Un reconocido arquitecto ligado al poder tucumano va a juicio oral pero no dejan entrar al abogado de la víctima a lasaudiencias preliminares. La abuela paterna lucha incansablemente para que se haga justicia, pero teme que el profesional esté haciendo pesar sus influencias. Su exdefensor, que fue abogado del Arzobispado y representó represores, ahora es juez.
La abuela
Es morena, y su voz tiene un dulce acento provinciano. Sin embargo, dentro del cuerpo menudo de una mujer como tantas, se esconde una abuela capaz de pelear incansablemente por el bienestar y la integridad de su único nieto, ahora de 9 años. Cecilia Merched es tucumana. Se doctoró en bioquímica y viajó a los Estados Unidos, donde trabajó en varias universidades en investigaciones sobre cáncer. Allí, lejos de su San Miguel natal, conoció a su marido estadounidense y tuvo un hijo con él. Mientras su marido se ocupaba de arreglar asuntos familiares en California, en 2003, Cecilia tomó la decisión de volver a Tucumán. Nicolás-Nick, prácticamente no hablaba castellano, por eso Cecilia contrató una profesora para que le diera clases particulares.
La vida para los Merched-Whitacre continuó en la capital provincial. El marido viajó a radicarse allí, y Cecilia empezó a planificar un emprendimiento turístico que un drama -que la tocó en lo más íntimo- truncó. Su hijo- ya adolescente- inició una relación de pareja pasajera con la hija de aquella docente de español, dos años menor que él. De ese amor nació un bebé, al que llamaremos B. Sus padres nunca convivieron, y B creció bajo el mismo techo que su mamá Mónica Gray -aún menor de edad cuando lo tuvo- y sus abuelos maternos. Nicolás ejercía responsablemente su paternidad a pesar de su juventud, y lo recibía en su casa con regularidad: por lo menos dos veces a la semana.
El peor de los miedos
Cecilia era una abuela presente y amorosa. Empezó a notar que B llegaba de la casa de su mamá y abuelos con marcas en el cuerpo. Moretones, hematomas, raspones. En el abdomen, en los brazos, en los ojos. La respuesta a las preguntas sobre las causas eran que se había caído como cualquier chico de su edad. B decía que su mamá lo retaba y que lo dejaba en penitencia. Nunca nombraba a nadie más. Ni Cecilia ni Nicolás sospechaban que había algo oscuro, aunque ella, por instinto, empezó a fotografiar y grabar en video esa evidencia que aún no sabía a qué conduciría.
Algo no olía bien, pero era imposible pensar que alguien le hiciera daño a un nene. Menos aún, a su nieto. Se trataba de una familia “bien”, de personas católicas, de prestigio en la sociedad tucumana. La abuela enseñaba en escuelas religiosas, y el abuelo Guillermo Gray, era un conocido arquitecto que además fue director de obras públicas de la municipalidad de Tafí del Valle.
B empezó a negarse a volver a lo de su mamá al terminar las visitas. Cuando ella venía a buscarlo en auto con su padre, el chico gritaba salvajemente y no se quería ir. “Una vez, se bajó del auto y entró corriendo a la casa nuevamente por la puerta”, recuerda Cecilia.
La buena reputación de los Gray hizo que una de las pediatras que atendía a B, le dijera cuando la abuela le consultó sobre un enrojecimiento en la zona anal del nene que “se debía haber limpiado mal la colita”. En el hospital, le hicieron un tratamiento antiparasitario, porque B se quejaba de picazón.
Cecilia y NIcolás consultaron a especialistas porque el nene comenzó a tener movimientos incontrolables en las manos y las piernas, característicos de un Síndrome del Espectro Autista. Pero no se trataba de eso. Finalmente, todo salió a la luz el día que B cumplió cuatro años. Durante la visita del nene, notaron que otra vez tenía la zona anal enrojecida sumado a moretones en las piernas. El doctor que lo revisó, manifestó que era posible que hubiera existido un abuso sexual o violación.
