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Un sacerdote tucumano fue obligado a renunciar y a escapar de Perú

Se trata de Luis Bejar, quien era perseguido por criticar duramente en redes sociales al gobierno de ese país por las muertes causadas por la represión.

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Descacharreo

En medio de la crisis de Perú, el sacerdote tucumano Luis Bejar, que prestaba servicios en Juliaca donde 19 manifestantes fueron asesinados, publicó un llamado a la renuncia de la presidenta en las redes sociales, lo que desencadenó en que líderes políticos y medios afines lo tacharan como terrorista y poner en peligro su vida. Gracias a la intervención de la Embajada argentina, la Cancillería y gestiones del Vaticano, Bejar pudo abandonar el país en poco tiempo ante el riesgo de un posible atentado en su contra.

“Me advirtieron que sectores de las fuerzas armadas andaban detrás mío y que debían sacarme del país. Pese a lo que está sucediendo, el pueblo peruano no se rendirá y superará este momento, voy a volver en marzo porque ese es mi lugar en el mundo”, afirmó el sacerdote oriundo de Tafí Viejo a la prensa ya más tranquilo, desde Santa Rosa de la Pampa, en donde vive una de sus hermanas.

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“No había ninguna razón para quedarse callado frente a los asesinatos, lo diría 50 veces más. Asesinaron en tres horas, si no me equivoco, a 17 personas”, dijo el tucumano al medio porteño. La situación empeoró cuando el congresista Montoya presentó una petición al Nuncio Apostólico de Perú para destituir y transferir al cura argentino, a quien acusaba de ser comunista y de hacer política desde el púlpito.

Movilidad Urbana

La tensión se hizo insoportable para Bejar, por lo que el 11 de (mes) presentó su renuncia, pero antes habló con el obispo por teléfono y le aclaró que no se arrepentía de sus mensajes. Después del edicto del obispo de Puno, el padre Bejar mudó su residencia en Juliaca y desconectó la localización de sus dispositivos electrónicos. Solo un pequeño círculo de allegados conocía su paradero.

Mientras tanto, con las Fuerzas Armadas sitiando Juliaca, se comunicó con los Sacerdotes por la Opción por los Pobres en Argentina. Todos le aconsejaron mantener un bajo perfil hasta su huida de Perú, pero el padre Luis no pudo controlar su temperamento. Al enterarse de que se llevaría a cabo un funeral en Juliaca con los ataúdes de los 19 asesinados por disparos de armas, decidió abandonar su escondite y asistir.

“Caminé hasta llegar a la plaza, en donde hubo 100.000 personas. Me acerqué a los féretros, a los familiares de los muertos y grande fue mi sorpresa cuando me reconocieron y recibí tantas muestras de afecto como jamás en mi vida”, recordó Bejar sobre ese emotivo momento. El padre Bejar salió de Juliaca en plena noche, en un vehículo particular con dos compañeros. El viaje de cuatro horas se alargó a nueve debido a los controles en las carreteras y las manifestaciones.

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En ese marco, cabe señalar que solo en el tercer intento pudo llegar al aeropuerto de Arequipa. El primer intento fracasó debido a la fuerte vigilancia de las Fuerzas Armadas, el segundo por las protestas y la represión en las calles, y en el último logró superar esos obstáculos después de caminar dos horas. Así llegó a Lima, donde estuvo tres días prácticamente oculto, antes de regresar a Argentina.

“Tengo a muchas personas para agradecer, entre ellas, por ejemplo, a los tucumanos José Vitar y a Noguera, a Vaca Narvaja y al equipo del canciller Santiago Cafiero y a muchos conocidos y anónimos que estuvieron en contacto permanente. También al Vaticano porque sé, por fuentes cercanas, que el Papa Francisco sabía de mi situación y se ocupó”, concluyó el cura tucumano Luis Bejar.

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