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Sr. presidente frene su verborragia: “Existen graves consecuencias en torno a los jóvenes a causa de los discursos de odio”

Aquellos niños y jóvenes expuestos a discursos de odio en línea evidencian sentimientos de enojo, tristeza, vergüenza y ven disminuida su confianza. Esta misma exposición está asociada a procesos de radicalización políticas. Investigaciones han demostrado que los jóvenes victimizados buscan revancha y son más agresivos.

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El presidente Javier Milei

En la semana que se fue para jamás volver denunciaron a Javier Milei por incitación al odio y a la violencia por sus dichos en la cena de la Fundación Faro donde calificó de “kukas inmundos” a sus opositores y descalificó a los empleados públicos. Muchos hicieron hincapié en el hecho de que la denuncia reaviva el debate sobre los límites de la libertad de expresión cuando se ejerce desde una posición de poder.

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¿Puede un presidente referirse a un sector de la sociedad como “parásitos mentales” sin consecuencias institucionales? Todo comenzó cuando el presidente cerró una cena en el Yacht Club de Puerto Madero de la Ciudad de Buenos Aires, con el objetivo de conseguir fondos para LLA. Allí formuló un discurso cargado de exabruptos e insultos dirigidos a sus adversarios ideológicos, tras esto fue denunciado por incitación a la violencia.

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discurso del odio

La presentación judicial fue realizada por la abogada Valeria Carreras. El caso quedará ahora en manos de la Justicia, que deberá determinar si los dichos de Milei encuadran en el delito de incitación a la violencia. Lo cierto es que el discurso de odio promueve la violencia y la intolerancia. El efecto devastador del odio, por desgracia, no es nada nuevo. Sin embargo, su escala e impacto se ven ahora aumentados por las nuevas tecnologías de la comunicación.

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El discurso de odio —también en Internet— se ha convertido en una de las formas más habituales de extender una retórica divisoria a escala mundial, poniendo en peligro la paz en todo el mundo. Las emociones se experimentan en los vínculos, no todas aparecen en el ser humano al comienzo de la vida extrauterina, aunque todas están pautadas genéticamente en su manera de expresarse.

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Además, siendo seres sociales estamos determinados biológicamente para comunicarnos, para intercambiar mensajes, pues son las emociones heredadas de la especie las que ponen en marcha el intercambio. Los circuitos de comunicación no son autopistas neutras, en ellas se difunden contenidos que se simbolizan de manera distinta, pueden ser palabras, videos, imágenes, posteos, memes, de los grafitis.

Desde hace tiempo somos testigos que en estos circuitos comunicativos se despliegan narrativas sociales que legitiman el odio y la violencia cuya intencionalidad es lastimar, discriminar, deshumanizar, estigmatizar y vulnerabilizar. Son ataques a un individuo, una comunidad o una sociedad basadas en algunas características grupales como la nacionalidad, religión, discapacidad, orientación sexual, estatus económico, ideologías políticas, etc.

O sea, esas narrativas sociales incluyen todos aquellos factores que se refieren a lo que llamamos identidad. Inculcar determinados sentimientos de odio es considerado una forma de abuso psicológico que daña el potencial de desarrollo, violando un derecho básico de no ser sujeto de discriminación. Los niños y adolescentes son particularmente vulnerables a los efectos de estos discursos, manifiestos y subliminales.

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Imagen Ilustrativa

La herramienta, que propaga el discurso del odio, entre otras, es el celular. El tema de las redes, (Facebook, Instagram, whatsaap, tik tok, etc.) favorece la difusión y apropiación de un discurso fragmentado que va formando un “sentido común” entre los jóvenes… generando un protopensamiento polarizante que convoca a la emocionalidad ligada al rechazo extremo, el odio. Este discurso del odio profundiza la falta de respeto a la autoridad, enseguida acción, enseguida pelea, descalificación inmediata, si presencian un debate, van por una rivalidad a ultranza, destructiva que se replica tanto en los chats de padres como en los dichos de las maestras.

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Las redes sociales funcionan como “cámaras de eco”, grupos que se reúnen en determinados contextos y omiten otras voces, donde no es posible el derecho a réplica. Se fractura la ética de la igualdad, generando desesperanza en los niños y jóvenes de poder pertenecer a un grupo de pares, quedando así subsumidos en un profundo sentimiento de soledad. Aquellos niños y jóvenes expuestos a discursos de odio en línea evidencian sentimientos de enojo, tristeza, vergüenza y ven disminuida su confianza.

Esta misma exposición está asociada a procesos de radicalización políticas. Investigaciones han demostrado que los jóvenes victimizados buscan revancha y son más agresivos. Entonces, si las emociones se despliegan en un contexto de intersubjetividades y en ellos los niños y jóvenes no se sienten queridos ni bienvenidos en la comunidad humana, si los discursos sociales aprovechando la herencia de la especie (odio, miedo, ira) propician el quiebre de los vínculos, se perderá la habilidad de comprender el dolor de la exclusión.

Si para muestra basta un botón, un estudio de la Universidad de California evidencia que el discurso de odio en la red social X —antes, Twitter— aumentó aproximadamente un 50%. Asimismo, exhibe que no ha disminuido el número de cuentas bot después de que el magnate Elon Musk, propietario también de Tesla y asesor de Donald Trump, comprase la plataforma en 2022. Según demuestra esta pesquisa, el número promedio de publicaciones que contenían discurso de odio antes de la compra era de 2.179 semanales.

Mientras que tras la adquisición de Musk la cifra aumentó a 3.246. Esto supone un incremento del 50%. Por otro lado, el número promedio de “me gusta” en publicaciones de odio aumentó un 70%, lo que sugiere que más personas estuvieron expuestas a discursos de odio en X. Además, el estudio evidencia que en ese mismo periodo la actividad en la red social creció un 8%, descartando que fuera responsabilidad de usuarios nuevos y afirmando que el contenido en la plataforma sí migró hacia este tono.

En definitiva, estamos llamados a llevar a cabo la lucha contra el discurso de odio mediante la educación en general y la educación mediática e informacional, promoviendo normas internacionales sobre la libertad de expresión para contrarrestar las causas profundas del discurso de odio y apoyar a los educadores para que pongan en marcha respuestas eficaces, fundamentalmente fomentando el desarrollo de capacidades de los reguladores y agentes judiciales y abogando por una mayor transparencia de las empresas de Internet.

Sr. presidente, Ud. tiene la obligación como la máxima autoridad de este país de pregonar  con el ejemplo, si de verdad quiere una Argentina diferente

Basta de Violencia!!

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