– Tucu, Tucu… Vení lee, te andan buscando – el grito de Darío Díaz se escuchó entre las vides de la bodega Los Haroldos en la localidad mendocina de San Martín. “Vi la foto y le dije: mirá Tucu, sos vos. El vago no tiene teléfono ni nada”, cuenta Darío, el camionero mendocino acababa de leer la nota publicada en eltucumano y no tenía dudas de que aquel que aparecía en la foto era su compañero de trabajo Coco, El Tucu.
Efectivamente, la persona buscada por su familia es Nolberto Osvaldo Soria quien había partido de Tucumán en marzo del año pasado y, desde entonces, no había dado señales de vida. Semanas atrás, el camionero santiagueño Ramón Ynfante aseguraba haberlo recogido en la ruta a la altura de Río Cuarto y que se dirigía hasta la Banda del Río Salí. Pero nunca llegó. Ahora Nolberto hace una pausa mientras descarga uvas para contar qué fue lo que sucedió y aclarar la confusión respecto a su paradero.
El seis de marzo de 2020 Nolberto llegó a La Plata. Buscaba dejar atrás sus problemas de adicción a las drogas. Quería una nueva vida. Estuvo en el centro de rehabilitación hasta que en abril decidió salir para instalarse en la calle, al frente de la catedral platense: “Andaba en la calle, me juntaba con los borrachos y con los jipis de ahí, pero no andaba haciendo nada malo.
Yo quería laburar, lavaba vidrios en los semáforos porque necesitaba juntar plata para el pasaje”. En enero de este año logró juntar el dinero para pagarse el pasaje y desembarcó en Mendoza para trabajar en la vendimia.
“¿Así que me hacían perdido o muerto? Estoy bien hermano…cómo se va a confundir así ese camionero. Yo no era, nunca he estado en Córdoba”, pregunta sorprendido Nolberto ante la versión de Ramón Ynfante quien estaba convencido de haberlo recogido en la ruta mientras hacía dedo para llegar a nuestra provincia: “Yo me he venido en colectivo desde Buenos Aires para acá… ¿Para qué voy a ir a Tucumán? Acá laburo, tengo una pieza, tele, grabador… La vida que llevaba allá era muy zarpada, acá tengo todo”.
En Mendoza el tucumano encontró esa nueva vida que tanto anhelaba: “Acá no me drogo, sólo tomo un par de cervezas de vez en cuando. Laburamos de lunes a sábados, a veces nos amanecemos esperando que vengan los camiones para descargar la uva”.
Las jornadas laborales son intensas, pero nada como tener un techo y ganarse el pan de cada día. Nolberto ya no quiere volver a deambular a la intemperie sin rumbo. Ahora tiene un norte fijo que, paradójicamente, no es el norte ni Tucumán: “Si fuera por mí, me quedo acá. En dos semanas termina la cosecha de la uva y te dan un mes de vacaciones. Yo ya he hablado para venir de vuelta. A lo sumo voy a estar un mes allá y me vuelvo para acá. Ya he sufrido una banda en Tucumán, ya no da para estar en la calle”.
Esta mañana lo primero que hizo Nolberto al ver que, efectivamente, era él a quien estaban buscando, fue pedirle el teléfono a Darío para comunicarse con Noemí Patricia, su hermana: “Ya les he avisado que estaba todo bien. La verdad que acá tengo de todo, no me falta nada. Estoy bien gordito, no flaco, como decía el camionero que supuestamente me había levantado”. Nolberto apareció para decir que está bien y que disfruta de su nueva vida. Esa es la mejor noticia del día.