“Tiraron la de agrandado y que me ponga a estudiar, que no persiga este sueño y que me ponga a laburar”, cuenta Carlos Ezequiel Albornoz en la letra que retrata su vida en 11 de Marzo, uno de los barrios más populares y más estigmatizados de Tucumán. A la canción la escribió en el puesto de El Bajo donde vende panchuques y donde junta peso a peso para poder filmar sus videoclips.
Esa misma canción que ahora escupe su testimonio rimado en los altos parlantes que animan las ranchadas en las esquinas de las calles de tierra. Carlos Ezequiel tiene 18 años y es Tkiel, el nombre que suena fuerte en la movida trapera local y que parece haber llegado para comerse la cancha.
“Con mi música trato de dejar un mensaje… Yo convivo con las drogas y las pistolas, pero no soy nada de eso”, define Tkiel desde su puesto sobre la avenida Benjamín Aráoz, en la tumultuosa zona de El Bajo donde el talento joven y nuestro brilla mucho más que las alhajas que ofrecen los senegaleses.
Es cuestión de animarse, de ponerle ganas, de vencer los escollos que el prejuicio ajeno dejó a su paso. Para hacerse en El Bajo y desde abajo ahí donde muchos le dijeron que no podría, que nunca llegaría, él les respondió con la contundencia de sus rimas.
Lo que empezó como un juego de niños, de rapear frente al espejo, ahora son los primeros pasos de una incipiente carrera en la escena del trap. El año pasado comenzó a escribir sus canciones y la primera que grabó pegó fuerte. Se trata de “Pibe de 11”, un retrato en el que busca esquivar los prejuicios sobre el lugar donde nació y creció: el barrio 11 de Marzo.
“Yo hice el tema porque quería sacar una canción para el barrio. Tengo muchos amigos que están en la droga, pero no porque uno sea de 11 de Marzo va a salir a drogarse y a robar. A mí me encanta la música y veo que muchos changuitos más chiquitos se están animando a rapear, siento que soy como una inspiración para ellos. Creo que el sol sale para todos”, comenta el cantante.
La versión original de la canción que grabó en noviembre del año pasado anduvo bien, pero a la hora de hacer el videoclip empezaron los problemas: nadie quería ir hasta el barrio a filmar: “Como que nadie quería meterse, yo quería hacer música, pero nadie me quería apoyar. Yo quería hacer el video, pero los productores no querían meter los equipos por miedo a que los roben”.
Eso fue hasta que hace un par de semanas atrás varios referentes de la música urbana local decidieron acompañarlo en una nueva versión remixada del tema. Possi, Facu Juarez, Gonza Beltrán, Trompe y Lautaro Cativa sumaron sus voces y el productor Jake hizo el videoclip: “Yo les mandé un mensaje a los otros changos que están hace mucho con esto. Creía que no se iban a prender, pero tuvieron la mejor onda conmigo y pintó el remix y el video.
Tengo la mejor con todos y la verdad que me apoyaron mucho. Yo pensaba que ellos me iban a decir que no y se prendieron de una… Re buena onda todos, estoy aprendiendo mucho de ellos”.
El videoclip se filmó hace unas semanas en 11 de Marzo y los vecinos se coparon: “Yo no entendía cuando veía tanta gente que venía para participar del video, los changos decían que es muy lindo el apoyo de la gente del barrio. Acá me apoyan mucho, me quieren”. Desde que se estrenó el video el jueves pasado en YouTube ya tiene casi 11.000 visualizaciones: “Fue muy loco para mí. Pensaba que el tema iba a sonar en el barrio nada más y ya está sonando en todos lados”.
“Dios bendiga al envidioso que habla mal de mí, dije que llegaba, te lo advertí”, reza otra de las estrofas de la canción que, para sorpresa del joven cantante, comenzó a escuchar en las juntadas que se arman en las esquinas de 11 de marzo y en los estéreos de los autos que, al pasar por el frente de su casa, suben el volumen; sonido que a él le infla el pecho de orgullo: “Yo salía de fiesta en el barrio y me decían: eh vos sos el de Pibe de once. Yo le quiero agradecer a todo el barrio, cada vez que me mandan mensajes tirando buena onda, me emociono”.
Carlos Ezequiel vive junto a sus padres y sus cinco hermanos en 11 de marzo y trabaja de lunes a sábado en un puesto de panchuques en El Bajo junto a un amigo. Con lo que gana ahí va ahorrando para poder grabar sus canciones y filmar sus videos.
“Es un puesto familiar, estamos todo el día laburando”, aclara. Ahí, entre panchuque y panchuque, escribió sus primeras canciones, esas que ahora suenan en las calles y le ganan terreno al género más popular, la cumbia: “Yo siempre trataba de inculcar el trap acá en el barrio. Ya no se escucha tanto la cumbia, ahora se ha empezado a escuchar más rap, trap, sobre todo, a los artistas tucumanos”.
“Mi inspiración fue Daddy Yankee. De chico siempre tuve la ilusión de ser como él, me compraba mi gorrita, mi cadenita… Mi idea ahora es grabar, grabar y grabar. Ojalá se me dé con la música, sería un sueño vivir de lo que amo”, confiesa Carlos Ezequiel o Tkiel, un pibe de 11 o un chango de diez que busca trascender el barrio y la provincia con su música.