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Un incendio en la Casa Rosada horas antes de que hallaran muerto a Nisman: Aníbal Fernández ocultó el hecho y la pérdida de 130 mil registros de visitas

Aníbal Fernández ocultó el hecho, luego le cambió la fecha y finalmente dijo que el fuego no tuvo consecuencias. No fue así: se perdieron 130.000 registros de visitas a la Casa de Gobierno entre 2011 y 2015, justo el período que abarca las negociaciones del Pacto con Irán que Nisman había denunciado tres días antes.

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Bomberos salen de la Casa Rosada la tarde del 17 de enero, pocas horas antes de que Nisman fuera hallado muerto. Aníbal Fernández negó que se hubiera producido el siniestro.
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“La verdadera historia del incendio en la Casa Rosada antes de hallar muerto a Nisman”, se titula una explosiva investigación publicada este martes por Clarín, con la firma del periodista Héctor Gambini.

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“Aníbal Fernández ocultó el hecho, luego le cambió la fecha y finalmente dijo que el fuego no tuvo consecuencias. No fue así: se perdieron 130.000 registros de visitas a la Casa de Gobierno entre 2011 y 2015, justo el período que abarca las negociaciones del Pacto con Irán que Nisman había denunciado tres días antes”, sintetiza el cronista.

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El fiscal Alberto Nisman fue hallado muerto en su departamento de Buenos Aires el domingo 18 de enero de 2015. La tarde anterior, sábado 17, a las 16 horas un incendio en la Casa Rosada generó un cortocircuito que arruinó los discos donde se archivaban los registros de 130.000 visitas a la sede del gobierno argentino desde cuatro años atrás. El incendio trató de ocultarse: no se informó a los medios ni a la justicia.

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Más de dos meses después y tras una publicación en Clarín, Aníbal Fernández -el máximo funcionario a cargo del episodio- debió admitir el hecho, pero mintió dos veces.

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Primero cambió la fecha del suceso: dijo que el incendio había sido el 21 de febrero, 35 días después del día en que realmente ocurrió. Y después afirmó que había “backup de todo” y que “no se perdió ningún tipo de información”.

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Frente a la Casa Rosada. Aníbal Fernández, habla con periodistas, en febrero de 2015 / Gustavo Ortiz/ Archivo Clarín

Cuando Aníbal Fernández explicaba eso, hacía 40 días que el área de Seguridad de la Casa Rosada, que dependía de él mismo, le había indicado a la empresa NEC -una firma japonesa manejada en la Argentina por un amigo suyo- que no recuperara los registros de visitas que habían desaparecido en los discos dañados. Esa información sigue perdida hasta hoy.

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Casi siete años después, la Justicia aún trata de reconstruir lo ocurrido: en los registros perdidos podía haber constancias de las visitas a la Casa Rosada de los acusados de participar en el plan para darles impunidad a los iraníes que volaron la AMIA, algo que el fiscal Nisman había denunciado sólo tres días antes del incendio.

La sobrecarga eléctrica que generó el fuego fue selectiva: sólo afectó los registros de acceso al edificio. Ningún otro archivo digital resultó dañado en ninguna otra computadora de la Casa Rosada.

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Representantes de la AMIA y DAIA salen de Casa Rosada luego de una reunión con Aníbal Fernández, el 19 de enero de 2015 / Lorena Lucca. Archivo Clarín

Los daños

Informe técnico de NEC Argentina, 10 de febrero de 2015:

“El sábado 17 de enero de 2015, aproximadamente a las 18 Hs, el servicio técnico de NEC recibió una llamada del personal de Seguridad Electrónica de la Casa de Gobierno, quien le indica que luego de un corte de energía producido por un incendio, las terminales de administración del sistema NECSIS de Control de Acceso lo muestran fuera de línea…”

“El día lunes nuestro personal técnico pudo comprobar que el incendio citado había afectado el cableado de alimentación del servidor de Control de Acceso produciendo un cortocircuito…”

“Debido al abrupto incidente de energía, se vio afectada la integridad de los discos del sistema…”

“Luego de varios intentos fallidos de repararlos, se decidió comenzar una reinstalación desde cero…Este proceso manual permitió restaurar gran parte de los datos de empleados…”

“En el caso de las personas enroladas como visitas, hay mayor volumen de usuarios a recuperar ya que las visitas en el sistema rondan los 130.000 registros (24 veces más que los registros de empleados)”.