El médico salió del consultorio y preguntó pálido quién era Memo.
“Teníamos que devolverlo porque le iban a hacer una celebración por su cumpleaños en la casa de la mamá. Dudamos, pero pensamos que ese día, en medio de la fiestita, no iba a pasar nada. Al día siguiente, de todos modos, le tocaba tenerlo a Nicolás. Lo recogimos en la escuela. El nene pidió que lo lleváramos al médico porque no podía respirar. Mientras el médico, en este caso otorrinolaringólogo, lo revisaba, salió del consultorio preguntó pálido quién era Memo. B le había dicho que su abuelo era quien le había provocado eso que tenía en la colita. Tenía eritema, enrojecimiento y el ano dilatado, nos dijo Gandur”, se espanta Cecilia. Se había confirmado la peor de las hipótesis.
El proceso
A partir de allí, se hizo la denuncia y se pidió una orden de restricción para toda la familia materna. Se incluía a la madre, porque B decía que ella estaba presente y no hacía nada cuando el abuelo abusaba de él. La guarda del nene le fue otorgada a Nicolás.
B atravesó todas las pruebas: cámara Gesell, entrevista con una psicóloga que aseveró que tenía daño psicológico compatible con abuso sexual, médico legista, peritajes psicológicos adicionales, tratamiento. En las entrevistas, el nene decía que el abuelo “le metía el dedo…“, y que él le tenía miedo porque lo amenazaba con “tirarlo a los volcanes”. Los exámenes incluidos en el expediente refieren que el chico ve en el medio familiar “una figura masculina amenazante” y que “tiene el mandato materno de no nombrarlo”.
En el informe psicológico de la mamá, Mónica Gray, también se detecta que en su familia de origen hay “una figura paterna dominante y amenazante” y “una figura materna que induce a encubrir y sostener el malestar intrafamilar”. Además, se percibe a Guillermo Gray como una figura “cruel y protectora” a la vez.
El médico que asistió al nene, describe en el expediente la lesión anal y dice que el médico policial consultado después de la denuncia judicial le explicó que “el abusador no es violento, que va haciendo su trabajo de hormiga para lograr dilatación y penetrar a su víctima”. Los movimientos involuntarios de manos y piernas de B también fueron analizados por especialistas que los consideraron indicadores de un trauma. ·
La causa fue elevada a juicio hace cinco años y recién acaba de celebrarse la Audiencia Preliminar, el último 26 de Junio, que fue tomada por un único magistrado, pese a tratarse de un Tribunal Colegiado.El doctor Roldán Vázquez, que presidió la audiencia, permitió ese día que una nueva abogada se sume al equipo de defensa de Gray.
Sin embargo, no admitió que el abogado Juan Pablo Gallego, que representa a la querella, participara del acto en el que se autorizaron diligencias solicitadas por la defensa que pueden implicar la modificación del relato brindado por el niño en Cámara Gessel, alegando problemas técnicos.
Los acusados fueron dos: Guillermo Gray, por abuso sexual agravado por la convivencia y el parentesco, y su hija Mónica por el mismo delito, pero como partícipe secundaria. Sin embargo, posteriormente la calificación de la joven fue cambiada por la de encubrimiento. Y en la Audiencia preparatoria el doctor Roldán Vázquez decidió quitarla como acusada de la carátula.
La familia Gray (abuelos de B y su hija Mónica, la mamá) niega los hechos y considera que Cecilia y Nicolás quieren apropiarse de B y que como abuela, ella es dominante y posesiva. El Tribunal Oral pretendió periciar a Cecilia Merched, a pesar de que se trata de una testigo. Un informe del psiquiatra Enrique Stola derrumbó esa maniobra.
Mónica, mamá de B asegura que es imposible que se haya dado el abuso, puesto que por sus horarios y las características personales de Memo, casi no tenía contacto con su nieto. Que es posible que lo haya retado, y que el chico haya inventado todo.
