La intención de Alberto Fernández de que el Congreso le otorgue los llamados “superpoderes” para tomar determinadas medidas en relación a la pandemia de coronavirus no hace más que evidenciar el laberinto en el que el propio presidente se ha metido. ¿Para qué quiere el Presidente esas atribuciones extraordinarias? Si la relación que tiene con su vicepresidenta, Cristina Kirchner, es lo que le hace menguar su autoridad.
Alberto Fernández insiste con los superpoderes y es un minipresidente. La reina Cristina convirtió a la Argentina en el reino del revés. El Presidente que no preside y que fue vaciado de poder por su jefa, ahora quiere superpoderes. Ese objetivo es un esperpento. Alberto demostró que no tiene autoridad ni para echar de su cargo a un subsecretario de tercer nivel, como fue el caso de Federico Basualdo.
Y, sin embargo, quiere que el Congreso le delegue facultades extraordinarias”, arrancó su tradicional editorial Alfredo Leuco. ¿Para qué quiere lo más si no tiene lo menos? Dicen que la última vez que estuvieron a solas y cara a cara, el Presidente y Cristina, la discusión fue a los gritos y que Alberto, incluso, amenazó con irse del gobierno. Esa es la batalla que debe dar Alberto Fernández de una buena vez.
Esto es recuperar el sillón de Rivadavia y la investidura presidencial que le expropió Cristina. El poder ejecutivo es unipersonal, según la Constitución, y si Fernández tiene responsabilidad y coraje debería hacer valer ante su jefa que nos guste o no, el voto popular lo eligió a él. Tal vez sea un irresponsable que perdió hasta la dignidad o un cobarde. Tal vez ya se haya entregado de pies y manos y solo pueda pronunciar dos palabras, ‘Sí, Cristina’”.
Es por ello que no se entiende el hecho de que exija superpoderes un mini presidente. ¿Para qué los quiere? ¿Son para que los ejerza Cristina en las sombras y pueda descargar todo su daño y resentimiento sobre una sociedad que cada día la rechaza más y la vota menos? ¿Quieren gobernar de espaldas a la sociedad y sin tener en cuenta ni al Poder Legislativo y, todavía menos, al Poder Judicial?
El exceso que ahora comete el Presidente es que interpreta que por ser una ley no necesita el acompañamiento voluntario de las provincias sobre sus propias decisiones federales, sino que lo decide por ellas. Entonces, en vez de ponerse de acuerdo sobre medidas sanitarias, avanza sobre decisiones que son absolutamente provinciales o municipales desconociendo el sistema imperante en Argentina.
De eso se habla cuando le damos superpoderes, de que Alberto Fernández avance sobre jurisdicciones que no le competen. Ahora quiere esta suerte de poderes inconstitucionales para tomar decisiones en reemplazo de los gobernadores y de las provincias. Y es que todo pareciera indicar que es un emperador ahora Alberto Fernández, o que quiere aparentar algo parecido ante Cristina Kirchner, pero de espaldas de la sociedad.