“Por esa razón, en una reunión mantenida el día 9/2/2015, el personal de Casa de Gobierno decidió priorizar la puesta en servicio del sistema de control de acceso, dejando por el momento sin efecto la recuperación de los datos de las visitas”.

Firma Guillermo Waldhausen, gerente de Servicio Técnico de NEC.

Aquella orden de no recuperar los datos de las visitas jamás se revirtió. Un informe de la Casa Militar elaborado tres años después determinó que sólo quedaron registros manuales de entre 2011 y 2015 correspondientes a la puerta de acceso de Rivadavia 250, pero que se perdieron todos los datos de los accesos de Balcarce 24, Balcarce 50 e Hipólito Yrigoyen 219.

Junto a los archivos inutilizados también se borraron los “ingresos internos”. Esto es, gente autorizada a estar en la Casa de Gobierno que accede a sitios restringidos únicamente con su clave personal o su huella digital. Por ejemplo, si alguien fue a una oficina administrativa pero luego entró y salió del despacho presidencial.
Una curiosidad: quien remitió aquella información al jefe de la Casa Militar, en 2018, es Hugo Gavassa, en ese momento Director de Informática de la Casa de Gobierno y ahora integrante del equipo de Apache Solutions, la empresa del taiwanés Chien Chia Hong que ya ganó ocho contratos con el Estado nacional desde que fue al cumpleaños de Alberto Fernández en Olivos en abril de 2020, en plena pandemia.

El fuego

El sumario policial de la Comisaría 2ª del 17 de enero de 2015 se titula, sugestivamente, “Alarma de incendio”, como si finalmente el siniestro no hubiera sucedido. Esta calificación engañosa sería determinante para esconder el episodio y evitar que fuera investigado por la justicia en ese mismo momento, como debió suceder de acuerdo a los protocolos legales.

El Ayudante Francisco Sánchez contó que “estaba en el móvil 102” y a las 16.20 fue desplazado a Balcarce 50 por el Departamento Federal de Emergencias. El incendio era en un depósito de mantenimiento del primer subsuelo. Lo sofocó un equipo de bomberos a cargo del subcomisario Juan Echeverría.

El inspector Eduardo Jamur, de la división Siniestros, determinó que el fuego comenzó en el sistema de cableado del depósito, y que se pudo haber producido por un exceso de consumo energético que recalentó los cables.

A pesar del título del sumario que buscaba atenuar la gravedad de los acontecimientos, en ese mismo momento se informa que al menos cuatro personas debieron recibir atención médica y que una de ellas, el cabo primero bombero Carlos Curas, fue trasladado al hospital Churruca.

Según el sistema de emergencias médicas que actuó aquel día, las otras personas afectadas por “intoxicación por humo”, además de Curas, fueron Ricardo Moncaba (53), una persona identificada como Kilmain (44) y Emiliano Lanata (31).

“La división Siniestros pudo determinar que el hecho fue producido por una contingencia eléctrica considerando el hecho casual obra de la fatalidad y sin imputación hacia terceras personas”, dice el primer sumario, confeccionado de apuro apenas se extinguieron las llamas y sin consultar a peritos electrónicos, como veremos más adelante. Y agrega, extrañamente: “Se deja constancia que en el lugar no se observaron medios periodísticos”.

Nisman

Su título de “Alarma…” en lugar de ”Incendio” para evitar la intervención judicial y el dato documentado de que no había periodistas cerca decidieron al Gobierno a mantener el episodio en secreto.

Un mes después del incendio, Aníbal Fernández deja su cargo de secretario general de la Presidencia y jura como jefe de Gabinete / Archivo Clarín

Sin embargo, algunas personas que en ese momento hacían visitas guiadas por la Casa Rosada, y que debieron evacuar el edificio, subieron fotos de los bomberos y el autobomba que luego replicarían algunos medios. Esas imágenes inocentes, posteadas como curiosidad en una tarde de verano, certificaron por fuera del sumario interno que el incendio no fue el sábado 21 de febrero -como diría dos meses después Aníbal Fernández-, sino el 17 de enero. No 35 días después de la muerte de Nisman, sino la tarde anterior.

