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Sólo comen polenta porque es lo único que les donaron

El drama del comedor “La Clarita”, detrás del Mercofrut. Los merenderos piden apoyo escolar y padrinos para los chicos que dejaron la escuela.

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ESFUERZO COMUNITARIO. Clara Castro y sus hijas del barrio El Salvador cocinan para los chicos de la zona. fotos de anahí jiménez
Descacharreo

Polenta o arroz con salsa. Guiso de polenta o arroz. Croquetas de polenta. Bombas de polenta… La imaginación sobra en el comedor comunitario “La Clarita”, del barrio El Salvador (detrás del Mercofrut). Pero el hambre también sobra. “Polenta y arroz es lo único que nos dieron en el Ministerio de Desarrollo Social este mes y con eso nos damos vuelta. Hace dos meses tuvimos que cerrar el merendero porque no tenemos harina para amasar”, se lamenta Clara Castro, madre de 11 hijos y dueña del comedor que ocupa el patio de su casa.

La cocina es una parrilla que se calienta a leña. Las ollas las compró ella misma con el primer sueldo de su pensión de “madre de siete hijos”. “Era su sueño, abrir un comedor para todos los chicos que no tienen para comer todos los días, como alguna vez nos pasó a nosotros”, cuenta Anahí, una de sus hijas. La cosa fue así – interviene la madre: al principio, hace seis años, mi idea era abrir un merendero tres veces a la semana. Entonces hicimos un locro de inauguración, pero cuando los chicos vinieron por segunda vez, cada uno trajo su plato. En ese momento no teníamos comida para darles. Pero conseguimos donaciones y empezamos a cocinar todos los días”, cuenta la madre.

Fumigación y Limpieza

“El patio se nos llenaba de chicos, ahora el Ministerio nos prohibió darles de comer aquí por la pandemia. Vienen a llevar la vianda nomás”, dice. El de Castro, como otros comedores que brotan empujados por la necesidad, no cuentan con personería jurídica. “Cuando fui a averiguar cómo hacer los papeles me mandaron al centro vecinal, y en el centro vecinal me dijeron que me tenía que afiliar a no sé qué partido y trabajar para el político. Así que dije no, me quedo sin papeles”, reconoce.

Movilidad Urbana

Esa es la razón por la que “La Clarita”, con 100 chicos que van a comer todos los días, no reciben fondos ministeriales, como lo hacen otros 173 centros de cuidados y nutrición infantil y organizaciones comunitarias de barrios vulnerables.

“Nosotros vamos a feria a vender ropa usada que nos donan y con eso compramos la verdura y la carne. Nuestra amiga Agustina publica en Twitter y nos consigue mercadería. Mañana nos traerá fideos. El padre Martín de la parroquia de la Virgen Desatanudos nos ayuda con el Banco de Alimentos”, cuenta agradecida.

Se vienen las clases

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Ahora la preocupación, no solo de este, sino de todos los centros comunitarios es conseguir equipamiento para que los chicos vuelvan a clases. “Muchos han abandonado la escuela porque no pueden pagar la inscripción. Tenemos 84 chicos que necesitan zapatillas, delantales y útiles, dice Clara. También pide un móvil del Registro Civil porque hay muchos niños sin DNI.

Padrinos de un alumnos

En el comedor “Por una sonrisa feliz”, de El Manantial, Yanina Domínguez organiza una campaña muy especial: pide padrinos para los chicos que dejaron la escuela. “Tenemos familias completas con cinco y siete hermanitos y ninguno va a la escuela porque no tienen recursos”, asegura la organizadora del centro donde se cocina para 170 personas. Ella tampoco tiene personería jurídica, pero recibe alimentos secos de Desarrollo Social. “Un padrino que consiga es un niño que vuelve a la escuela. Para nosotros es muy importante”, reconoce.

Necesitan apoyo escolar

En el comedor “Los Lapachos”, del barrio Juan Pablo II (“El Sifón”) la preocupación de Irma Monroy es el apoyo escolar. “Tenemos muchos chicos que no pueden seguir estudiando porque necesitan que los ayuden. Son chicos de 13 y 14 años que no los reciben en las escuelas porque ya son grandes pero no saben leer ni escribir. Aquí tenemos la escuela 252 pero muchas madres no quieren mandarlos ahí porque dicen que no los controlan. Les hemos repartido los cuadernillos del Ministerio de Educación pero nadie los entiende y los padres no los pueden ayudar porque son analfabetos”, afirma Monroy. “Si el Estado no nos ayuda en esto no podemos hacer nada”, dice.

Los teléfonos para ayudar a los comedores son: 381-3395269 (“Por una sonrisa feliz”), 381 4686659 (“Los Lapachos”) y 381 2012721 (“La Clarita”).

Más clases  

Pedido de 24 organizaciones

Frente a la proximidad del ciclo lectivo 2022, 24 personas y organizaciones civiles, entre las que se encuentra el Observatorio Argentinos por la Educación, realizaron tres pedidos a todos los gobernadores y ministros de Educación del país: 1- que publiquen los calendarios escolares en forma clara y precisa consignando los días en que habrá o no clases en el año. 2- que la ejecución presupuestaria provincial refleje un interés genuino en mejorar la infraestructura y en priorizar el sostenimiento de los servicios de agua, electricidad, gas e internet en las escuelas. 3- que los esfuerzos se enfoquen en los barrios populares. Recomienda coordinar con el Renabap.

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