Unos 49.000 detenidos rusos fueron reclutados para pelear en Ucrania a cambio de un jugoso salario, beneficios familiares y su libertad. Hoy, unos 5000 exconvictos reconvertidos en mercenarios están volviendo de la guerra como ciudadanos libres en medio de un creciente temor por una ola de crímenes y abusos atribuida a estos hombres con pesados antecedentes penales que caminan sin ataduras por toda Rusia.
Las historias se acumulan. El caso más conocido es el de los exconvictos Igor Sofonov y Maxim Bochkarev. Tras pasar seis meses luchando en el este de Ucrania, volvieron a su país y fueron indultados por Vladimir Putin. Semanas después, mataron a puñaladas a al menos seis personas en la occidental república de Karelia. Enseguida, incendiaron las casas de las víctimas para borrar las pruebas de sus crímenes, informó The Moscow Times.
Sofonov había sido condenado por robo y asesinato. Pero sus antecedentes no importaron al momento de ser reclutado por el Grupo Wagner, el temido batallón de mercenarios fundado por Yevgueny Prigozhin, fallecido en un sospechoso accidente de aviación el miércoles cuando se dirigía de Moscú a San Petersburgo. En junio había puesto en jaque al mismísimo Kremlin cuando se rebeló contra el mando militar ruso.
Cuántos detenidos rusos lucharon en Ucrania
La ONG Rusia Detrás de las Rejas, que monitorea la situación de las cárceles en ese país, calcula que el Grupo Wagner reclutó a 49.000 prisioneros de los penales rusos. En total, la fuerza mercenaria se nutrió de 78.000 combatientes. Tras luchar casi un año y medio en Ucrania, sus miembros se retiraron por serias desavenencias con las autoridades castrenses. Hoy están asentados en la vecina Bielorrusia y cumplen misiones en varios países de Africa.
“Prigozhin hablaba de 22.000 reclusos muertos en Ucrania, pero nosotros creemos que son más. Alrededor de 5000 exprisioneros fueron indultados” tras regresar a Rusia, dijo el presidente de la junta directiva de la rama de esa ONG en Berlín, Yury Borovskikh.
En medio de una fuerte censura, un solo crimen protagonizado por un exconvicto llegó a la televisión rusa. Fue el de Ivan Rossomakhin, que mató a una anciana de 85 años.
Pocos días después del crimen, sus vecinos lo vieron caminando con un hacha por la calle. “No podemos dormir por la noche”, dijo la jubilada Galina Sapozhnikova a la televisión local. Enseguida, “Prigozhin pidió a la prensa no informar más sobre estos casos y exigió contactar primero al Grupo Wagner para resolver el problema”, comentó Borovskikh.
“No hay un número exacto de casos, pero nosotros tratamos de documentar todos. También pensamos que la cifra de crímenes cometidos por exconvictos que regresaron de la guerra va a aumentar en el futuro. Hay además innumerables casos que no conocemos”, indicó.
Hoy la sociedad rusa está convulsionada. “Tiene miedo de ellos. Estamos viendo muchos videos filmados en transportes públicos que muestran a exdetenidos borrachos provocando a pasajeros. Pero la gente tiene también miedo de hablar sobre estos casos porque hay una ley que condena a quienes desacrediten a las fuerzas militares rusas”, dijo Borovskikh.
Más casos de violencia protagonizados por exconvictos que volvieron de la guerra
The Moscow Times divulgó otros casos de violencia cometidos por exprisioneros indultados al volver de la guerra.
Demyan Kevorkyan, de 31 años, cumplía una sentencia de 18 años de prisión por tráfico ilegal de armas, robo y hurto cuando fue reclutado. Además, era sospechoso de haber asesinado a dos personas en la región de Krasnodar, en el sudoeste de Rusia. Apenas había cumplido 7 años de condena.
Pocas semanas después de volver de Ucrania, la policía lo arrestó y lo acusó de matar a los artistas Irill Chubko, de 37 años, y Tatyana Mostyko, de 19.
Otro caso ocurrió en la región de Volgogrado. Allí el exmercenario Alexei Khlebnikov fue incluido en la lista federal de personas buscadas por violar a una niña de 13 años. Todavía no fue atrapado.
Hoy, los rusos solo pueden quejarse en las redes sociales. “¿Cuántos expresos regresarán con la mente destrozada? Será un momento terrible para todos”, resumió Irina Medvedeva, de la capital de la república de Karelia, Petrozavodsk, en un comentario en la red social VKontakte.
Su temor es compartido por numerosos rusos que miran de reojo a sus antiguos vecinos que vuelven de prisión y de la guerra. Con ellos, el Kremlin abrió mucho más que las celdas de las cárceles. Destapó una olla de imprevisibles consecuencias.