Se abrieron las puertas del pasillo que conecta el ala presidencial de la Casa Rosada con el Salón Blanco y entraron los tres: Javier Milei, Mario Lugones y Santiago Caputo. Los primeros dos recién se conocían. El Presidente y quien estaba a punto de asumir como su ministro de Salud tuvieron un escaso intercambio antes de la asunción y luego procedieron a la jura, que duró tres minutos, sin discursos. No es una rareza: la gestión libertaria es un collage y hay muchos altos funcionarios que, por su procedencia, jamás tuvieron trato directo con Milei.
Lugones, médico cardiólogo y empresario del área de la salud, llegó a su cargo por Caputo. Más precisamente, porque es el padre de Rodrigo, un íntimo amigo y compañero de trabajo del estratega presidencial en el rubro de la consultoría política. Lo llamativo fue que, ese día, Caputo se mostró al frente de la escena. Después del “sí, juro”, fue el primero en acercarse a saludar al flamante ministro, como haciéndose cargo de su designación.
En los últimos días, el estratega de Milei salió, como nunca, a la luz del sol. Él, que prefiere moverse en las sombras, no solo estuvo bajo los reflectores del Salón Blanco, sino que también apareció en sucesivas fotos políticas -desde aquella con Guillermo Francos y Karina Milei hasta la última postal con la CGT- y hasta fue captado por las cámaras de Telefé para el programa de Susana Giménez. Siempre que Milei da una entrevista, su consultor estrella lo asesora en la previa y así fue como quedó ponchado en el backstage de la nota que la diva le hizo al Presidente.
Lugones también solía manejar los hilos de Salud desde afuera. Pero su rol de interventor externo ya se hizo insostenible con la salida de Mario Russo del ministerio. “Para asesor sin firma con Santiago alcanza”, fue el comentario en la Casa Rosada. Así fue que el cardiólogo pasó a la formalidad y Caputo asumió como el garante de su nombramiento.
A la jura del nuevo ministro faltaron algunos miembros del gabinete. Pero la ausencia que más llamó la atención fue la de la titular de Capital Humano, Sandra Pettovello. En guerra fría con Caputo desde hace meses, la ministra era una de las principales aliadas de Russo en el staff oficial. De hecho, cuando días atrás trascendió que ella había acusado al por entonces ministro de Salud por un hecho de “corrupción” durante su encuentro privado con el papa Francisco en Santa Marta, la ministra se puso iracunda y salió a desmentir esa información.
Junto a otros funcionarios, Pettovello fue de las que más quiso ayudar a Russo para que exhibiera autonomía frente a las intromisiones de los Lugones. El exministro de Salud -que se ganó el cariño de muchos en el gabinete- se entusiasmó. Y la semana pasada quiso despedir a la secretaría de Coordinación Administrativa del ministerio, Cecilia Loccisano, por un entredicho por el reparto de las vacunas del dengue. “El ministro soy yo”, se plantó en la Casa Rosada. Horas después, el Gobierno anunciaba que Russo estaba afuera.
Hijos dilectos
Milei pareció querer compensar la cuota de poder que le otorgó a Caputo el martes en el Salón Blanco. Sin poder saldar, desde hace meses, las diferencias entre sus dos “hijos dilectos”, el jefe del Estado se movilizó el jueves en su cápsula presidencial hasta la Casa Patria Grande (rebautizada “Patria Libertad”) para almorzar con Pettovello. Esa mañana, ella se había ausentado a la reunión de gabinete, pero un rato más tarde recibió a Milei en su oficina. A la comida se sumó el secretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, la espada mediática del Gobierno en el conflicto con las universidades.
Durante el almuerzo, Milei felicitó al funcionario por su performance en los medios y le preguntó cómo se había sumado a “las fuerzas del cielo”. Álvarez -que es el hijo del mítico fundador de Guardia de Hierro, Alejandro “Gallego” Álvarez, y que se inició en la Juventud Universitaria Peronista (JUP)- le contó que conocía al diputado libertario Santiago Santurio por la militancia celeste y que se hizo amigo de Daniel Parisini (el influencer libertario “Gordo Dan”) antes del triunfo de La Libertad Avanza. Después, el secretario de Políticas Universitarias le contó a Milei que estaba escribiendo una tesis doctoral sobre las cuasimonedas. El Presidente, entonces, se extendió en la charla de teoría económica, sumergido en los tópicos que más le gustan.
Pettovello, por su parte, obtuvo la foto más importante. Meses atrás, Álvarez logró el cobijo de Santiago Caputo, embanderado en la batalla cultural. Ahora, fue la ministra la que se abrazó a su encargado de la cuestión universitaria. Y lo sumó a una foto con el Presidente que subió a la red social X, en una cuenta personal que abrió este año y comenzó a utilizar con frecuencia hace pocas semanas. La funcionaria, que siempre tuvo bajísimo perfil, decidió hacer una comunicación de gestión más intensiva en los últimos días. También ella salió al sol.