“Todas las bases de datos tienen backup. Hay una cierta mala leche… la información está completa y no ha generado ninguna complicación en la Casa Rosada”, dijo Aníbal a Radio Nacional Rock el 22 de marzo. La información no estaba completa, como decía Fernández. Ya no estaba más.

Tras mantener el hecho oculto durante 64 días, Aníbal se había visto obligado a referirse al incendio por una primicia del periodista Ignacio Ortelli, que publicó en Clarín el episodio, hasta entonces desconocido.

El fuego se había desatado el mismo día y casi en el mismo instante en que Diego Lagomarsino -el técnico informático ahora procesado por el asesinato de Nisman- estaba saliendo para el departamento del fiscal, que más tarde iba a aparecer muerto por un disparo de su arma.

En el parte de novedades de la Casa Rosada, el oficial principal Claudio Temprano escribió a mano, aquel sábado 17 de enero:

“16.15 Hs. aproximadamente, en momentos en que la sede gubernamental se encontraba abierta al público con motivo de las visitas guiadas, hallándose aproximadamente 400 personas, el personal policial que se hallaba en los escáners de acceso es alertado por público de un intenso humo el cual provenía de la Planta Baja, más precisamente próximo a la sala “De los pueblos originarios” donde se encuentra al costado un montacarga…”. Y, más adelante: “Se determina que el fuego se produjo por una falla eléctrica a causa del derretimiento de un cable de tensión…”.

Lo que ningún perito pudo explicar es por qué, si el incendio en los cables del subsuelo generó una recarga de tensión general -y por eso la Casa Rosada estuvo sin luz hasta las 21.20- sólo se dañaron los servers donde estaban los archivos de las visitas desde 2011 hasta ese día de 2015.

Sólo eso: lo que un juez debía buscar tras la denuncia de Nisman presentada 72 horas antes. Nada más.

Que el corte de luz fue interno y únicamente en la Casa Rosada lo certifica Edesur, que informó: “No se registra en nuestro sistema corte de suministro para el cliente 4905 correspondiente a la calle Balcarce 50 de esta ciudad el día 17/01/2015”.

Las dudas

El 5 de julio de 2018 declara el capitán Eduardo Jamur, inspector de Siniestros de la Federal. Allí cuenta que lo que se incendió fue “un depósito como para guardar cosas en desuso con baldes de pintura y cosas no utilizables y papeles”. Dice que vio “una bandeja metálica donde pasan cables de diferentes tipos de diámetros” ocasionando “una contingencia de índole eléctrica”. Y que la sobrecarga hizo que el plástico de los cables cayera “en forma de gotas encendidas” sobre papeles que había debajo y eso provocó el fuego.

Sin embargo, aclara que “para saber la causa de la sobrecarga deberíamos hacer un examen mucho más grande” porque “el motivo de la contingencia eléctrica no se determinó”. Y agrega que un ingeniero electrónico podría identificar la verdadera causa, pero que eso “tendría que haberse realizado en ese momento”.

¿Había alguien en la Federal que hiciera ese trabajo? Según Jamur, “en la división había un ingeniero electrónico pero por lo general no lo destinaban a incendios”.

Y sigue: “Una vez que termino mi trabajo me contacto con alguien de la Comisaría y pregunto si se labraban actuaciones judiciales, a lo que me contestan que no”. También declara que, además de los bomberos y la Policía, “en el lugar del incendio había más gente pero no recuerdo quiénes eran”. Y detalla: “Las personas que refiero que estaban ahí no tenían uniforme”.

También refiere no saber a qué equipos “proveían los cables afectados”. ¿Eso consta en algún registro? “No, cuando no hay intervención judicial sólo dejamos una reseña… no un informe”. Algo superficial. Como no se hizo la denuncia judicial, nadie investigó a fondo las causas reales del fuego.

Los personajes

Cuál fue “el personal de Casa de Gobierno” que indicó que los registros de visitas no debían ser recuperados no se sabe hasta hoy.

La firma japonesa NEC, proveedora de servicios tecnológicos, había ganado el contrato para instalar los sistemas de acceso y vigilancia tanto en la Casa Rosada como en la Quinta Presidencial de Olivos ocho años antes del incendio -durante 2007- mediante una contratación directa.

