La movilización de ayer fue la séptima desde que el kirchnerismo volvió al poder y la más masiva. Aún así, el presidente eligió ningunear el reclamo de la gente y hacer de cuenta que nada pasó. Cabe preguntarse hasta dónde piensa tensar la cuerda del hartazgo social en medio de la pandemia con una cantidad de contagios que ubica al país entre los más afectados a nivel sanitario, sin mencionar las consecuencias económicas causadas por la cuarentena.
En este marco, el país entero se movilizó en las principales ciudades llevando en sus gargantas un reclamo ahogado de justicia y un pedido de alto a la impunidad y al avasallamiento de las instituciones. Una marea de cuerpos embanderados con los colores celeste y blanco se empoderó y apoderó de las calles de la Argentina y hasta llegó a las mismas puertas de la Quinta de Olivos para que el presidente se haga eco de la protesta.
Sin embargo, Alberto Fernández prefirió darle la espalda a la mayoría de la sociedad, desoyendo la voluntad del pueblo que lo votó y al que no lo votó también. En ese sentido, utilizó las redes sociales para criticar a quienes coparon las calles para manifestarse. A esta altura, claramente se trata de una estrategia de parte del presidente que consiste en desacreditar los pedidos de aquellos que piensan distinto a él. Sin embargo, se trata de una estrategia equivocada.
Y es que Alberto Fernández no logra entender que el ninguneo que hace hacia los manifestantes, es lo que produce que las movilizaciones se sucedan una tras otra en apenas nueve escasos meses que lleva su gobierno. Se trata de un presidente que incurre en mala praxis hasta para evitar protestas en su contra. En vez de aceptar la crítica y el disenso, desoye los reclamos de la gente que clama por el fin de la impunidad que persigue Cristina Kirchner.
En ese sentido, Alberto Fernández está empecinado en ser el capitán del Titanic en el que se convirtió la Argentina, un país que se hunde a raíz de malas decisiones, en la que incurre el gobierno peronista desde que retomó el poder. Y es que comete el error adicional de aferrarse a Cristina Kirchner cual salvavidas, cuando en realidad se trata de un ancla que sólo apunta a lograr salir airosa de las múltiples causas que la tienen complicada a ella y a su entorno.
La búsqueda compulsiva de su impunidad es la única hoja de ruta a la que Alberto Fernández es fiel, mientras que demuestra a diario la mentira que le vendió a la sociedad cuando aseguró que el peronismo volvía mejor, para gobernar para todos y por encima de la grieta. Sin embargo, no existe un contexto en el puedan llevar a cabo acciones como la completa destrucción de aquellos jueces que son vistos como enemigos sólo por querer hacer justicia.
En menos de un año, Argentina se convirtió en un país inviable que se le fue de las manos al presidente, que sigue sin reaccionar ante el reclamo colectivo. Mientras tanto, la sociedad está destrozada social, psicológica y económicamente y quienes gobiernan no quieren darse cuenta de que la situación se los puede llevar puestos. Deberán entender que el margen de acción es acotado y que resulta urgente que dejen de lado la venganza y oigan los reclamos de la gente.
