Cumplió la palabra que había empeñado el lunes y, minutos después de que la Legislatura avalara su incorporación a la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Eleonora Rodríguez Campos dejó de lado el silencio que se había autoimpuesto y se puso a disposición para concretar esta entrevista. Fue un viernes intensísimo. Renunció a la Fiscalía de Estado que comandó durante poco más de un semestre breve mientras completaba los trámites preocupacionales para ingresar al alto tribunal. Este salto veloz del Poder Ejecutivo al Poder Judicial sintoniza con una biografía vertiginosa. El martes, primer día hábil de la semana próxima, jurará en la vocalía que dejó vacante René Goane a comienzos de este mes, tras casi tres décadas de carrera. Rodríguez Campos luce encantada con este “rock and roll” y mantiene la sonrisa incluso cuando aborda las críticas que recibió su designación. “Soy totalmente independiente en todo; soy una persona que toma sus propias decisiones”, dice.
La segunda mujer que ingresa a la Corte se apoya sobre las energías de sus 41 años. Mientras toma un cortado y pica un alfajor de dulce de leche en un café de Barrio Norte, afirma que nadie le regaló nada antes, y relativiza su condición de sobrina de Edmundo Jiménez, ministro público fiscal, y ex ministro de Gobierno y Justicia de José Alperovich. Aunque hasta hace horas se desempeñaba como la máxima asesora jurídica del gobernador Juan Manzur, Rodríguez Campos aduce que tuvo un vínculo institucional con el jefe del oficialismo y, otra vez, niega condicionamientos para impartir justicia. Ningún reparo mella su entusiasmo: contrasta y mucho ese estado de ánimo con el de los opositores y críticos del Gobierno que vincularon su llegada al alto tribunal con otro golpe para la credibilidad de la Justicia. La nueva vocal sabe que carga con ese sambenito, pero no se achica, y asegura que está acostumbrada a luchar contra los prejuicios y a doblegarlos.
-Durante la semana circularon muchas teorías acerca de por qué la eligieron para la Corte. ¿Qué cree usted?
-Yo vengo trabajando desde hace mucho tiempo y siempre lo hecho con muchísima responsabilidad. He entendido a la función pública como un servicio y una responsabilidad, y he tratado de honrarla. Mi compromiso con el Estado responde a un compromiso con la gente. Siempre he sentido que trabajaba para poner mi granito de arena en mejorar las cosas; en ayudar a los demás, y por la cosa pública y el bien de todos. Creo que la manera de trascender los prejuzgamientos y los comentarios es con trabajo. Porque al servicio se lo honra con trabajo.
-Se dijo que usted llega al alto tribunal porque es sobrina de Jiménez. ¿Qué opina sobre esa afirmación?
-Es algo que puede expresar quien no me conoce. Me parece que es un prejuicio. Yo soy una persona independiente: el parentesco es algo que me antecede y que no depende de mí. Pero no hay ninguna acción, ningún acto que a lo largo de mis 41 años permita decir que a mí ese parentesco me haya condicionado en algo. Ni en mis pensamientos, ni en mis acciones. Eso no ha pasado. Yo soy totalmente independiente en todo: soy una persona que toma sus propias decisiones. Las personas que me conocen saben que no me pueden condicionar. He trabajado 15 años en el Poder Ejecutivo, y nunca hice algo que pueda reforzar esa afirmación o darle algún sustento. A mí el parentesco no me pesa. Vengo de una familia donde hay muchos abogados, y, sin embargo, he aprendido lo bueno y he armado mi criterio.
-También la cuestionaron por su pertenencia al oficialismo y por haber sido fiscala de Estado. ¿Cómo va a sobrellevar esta marca?