En el momento de la adjudicación, el ministro del Interior del entonces gobierno de Néstor Kirchner era Aníbal Fernández.

Carlos Martinángeli (de frente, corbata a rayas rojas y blancas) CEO de NEC Argentina y amigo de Aníbal Fernández, durante un encuentro con Cristina Kirchner  / Archivo Clarín
Carlos Martinángeli (de frente, corbata a rayas rojas y blancas) CEO de NEC Argentina y amigo de Aníbal Fernández, durante un encuentro con Cristina Kirchner / Archivo Clarín

El CEO de NEC Argentina era Carlos Martinángeli, un amigo personal de Aníbal y su compañero de truco en las interminables tardes sobre la arena en los veranos de Cariló, donde NEC tenía un espacio VIP en el balneario Hemingway.

En esa misma playa bonaerense había sido fotografiado por el diario Perfil el director de Reunión Interior de la SIDE, Fernando Pocino, que al día siguiente del incendio en la Rosada recibiría decenas de llamadas de espías que reportaban a él. Sucedía mientras Nisman ya estaba muerto en su departamento pero aún nadie lo sabía.

Pocino, a su vez, se comunicó aquel domingo 11 veces con Juan Martín Mena, entonces segundo jefe de la SIDE (el jefe era Oscar Parrilli) y actual viceministro de Justicia del gobierno de Alberto Fernández. Todas las comunicaciones fueron mientras aún no se sabía públicamente que Nisman estaba muerto. Tanto Pocino como Mena son incondicionales de Cristina Kirchner.

Algo más: aquel día en que hallaron muerto a Nisman y 89 espías pasaban informes que terminaban en él, a Pocino lo capta una antena de Pinamar que también corresponde a Cariló. El lugar que elegía para veranear siempre, igual que Aníbal y Martinángeli.

Desde esa misma antena Pocino también se comunicó la noche del incendio en la Rosada, cerca de las 21.30, mientras en la Comisaría 2ª se cerraba el sumario como un hecho accidental. Habló varios minutos con un celular del Ministerio de Justicia asignado a la flota del equipo de Mena.

La estrecha relación entre Aníbal y Martinángeli se extendía al mundo del fútbol. En 2015 Aníbal Fernández también era presidente del club Quilmes. Y Martinángeli, su vice.

Desde que Martinángeli se hizo cargo de gerenciar la filial argentina, los negocios de NEC en el país crecieron en el floreciente mercado de la inseguridad local. A tal punto que en 2012 NEC compró la mayoría de las acciones de Global View, la empresa del ex montonero Mario Montoto que se había expandido con su servicio de cámaras de seguridad y centros de monitoreo por todo el conurbano bonaerense.

Además de “una sensación”, como la definía entonces el propio Aníbal Fernández, la inseguridad era también un negocio millonario y próspero. En aquellos años de gloria, de cada 100 pesos que facturaba NEC en la Argentina, 65 provenían de contratos con el Estado.

Eran los días en que Martinángeli era recibido por Cristina Kirchner en audiencias oficiales donde él le proponía, directamente, “desarrollar tecnología destinada al sector público” para llegar al sueño del “gobierno electrónico”. El proveedor, claro, debía ser NEC.

NEC era la empresa proveedora de los sistemas digitales de ingresos a la Casa Rosada el día del incendio. Y Aníbal Fernández, el Secretario General de la Presidencia. De él dependía entonces la Casa Militar, organismo responsable de la seguridad presidencial y los controles de accesos.

A las cuatro y media de la tarde de aquel sábado, el jefe de la Casa Militar -un salteño llamado Agustín Rodríguez que luego sería investigado por un escándalo de viáticos truchos por un viaje de Cristina a Paraguay- estaba en Tecnópolis, donde se celebraba la llegada del rally Dakar.

El Dakar en Tecnópolis / Juano Tesone
El Dakar en Tecnópolis / Juano Tesone

Rodríguez tenía su despacho en el primer piso de la Casa Rosada, cerca del Salón Blanco, desde donde lo llamaron para avisarle del incendio.

El militar salió inmediatamente hacia la Plaza de Mayo, llegó y entró a la Casa de Gobierno por Rivadavia 250 donde, según declaró hace pocas semanas, “se notaba que había un incendio”. Se veía humo y había “olor a plástico quemado”, describió. No era una “alarma” entonces, como escribirían después en el informe, sino algo real y visible.

