriente. También tienen que saber amarrar. Nosotros ofrecemos seguridad. El Bermejo es peligroso, hay remolinos, no es para cualquiera”, detalló.

Por último, admitió: “Nosotros estábamos respetando el párate por la pandemia, pero llegaron ellos y no nos íbamos a quedar mirando. Volvimos a salir al río”.

En tanto, el Gobierno aseguró que tiene un plan para reforzar las fronteras de la Argentina y detener este tipo de pasos ilegales. Se trata de una inversión de 23 millones de dólares en los principales puntos de ingreso en el norte del país.

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