Sin duda uno de los aspectos que marcaron a fuego este 2020 fue la creciente violencia de la sociedad. Es decir, lo acontecido este año vas más allá de la clásica inseguridad que a diario sufren los tucumanos. Y es que la violencia entre los propios vecinos ha regado de sangre distintas localidades de la provincia sin que pareciera ser algo preocupante de lo cual tengan que ocuparse los funcionarios públicos.
Al mismo tiempo, no pareciera ser algo digno de señalar de parte de la mayoría de los medios de comunicación, considerando que fue un tema poco tocado a lo largo de este 2020. Si bien es cierto que la pandemia mundial de coronavirus junto con sus consecuencias en materia social y económica se llevó todas las portadas, la violencia entre vecinos ha causado varias muertes que se le sumaron a las producidas por el COVID-19.
Lo terrible es que, desde el vamos, Tucumán debe sufrir con la inseguridad que se instaló como una segunda pandemia, pero desde hace muchísimo más tiempo. Sin embargo, desde este medio hace tiempo que venimos haciendo hincapié en el hecho de que se podía avizorar una sociedad más violenta a medida que se producían más casos de los mal denominados justicia por mano propia. Finalmente, esos actos dieron pie a otros mucho peor.
Y es que, como si se tratara de la época en la que fue escrita la obra de José Hernández, “Martín Fierro”, la gente ha optado por resolver sus diferencias a cuchillazos o por medio de armas de fuego. Este tipo de acciones no eran frecuentes en nuestra provincia antes de la llegada del 2020, pero a partir de este año se intensificó de manera llamativa, al tiempo que ocasionó familias destrozadas a causa de asesinatos perpetrados entre sus propios integrantes.
En ese sentido, los especialistas vinieron advirtiendo desde hace tiempo también que el consumo de alcohol creció de manera considerable durante el tiempo que duró el confinamiento obligatorio. Y es que la cuarentena aplicada de forma pésima por parte del gobierno nacional y del oficialismo local, sumió en un profundo estrés a muchas personas que encontraron en el alcohol una forma de evadirse de la realidad.
Asimismo, a la falta de trabajo al igual que la pérdida de puestos laborales que trajo aparejada primero la pandemia y luego la cuarentena, se le sumó a la profunda recesión económica que atraviesa el país en general y Tucumán en particular. Esto devino en un aumento de la pobreza por ingresos que se agregó a la pobreza estructural que en nuestro país abarca a más del 40% de la población económicamente activa.
Esta realidad devino en un incremento de la marginalidad y en un aumento de la desigualdad social creando un cóctel explosivo. No es casualidad que muchos de estos crímenes entre vecinos se produjeran en zonas muy desfavorables desde el punto de vista socioeconómico. Al respecto, ninguna medida implementada por los gobiernos sirvió para modificar esta lamentable situación de millones de argentinos, que dejó como lamentable saldo el incremento de la violencia entre ellos.
