Una de las cosas que resultaron más sorprendentes en medio de la pandemia en Tucumán, es el hecho de que la Iglesia Católica nunca estuvo tan ausente en la historia. Y es que la máxima autoridad de esta institución religiosa en nuestra provincia, el monseñor Carlos Sánchez, pareciera que nunca se preocupó por los fieles que necesitan la contención, que sólo la palabra de Dios representa para ellos en un momento de crisis y angustia como el actual.
En ese marco, cabe preguntarse ¿Cómo es posible que diversos rubros se las ingeniaran para no dejar de funcionar, al tiempo que pudieron atender a una numerosa cantidad de personas con protocolos y sin que se haya detectado un solo contagio? Es el caso de los bares con sus mesas copando el largo y ancho de las calles, lo mismo que ocurre con las plazas que disponen sus bancos para que la gente se siente y comparta con otros.
Sin embargo, la Iglesia no realiza misas ni siquiera al aire libre. Hasta los mismísimos bancos han dispuesto sillas en la vía pública y manteniendo la debida distancia social para que la gente concurra a las entidades bancarias a cobrar sus haberes, sin que se registrara contagio alguno. No obstante, la institución que representa la fe católica nunca se ocupó de gestionar la apertura de las parroquias, aplicando los protocolos correspondientes, para celebrar misas.
Las celebraciones religiosas bien podrían celebrarse en las calles de Tucumán, razón por la cual flota en el aire la pregunta acerca de las razones por las cuales la Iglesia no está presente en estos momentos tan difíciles de la sociedad. Y es que se trata de un contexto crítico para la provincia, no sólo por causa de la pandemia, sino también por la economía, las alarmantes cifras de la pobreza, así como también por la violencia y la inseguridad existentes.
Sin embargo, a pesar de la difícil coyuntura que le toca atravesar a la totalidad de la sociedad tucumana, las autoridades de la Iglesia en la provincia parecieran estar ajenas a las complicadas situaciones que debemos atravesar a diario. Este es un momento en el que los pastores tienen que estar al lado de los fieles, acompañándolos en medio de la creciente angustia. No obstante, ¿Dónde están los dirigentes eclesiásticos en estos momentos cuando más se los necesita?
Mientras tanto, las iglesias permanecen cerradas, al tiempo que el monseñor Carlos Sánchez no se coloca en la primera línea junto a los sacerdotes con el objetivo de que la grey católica encuentre un poco de esperanza, una virtud teologal que hoy más que nunca necesita tenerla. La espiritualidad resulta fundamental en estos tiempos, sin embargo, ¿Por qué la Iglesia no está transmitiendo la palabra de Dios por intermedio de las misas?
Cabe preguntarse ¿Desde cuándo es una Iglesia tan permisiva con las órdenes de un gobierno en lugar de priorizar la necesidad espiritual de sus fieles? Las autoridades eclesiásticas locales deberían aprender de la Iglesia de Córdoba que se rebeló y le comunicó al gobierno provincial que no acatará la suspensión de las misas. En ese sentido, el arzobispo Carlos Ñáñez argumentó que se trata de “medidas exageradas” que afectan “la salud espiritual de las personas”.
Cerramos esta nota, con un pasaje de la escritura, en el libro de Apocalipsis, que describe la actitud de la tibieza, los seguidores tibios…:
“Conozco tus obras: no eres frio ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio te vomitare de mi boca”