Para Rodríguez, “el problema provocó un corte de luz en Casa de Gobierno y el tema de electricidad, más los cables de computadora, provocó un problema en el server. Ahí hubo un problema con el almacenamiento de datos…”.

El 5 de septiembre de 2018 NEC informó que “el sistema genera un backup que se guarda en una carpeta en el propio servidor. El administrador debe tomar el backup de esta carpeta y llevarlo a un ambiente seguro según la política definida por Presidencia. La responsabilidad de administración de backups quedaba a cargo del personal de Presidencia”.

Rodríguez declaró por aquel incidente recién en agosto de 2021. Cuando le preguntaron a quién reportó las novedades del incendio, contestó: “Se toma contacto con el Secretario General y se dice todas las medidas que se adoptaron, los reportes que se están haciendo, etcétera… No recuerdo en ese momento quién era el Secretario General…”Era Aníbal Fernández.

En ese contexto, es difícil suponer que Aníbal no conociera las instrucciones dadas a la empresa NEC de su amigo Martinángeli para que no tratara de recuperar los datos de las visitas, ya que él era la máxima autoridad a cargo de la seguridad en la Casa Rosada. Y superior inmediato del jefe de la Casa Militar, que centralizaba la información del incidente.

¿Qué pasaba aquel 9 de febrero de 2015, cuando se ordenó no recuperar los archivos perdidos? Los diarios informaban que crecía el apoyo a la marcha de los fiscales que pedirían justicia por Nisman el día 18, a un mes de lo que la Justicia considera ahora un asesinato. Allí se consignaba el “repudio” del Gobierno a esa movilización, que sería multitudinaria y silenciosa. Aníbal Fernández decía que la marcha sería “un uso politiquero de la muerte”.

La marcha por Nisman, el 18 de febrero de 2015, multitudinaria bajo una lluvia torrencial / Gustavo Garello / Archivo Clarín
La marcha por Nisman, el 18 de febrero de 2015, multitudinaria bajo una lluvia torrencial / Gustavo Garello / Archivo Clarín

Quizá no sea tan difícil establecer por qué NEC -la empresa que manejaba el amigo de Aníbal- no aclaró quién le dijo específicamente que no trabajara en la recuperación de archivos. Sus directivos, que declararon años después, dijeron que no tenían la información completa debido a que los empleados que habrían recibido aquellas indicaciones ya habían dejado de pertenecer a la empresa.

Sin embargo, señalaron que dos de sus técnicos que habrían estado allí aquel día se fueron de la compañía en los meses posteriores y, curiosamente, empezaron a trabajar en Presidencia.

NEC menciona a los “técnicos en sitio” Mariano y Pablo Quiñones. Según la empresa, Pablo Quiñones dejó NEC el 30 de septiembre de 2015 (ocho meses después del incendio) y “tenemos referencia de que pasó a formar parte del staff de Presidencia”.

Mariano Quiñones fue desvinculado de NEC por “reestructuración” y “suponemos que pasó a formar parte del staff de Presidencia”. Esas precisiones están en un informe de la empresa presentado ante la justicia al que accedió Clarín.

Hay otro dato sugestivo. Carlos Martinángeli, el amigo de Aníbal que manejaba la filial argentina y había pertenecido a NEC durante 15 años, abandonó la empresa pocos días después del incendio. Le aceptaron la renuncia el 26 de enero de 2015, según consta en las actas de la asamblea general ordinaria de la compañía.

El entonces jefe de la Casa Militar, Rodríguez, sigue en el Ejército y actualmente es gerente de Seguridad de la Casa de la Moneda.

Toda su formación militar transcurrió en la rama de Inteligencia. Antes de conducir la Casa Militar trabajó cinco años en la Inteligencia militar de Jujuy, un año en la Central de Inteligencia Militar y cinco más en la Compañía de Inteligencia 11 de Río Gallegos. Allí fue que conoció a Néstor y Cristina Kirchner, en los mismos años en que los frecuentaba otro militar que trabajaba cerca de ellos en Santa Cruz, Sergio Berni.