La mamá del nene -que tiene una relación de sometimiento con su padre según las pericias- recibió indicaciones de la jueza de familia. La magistrada, que se mostró proclive desde un primer momento a favorecer el contacto entre ella y su hijo, le aconsejó que se mudara de la casa parental. “Lo hizo, pero se fue a vivir con una prima que trabaja en el ministerio de Justicia”, señala Cecilia. La jueza cuando fue recusada, aceptó que “no puede ser imparcial”. Los intentos de recusación de la jueza por parte de Nicolás, padre de B., resultaron a pesar de eso infructuosos.
Cecilia relata que -por pedido de Nicolás- se hizo una pericia en la computadora de Gray padre. El objetivo era determinar si había fotos de B en sitios de pornografía infantil. El resultado fue otro, pero igualmente inquietante: se detectó una gran cantidad de visitas del abuelo de B, el acusado, a direcciones de pornografía de incesto. Sin embargo, este elemento no fue incorporado a la causa.
Defensor y juez
El comienzo del juicio está demorando más de lo debido. Cecilia teme que el equilibrio de su nieto se vea alterado por las presiones para la revinculación con su madre. “Una vez el chico la vio en un Mac Donalds y empezó de nuevo con los movimientos incontrolables “, esgrime. “Ella no ha hecho tratamiento como se le indicó. De hecho, hemos descubierto que las firmas de los informes del psicólogo no son coincidentes, han sido falsificadas: lo acredita un perito calígrafo que las examinó”, agrega.
Los Gray son una familia prestigiosa e influyente en la sociedad tucumana. “Memo Gray, además de haber sido funcionario en el área de obras públicas de Tafí del Valle, tiene relaciones en el poder judicial, familiares, conocidos, compadres, amigos. En todos lados, y también en la Iglesia”, asegura Cecilia.
B. se encuentra bien, a punto de ser dado de alta en una terapia psicológica. En los videos se lo ve como un chico extrovertido y desenvuelto. Cuando su familia materna se presentó en el acto de promesa a la Bandera, quiso que se fueran. También se molestó cuando le entregaron un diploma donde figuraban sus dos apellidos. “Quiero que me lo saquen”, dijo, refiriéndose al apellido de su abuelo materno, Gray.
Hace años que B. no está en contacto con su mamá, y repitió que no quiere estarlo en las oportunidades en que esto le fue preguntado en cumplimiento con el artículo 12 de la Convención de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente. “Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio del derecho a expresar su opinión libremente en todos los asuntos que lo afecten”, dice el texto.
“Mi nieto no puede salir del país para visitar a sus primos en los Estados Unidos.Tampoco pudimos llevarlo a Disney, como queríamos. Esto tiene que terminarse”, se queja Cecilia.
Para su defensa en la causa penal Guillermo Memo Gray acudió a Facundo Maggio, hijo de Pablo Maggio, socio del estudio jurídico Saint Jean y Maggio, uno de los más importantes de la Argentina. De él forman parte el hermano y el hijo de Ibérico Saint Jean, general y abogado que fue gobernador de la provincia de Buenos Aires durante la dictadura y uno de los puntales del denominado circuito Camps, que murió en el 2012 sin ser condenado. Fue acusado del secuestro y las torturas del periodista Jacobo Timerman.
Facundo Maggio fue también abogado del Arzobispado de Tucumán y defensor de represores, entre otros del cura José Mijalchik, acusado en la causa del centro clandestino de detención y torturas que funcionó en el Arsenal Miguel de Azcuénaga. Sin embargo y a pesar de la oposición de legisladores, del retiro del pliego por parte del gobernador Manzur y de la protesta y cuestionamientos de organizaciones de derechos humanos su designación como juez fue aprobada en Tucumán en marzo del 2018.
Ahora, se sumó Nadia Orce, la hija de un represor,acusada por amenazar a testigos en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante el Operativo Independencia. La abogada es hija de Camilo Orce, acusado como autor de delitos de lesa humanidad, cuya defensa fue ejercida por ella y por el ahora juez Maggio.