En el día en el que arranca una nueva jornada financiera, el Gobierno comienza a entender que más pronto que tarde deberá optar entre dos opciones nefastas para la Argentina. O implementa una fuerte devaluación o aplica un cierre total de la economía. Y es que la situación cambiaria empeora a diario debido a que las reservas continúan escurriéndose del Banco Central que agotó ya todos los paliativos que podía aplicar.
Y es que de nada sirvieron las mayores restricciones que el BCRA impuso a la hora de acceder al cupo de los USD 200 mensuales. De todos modos, las reservas continuaron mermando con el correr de los días. No en vano, la semana anterior el equipo económico anunció una serie de medidas cuyo objetivo era atraer dólares de parte del sector agroexportador para ganar liquidez en las reservas del Banco Central.
Sin embargo, el paquete de medidas no tuvo buena recepción en los mercados ni en las empresas. Además, las cerealeras y anunciaron que no apurarán la liquidación de dólares porque consideran insuficiente la baja temporal de las retenciones a la carne y a la soja. Esta medida era la más importante del conjunto anunciado el pasado jueves. Sin la liquidación de divisas, las opciones que tiene Argentina por delante se achican cada vez más.
Pero, además, los exportadores prefieren quedarse con la mercadería y liquidar lo mínimo indispensable para hacer frente a las necesidades del negocio. Y es que no sólo la incertidumbre o la especulación acerca de una posible fuerte devaluación hace que no liquiden. La brecha cambiaria de casi el 100% entre el dólar oficial (sin recarga de impuestos) y el dólar blue es una imposibilidad más que se agrega.
Es por ello que, si se apura el ingreso de dólares al tipo de cambio oficial no hay un destino seguro para esos pesos. Entonces, los exportadores se enfrentan a la posibilidad de quedar expuesto a una fuerte descapitalización hasta que llegue el momento de la próxima cosecha. Por otro lado, en el mundo empresarial la sensación que queda es que lo hecho hasta aquí por el equipo económico es tardío y tibio.
Y es que los inversores están convencidos de que el Gobierno corre siempre detrás de los acontecimientos y, para colmo, implementa medidas que no alcanzan a resolver los desequilibrios financieros y cambiarios, cuyas proporciones son enormes. La situación llegó a un punto muy crítico, con un BCRA que no posee reservas líquidas, salvo yuanes chinos y el oro que tiene guardado en sus propias bóvedas. Esto le resta capacidad de intervención en el mercado cambiario y, a pesar de que Alberto Fernández dijo que no devaluaría, el mercado está convencido de lo contrario. Y es que el desequilibrio fiscal es la causa de todos los males, ya que, además de quedarse sin reservas, la emisión de pesos ha sido enorme en medio de la pandemia y el presupuesto 2021 prevé más emisión. Por ello, las opciones que quedan son una fuerte devaluación o el cierre de la economía.