El destino tiene vueltas insospechadas: Rodríguez fue el jefe de Seguridad de la Casa Rosada el día en que se perdieron datos clave en el incendio y, al día siguiente, Berni estaría caminando con los pies llenos de barro por el departamento de Nisman muerto. Berni era también el funcionario al que respondía en aquel momento la Policía Federal, autora del sumario titulado “Alarma de incendio” que se hizo sin intervención judicial.

En el momento del incidente, Rodríguez era un hombre de César Milani, jefe de la inteligencia paralela que había mandado a montar Cristina Kirchner cuando empezó a desconfiar de la SIDE y del espía Antonio Stiuso, que había sido puesto a trabajar con Nisman en la causa AMIA por el propio Néstor Kirchner.

Milani tiene varios llamados con otros jefes de Inteligencia el mismo sábado 17 de enero de 2015, mientras Rodríguez, uno de sus hombres, recibía los informes del incendio en la Rosada que el Gobierno mantendría oculto por dos meses, y Lagomarsino se preparaba para llevar a Puerto Madero el arma que mataría al fiscal Nisman.

El ocultamiento

¿Qué importancia podían tener esos archivos perdidos en una tarde de enero? Nisman había presentado la denuncia contra Cristina basándose principalmente en escuchas telefónicas donde colaboradores del gobierno parecían operar directamente desde la Casa Rosada.

Nisman había presentado la denuncia pero no las pruebas: 19 DVDs que contenían el material de 961 CDs con cientos de horas de escuchas que serían adjuntadas a la denuncia original el lunes siguiente. En el momento del incendio, nadie en el gobierno sabía qué tenía Nisman contra ellos. Los registros de visitas a la Rosada podrían ser comprometedores.

Salvando las distancias, esos mismos registros de ingreso, pero en la Quinta de Olivos, revelaron el movimiento de las visitas en plena pandemia que terminaron con el escándalo del cumpleaños de Fabiola Yáñez, pareja del presidente Alberto Fernández, en 2020.

Aunque en Olivos no hubo incendios en 2015, las imágenes de las cámaras de seguridad correspondientes al fin de semana de enero en que murió Nisman tampoco pudieron recuperarse. “Se borran a los 30 días y en aquel momento nadie las pidió”, informó la Casa Militar.

Cuando el incendio en la Rosada comenzó a ser investigado por la Justicia, más de dos años después de ocurrido, el apoderado de NEC, Roberto Oliva, le ratificó al fiscal Gerardo Pollicita que “la operación, administración, realización de backups, gestión de la información, reportes y uso del sistema estuvieron siempre a cargo del Personal de Presidencia y no formaban parte del alcance del servicio brindado por NEC”.

“Para reconstruir el registro de visitas a Casa de Gobierno, era necesario contar con un backup -cercano a la fecha del incendio- del sistema instalado en los discos dañados. Nunca se le encomendó a NEC la reconstrucción de las visitas y tampoco se le entregó el backup necesario para hacer la tarea”.

Lo que la fiscalía pedía eran datos de los registros de visitas entre el 1° de enero de 2011 y el 9 de diciembre de 2015. Concretamente, los movimientos registrados de estas 11 personas: Héctor Timerman, Julio De Vido, Oscar Parrilli, Carlos Zannini, Angelina Abbona, Luis D’Elía, Fernando Esteche, Jorge Khalil, Andrés Larroque, Héctor Yrimia y Ramón Allan Bogado. Todos integraban la trama del plan denunciado por Nisman.

El 7 de Junio de 2017, el jefe de la Casa Militar José Luis Yofre -que sucedió a Rodríguez-, contestó que se hizo un relevamiento para buscar los discos dañados originales, pero que “no han sido hallados, por lo que no es posible recuperar la información requerida”. Por último, “se informa que no obran en esta Casa Militar soporte papel de los backups”.

Es decir: NEC dice que el backup era responsabilidad del gobierno y el gobierno informa que no hay ningún backup. Además de los archivos perdidos en un incendio extraño, tampoco se habían resguardado las copias en un lugar seguro.

El fiscal Eduardo Taiano, que investiga el asesinato de Nisman, pidió ampliar la información a partir de 2018. El comisario Adrián Pedrón, jefe de la Comisaría 2ª de la Policía de la Ciudad, le ratifica entonces que “no se encontraron actuaciones judiciales” sobre el incendio. Y se adjuntan datos de aquel día.