La noche previa al almuerzo con el Presidente, el subsecretario de Políticas Universitarias había protagonizado un debate televisivo con el vicerrector de la UBA, el radical Emiliano Yacobitti, contracara de los libertarios en el conflicto educativo. El fenómeno de “gobierno para armar” que hay detrás de Milei arroja casualidades peculiares. El jefe político de Yacobitti toda la vida fue Enrique “Coti” Nosiglia, uno de los operadores y dirigentes más influyentes de la UCR de las últimas décadas. Y Lugones, el nuevo ministro de Salud, fue socio comercial de Nosiglia en el Sanatorio Güemes y su alter ego en el ambiente de la salud. De ese mundillo fue que Lugones reclutó a varios funcionarios actuales para el equipo sanitario y otras áreas, como la energética.
Más allá de la coincidencia, en el Gobierno aseguran que el Coti no está detrás de Salud y que Lugones es su propio jefe. Un referente de la UCR, que coincide, lo explica así: “El Coti es como un padre para Yacobitti. Y Lugones y Nosiglia son socios. Si el Coti organiza una cena seguro los invita a comer a los dos. Pero no es que hoy él les esté diciendo qué hacer”.
Ante las nuevas incorporaciones al Gobierno, en Pro comenzaron a ironizar: “A final nosotros pusimos solo dos, el titular de Deportes y el de Parques Nacionales”. En la Casa Rosada dicen que hay decenas de funcionarios que integraron el gobierno de Cambiemos, empezando por el Ministerio de Economía. Pero no fueron fruto de un acuerdo político con Mauricio Macri. Por eso, el líder de Pro todavía no comprende por qué el Gobierno prefiere sostener a una porción importante de funcionarios peronistas y massistas en lugar de seguir sus recomendaciones en materia de cuadros técnicos.
Ahora la relación de Pro con el Gobierno enfrenta una prueba de fuego en el ámbito que parecía más ordenado: el parlamentario. Los amarillos deben definir cómo posicionarse frente al veto de Milei a la Ley de Financiamiento Universitario. Es un tema espinoso porque ya hay diputados de Pro que avisaron que no tienen estómago para validar el retaceo de fondos a las casas de estudios.
Macri -que volvió días atrás de una larga gira por Asia y Europa y tiene en agenda un viaje a los Estados Unidos- aprovechó su estadía en Buenos Aires para escuchar a la tropa propia. Próximamente va estar más cerca del Presidente: quiere trabajar, algunos días de la semana, en las oficinas del partido en la calle Balcarce, a 300 metros de la Casa Rosada.
Por lo pronto, después de meses de pirotécnica cruzada, el expresidente volvió a encontrarse, sorpresivamente, con Caputo, el exponente del “entorno” presidencial al que tanto criticó. Los intentos por acercar posiciones de manera discreta terminaron otra vez en ruido. El encuentro se filtró y Fernando De Andreis, mano derecha de Macri, publicó en X: “Como el escorpión que mata a la rana que lo está ayudando a cruzar el río, no pueden resistirse, está en su naturaleza”. Son diez meses de desgaste.
“Arman un bloque con Patricia (Bullrich) en la provincia y votan en contra de Jorge (Macri) en la Legislatura porteña. Pero después nos vienen a pedir los votos”, se quejó en las últimas horas un diputado gravitante de la bancada de Pro. Y agregó: “Nosotros no somos sus empleados, no lo entienden”. Para el próximo lunes, la Casa Rosada convocó a los bloques Pro y MID, de Oscar Zago, a una nueva reunión de “mesa parlamentaria”. La votación del segundo veto de Milei puede ser un parteaguas en la relación con los aliados.
El veto al financiamiento universitario es el próximo trance a superar, pero en el horizonte aparecen otras tensiones. La designación de Ariel Lijo en la Corte Suprema, a la que Macri se opone, parece un tema superado porque el Gobierno, por ahora, no logró cerrar un acuerdo con el kirchnerismo para juntar los votos en el Senado.
Cristina Kirchner quiere, primero, garantizar la ampliación del máximo tribunal. Según pudo reconstruir LA NACION, la gestión libertaria, no obstante, días atrás hizo llegar una idea al Instituto Patria. Propuso que primero haya media sanción a la ampliación de la Corte en Diputados y que, apenas este expediente sea girado a la Cámara alta, aparezcan los votos para Lijo y para el otro candidato del Gobierno, Manuel García-Mansilla. Un win-win.
Por Maia Jastreblansky – La Nación