-El fiscal de Estado tiene un rol institucional y defiende al Estado. Puede defender a las personas que ocupan las funciones del Gobierno, pero no defiende a la persona misma. El fiscal de Estado es un funcionario al servicio del bien común, como todos los funcionarios. Entonces, su función de defensa de la legalidad no es personal. Con esto me quiero referir a que el fiscal de Estado interviene en las causas en las que el Estado es parte, no en las que tal o cual funcionario es parte. Siempre he tenido una mirada desde el derecho. Ante todo soy una abogada y creo férreamente en el respeto a la Constitución. Y la Constitución nos dice que nosotros tenemos una forma representativa, republicana y federal. La república implica el respeto a la división de poderes. Cuando uno está en el Ejecutivo, debe respetar a los otros poderes. En este caso, a mí me va a tocar desempeñarme en otro poder distinto, y debo honrar y respetar la Constitución porque he jurado hacerlo.
la gaceta / fotos de hector peralta
-El dictamen legislativo de la minoría ha sostenido que usted no reunía los 15 años de ejercicio profesional que establece la Constitución. ¿Usted asume para defender la Constitución sin cumplir con los requisitos que ella exige?
-No, no es así en absoluto. De hecho, ese planteo surgió en la entrevista que me hizo la comisión de Peticiones y Acuerdos de la Legislatura. Se expuso, se leyó y allí mismo se acompañaron todas las pruebas de mi ejercicio profesional: el informe del Colegio de Abogados y los papeles de mi currículum. Todo mi ejercicio y mi carrera se han informado ahí y se ha documentado. Y eso ha permitido que los legisladores, en el ámbito de su competencia, tomen la decisión de descartar la impugnación. Entonces, no hay ninguna incompatibilidad, no hay ninguna falta de requisitos. Estoy en el marco de la Constitución y de los requisitos que ella establece. No quiero entrar en tecnicismos porque no vienen al caso, pero los detalles sobre los que querían explayarse son temas que están resueltos, y establecidos en la jurisprudencia, la legislación y la doctrina.
-La oposición también esgrimió que estaba afiliada al Partido Justicialista…
– No, no es cierto. Nunca estuve afiliada. Hubo un trámite que finalmente no se completó.
– ¿Qué va a hacer en aquellos casos donde intervengan el gobernador o la Fiscalía de Estado? ¿Y en aquellos donde dictamina su tío, el ministro fiscal? Sobre todo en las causas penales.
– En primer lugar, en todos los casos donde realmente corresponda me voy a excusar. En segundo lugar, yo voy en principio a una sala que no resuelve materias penales, sino que es una sala laboral y en lo contencioso administrativa, donde el Ministerio Público Fiscal interviene con un dictamen que no es vinculante. Pero en los procesos concretos en los que corresponda obviamente me voy a inhibir. Analizaré caso por caso como lo han ido haciendo todos los fiscales de Estado que han asumido en la Corte.
-Se ha destacado que es mujer y tiene 41 años. ¿Cómo ve estos aspectos?
– Soy joven desde alguna mirada, pero desde la mirada constitucional no lo soy. Para este cargo la Constitución exige 40 años y yo tengo más que eso. Sí hace a la representatividad que haya una mujer más en la Corte. Aunque la Corte ya viene trabajando con una perspectiva de género, creo que yo voy a aportar en ese sentido. La Constitución, cuando habla de los derechos de las personas y de las garantías, menciona a todos los que quieran habitar el suelo argentino. A los derechos y las garantías nosotros tenemos que asegurárselas a todos en igualdad de condiciones. Más allá del género. Desde el lugar donde estemos, los abogados perseguimos la justicia, perseguimos el ejercicio de los derechos en forma igual por parte de todos. Creo que yo tengo una mirada de avanzada sobre eso. Soy de una generación que sorteó un montón de cosas que frenaban a las generaciones anteriores y pienso que voy a hacer un buen aporte.
