Ya nadie lo recuerda, pero en mayo del año pasado Nicolás Dujovnese convirtió en una especie de súperministro. Mauricio Macri lo designó como coordinador de nueve ministerios. Nadie lo recuerda porque apenas cuatro meses después el Presidente redujo la cantidad de carteras s a menos de la mitad (pasaron de 21 a 10) y el poder de Dujovne volvió a quedar recortado. Desde entonces, su capital hacia adentro y hacia afuera del Gabinete fue tendiendo a la baja. Y desde hace varias semanas el economista dejó trascender, directamente, que quiere dejar su cargo. Su decisión se aceleró desde la derrota electoral y cobró aún más fuerza tras la devaluación del lunes. ¿Por qué no se fue? Porque no resultaría tan fácil conseguirle sucesor en medio de la crisis y a solo 71 días de las elecciones que podrían definir el triunfo de Alberto Fernández.
La presión, sin embargo, es incesante. Llueven reclamos desde el propio Gobierno y desde sectores políticos y empresarios que quieren que Macri se recupere con vistas a las elecciones generales del 27 de octubre. Consideran vital la salida de Dujovne como primer paso. El argumento central es que “la gente votó contra la economía y hay que demostrar que escuchamos el reclamos de las urnas”.
En el entorno del ministro no confirman ni desmienten que podría irse, y desde la cima de la Casa Rosada niegan que vaya a haber modificaciones. A esa negativa se sumó Miguel Angel Pichetto, el alumno nuevo y disciplinado del staff macrista. El candidato a vicepresidente pide concentrarse en la campaña y asegura que Juntos por el Cambio “va a hacer una elección mucho más fuerte en octubre, con muchas posibilidades de llegar al ballotage”. Su misión es esa. Aportar para la campaña. No asumirá ningún ministerio.
La danza de versiones no se detiene desde el lunes e involucra a medio equipo de ministros. Marcos Peña está, como en la crisis cambiaria de 2018, en el ojo de la tormenta. Sus enemigos internos creen que sería bien visto su alejamiento. Buscan que pague el costo del duro revés del domingo y de haber “encerrado” al primer mandatario. Macri no está convencido. Fue su principal funcionario y cerebro de la estrategia electoral junto a Jaime Durán Barba.
La situación de Dujovne, aunque en la Rosada intentan minimizar las versiones desde el lunes, resulta insostenible, básicamente porque él mismo siente que se están tomando medidas en contra de lo que hay que hacer y a contramano de los acuerdos firmados con el Fondo Monetario Internacional. ¿Será por eso que no participó de los anuncios de rebaja del IVA a los productos esenciales, del retoque en Ganancias y del beneficio de los bonos para empleados públicos? Por lo pronto, en los pasillos del Palacio de Hacienda se escucha que a algunos técnicos de confianza de las segundas líneas les deslizaron que vayan pensando en otro destino laboral.
El lugar de Dujovne podría ser para Hernán Lacunza, que ocupa ese mismo cargo en la administración de María Eugenia Vidal. Hay un antecedente similar: cuando Esteban Bullrich encaró la campaña para senador, Vidal le cedió a la Nación a Alejandro Finocchiaro. Con Lacunza hubo sondeos hace, por lo menos, dos semanas. Claro, era otro país. Macri también pensó en Rogelio Frigerio, el ministro del Interior, quien se niega a cambiar de cartera. Otra opción es que Hacienda sea absorbido por el Ministerio de Producción que comanda Dante Sica.
Este fin de semana podría haber novedades. Una corriente afín al Presidente procura llegar con algún tipo de anuncio para el lunes. “Si es que tiene que ser ahora. Luego será tarde”, aseguran. Los rumores llegaron al almuerzo que ayer compartieron en Olivos Peña y el resto de los ministros. Las caras eran largas. “Vamos a seguir gobernando y a repensar la campaña. Hay tiempo y no habrá cambios”, prometían.