A las 19.14 del 17 de enero el subinspector de la Federal Diego Espíndola, de la Comisaría 2ª, escribe que sólo se informó de la novedad “al Sr. Jefe de la Policía Federal Argentina”. El jefe de la Federal era Román Di Santo, que respondía operativamente a Berni y pocas horas después estaría en la escena del crimen de Nisman muerto, igual que Berni. Di Santo nunca fue llamado a declarar.

A las 21.43, el Cuartel 1º de Bomberos de la Federal envía un fax a la Comisaría 2ª con el resultado de la pericia. Es una sola hoja firmada por el principal Budinich donde dice que la causa del incendio fue “contingencia eléctrica”, sin más detalles. Y agrega cuatro fotos de la Casa Rosada desde afuera (como las que podría tomar cualquier turista) porque aclaran que “el personal de custodia no permitió tomar fotos del interior”.

En su declaración ante la Justicia, varios años después, el comisario Juan Echeverría, de Bomberos, cuenta que le pregunta “al personal policial de la Casa de Gobierno qué se dejaba asentado y contestaron que el motivo iba a ser alarma de incendio y listo…”. “A partir de ahí se hace el informe y listo, queda en archivo”.

Echeverría recuerda que mucho tiempo después, a fines de febrero, lo llamó alguien de Casa de Gobierno y “me consultó del incendio, acerca de cómo fue… bah, las conclusiones”. A esta persona “lo conocía del Ministerio de Justicia…”.

¿Ya habían hablado antes? “Me animaría a decir que esa fue la única comunicación”, contestó.

Cuando le preguntan si cree que la contingencia eléctrica fue accidental o intencional, responde: “Entiendo que un ingeniero tiene más conocimiento pero la verdad no sé…”. Sobre si los cables pudieron haberse cortado intencionalmente, para que recalentaran, contestó que, si fue así, “no se ve, porque cuando se quema se quema todo el cobertor y queda el alma de cobre…”.

El final

El miércoles 14 de enero a la noche -tres días antes del fuego en la Rosada y cuatro antes de su propia muerte-, el fiscal Nisman fue entrevistado por el periodista Edgardo Alfano en TN. Allí explicó los lineamientos generales de su denuncia contra el gobierno de Cristina Kirchner que había llevado a la justicia esa misma mañana.
Video: El último reportaje de Nisman

Nisman: -D’Elia dice: “Estoy saliendo de la Rosada. Tengo un mensaje de la Presidenta. Hace falta algo urgente para mañana”.

Alfano: -¿Eso está todo en las escuchas?

-¡Obviamente! Y estoy siendo prudente. Hay cosas que todavía prefiero no decir. Están en las escuchas que son aún más graves.

Nisman aclara más adelante: -Tampoco le voy a decir la prueba que tengo contra todos ellos.

El fiscal estaba anunciando el miércoles que algunas de las decisiones del entramado para dar encubrimiento a los iraníes se tomaban directamente en la Casa Rosada. El fuego -el único siniestro ocurrido allí en todo el año- fue el primer día inhábil siguiente.

-¿Usted tiene custodia. La va a seguir teniendo?

-La tengo. La procuradora Gils Carbó se tomó el trabajo de llamarme para ofrecerme incrementar la custodia. Le dije no doctora. Con la que tengo me alcanza. Hoy lo voy a repensar… Ella me dijo, Dr. Nisman, piénselo, lo va a necesitar…

Las pericias consideradas por la Justicia determinaron que el fiscal fue asesinado cuatro días después. Ahora -a casi siete años de aquellos hechos- un tribunal dio por desestimada la denuncia de Nisman contra el gobierno de Cristina Kirchner en una instancia inédita, antes de comenzar el juicio y sin oír a los 300 testigos convocados. Ese fallo fue apelado a la Cámara de Casación.

Un mes después del incendio, Aníbal Fernández dejó su cargo de secretario general de la Presidencia y juró como jefe de Gabinete. Allí, mientras cambiaba la fecha y mentía sobre las consecuencias del siniestro que había borrado 130.000 registros de pruebas posibles, encabezaba una campaña feroz para denostar a Nisman desde la cumbre del Gobierno que, por alguna razón, continúa hasta hoy. 

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