-El mundo de la Corte tiene cosas muy antiguas, que hacen al conservadurismo propio del Poder Judicial, pero también tiene cosas que al ciudadano común le irritan, como privilegios y algunas situaciones que ponen a los jueces muy lejos del ciudadano común. ¿Cómo se va a plantar frente a eso? ¿Cree que puede hacer algún cambio en eso? ¿O que se va a tener que adaptar a ese funcionamiento de la institución?
– Yo hoy todavía puedo mirar las cosas desde afuera y creo que uno de los grandes desafíos va a ser trabajar para devolver a la gente la confianza en la Justicia. Entiendo que ya se viene trabajando arduamente, pero creo que hay que hacer hincapié en eso y tener esta mirada: la Justicia es un servicio al ciudadano. La gente llega buscando la solución a una controversia, a algo que no se puede resolver si no es con la intervención de un tercero que juzga, que establece cuál es el derecho aplicable al caso. La confianza surgirá por medio de los nuevos procesos, de la inmediatez, de la oralidad y de la implementación de tecnologías que den más celeridad. Cuando nosotros hablamos de justicia, el tiempo es muy importante. Nosotros hablamos de tutela efectiva, de que se establezcan los derechos, pero, además, tenemos que hablar de que se lo haga en forma oportuna. Yo creo que hay que trabajar en una Justicia más oportuna y más cercana, porque de ahí vienen las demandas de la gente.
– Mencionó algo clave, que es la desconfianza de la población en la Justicia. Uno de los ejes de esa desconfianza es la percepción de la impunidad de los poderosos y de la impunidad de la corrupción. ¿Cómo piensa responder a ese reclamo social?
– Yo creo que sí se está trabajando. El nuevo Código Procesal Penal es un avance importante. También son muy importantes la cercanía con el juez, la posibilidad de que se pueda ver el desempeño del juez y la presencia del juez ante las partes. Me parece que trabajando sobre los procesos, los mecanismos, los recursos humanos y las herramientas se puede lograr eficiencia y transparencia. La oralidad da mucha transparencia, los avances tecnológicos dan transparencia y la digitalización da transparencia porque te permite documentar todo lo que va sucediendo. Hay que avanzar.
– ¿Cuál es su posición sobre el acceso a los cargos judiciales por concurso?
– Yo creo que es una herramienta de selección más. Bien articulada y bien llevada a cabo es muy buena, pero, como toda herramienta, no es la única. En realidad, el concurso es una buena herramienta para probar la idoneidad. A eso es a lo que lleva el concurso. Uno de los requisitos del acceso a los cargos públicos o al empleo público es la idoneidad.
– Una de las letanías de la Justicia es la escasez de jueces, defensores oficiales y fiscales… En la Justicia de Paz, por ejemplo, la última designación sucedió en 2013.
– Actualmente los procesos de cobertura se están llevando a cabo. Y los concursos se están llevando a cabo, se están convocando a través del procedimiento legal que tiene el CAM (Consejo Asesor de la Magistratura) y se están enviando las ternas. Sobre las facultades del Poder Ejecutivo no puedo opinar.
– Usted reemplazará a un vocal que estuvo casi tres décadas en la Corte. De aquí a 30 años, ¿cómo le gustaría ser recordada?
– No sé qué voy a pensar dentro de 30 años, no sé cómo me gustaría que me recuerden dentro de 30 años. Pero sí le puedo decir qué me gusta hoy. Lo más importante y lo que más destaco es la responsabilidad y el trabajo. Destaco el compromiso de las personas que están conmigo y me gustaría que me recuerden por eso, por haber sido una persona comprometida con lo que hace. Que me recuerden como una persona que trabaja duro y es responsable en la función que tiene.
Una pregunta que marca diferencias
Eleonora Rodríguez Campos está casada con el empresario Ricardo Morales. Juntos tienen dos hijos, Justino (12 años) y Anita (9). “Muchas veces me preguntaron cómo iba a hacer para compatibilizar el trabajo con la atención de los chicos. Siento que este es un interrogante que nadie plantea a los hombres”, reflexionó ayer la nueva vocal de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán.