Seguramente sabía que el trance iba a ser muy difícil de afrontar. Se trataba nada menos que de revivir los años de infierno que le tocó vivir, al lado del hombre con el que mantenía una relación sentimental que terminó transformándose en una pesadilla incalificable. Pero aún así afrontó las siete horas de testimonio con una entereza que no perdió ni en los peores momentos, cuando los nervios le jugaron una mala pasada. Tampoco cuando las lágrimas ahogaron su voz mientras relataba como fue ser sometida a la prostitución mediante amenazas que incluyeron el uso de armas de fuego.
Así fue la vida desde 2004 para M.G. Ese año conoció a J.O.R.A e iniciaron una relación. A partir de 2008, el joven comenzó a amenazar a la estudiante de medicina. Le dijo que la abandonaría si es que no mantenía relaciones sexuales con otros hombres, que él fotografiaría con el único propósito de satisfacer sus fantasías. Dos años después, el acusado comenzó a extorsionar a los hombres que contactaba a través de perfiles falsos (haciéndose pasar por la víctima) para concretar esas relaciones.
En medio de esos encuentros, surgió el primer detonante, ella recibió un sobre y descubrió que era dinero. Al darse cuenta y llegar al domicilio del acusado, le recriminó esta situación y allí comenzaría otro calvario.
El imputado comenzó a decirle que lo perdone y que lo “hacía por los dos, por el bienestar de ambos”. La relación se rompió e inmersa en ese ciclo de violencia psicológica, aceptó algunos encuentros pero ya nada era lo mismo. Él le armaba cócteles de alcohol con pastillas que ella debía tomar para estar más “relajada”.
En 2010, la víctima le dijo que ya no quería participar en este tipo de citas. La reacción del denunciado, en esa oportunidad, según la imputación que afronta, fue empeorando. La amenazaba con empapelar la provincia con sus fotos, hacerle conocer a sus familiares y entorno lo que había hecho y decirle que nunca más recuperaría su vida, ejerciendo violencia psicológica y amenazas.
El acusado profundizó sus ataques contra la víctima porque se negaba a hacer lo que él quería. A partir de ese momento, comenzó a amenazarla con matarla a ella y a su hermanita. También la golpeaba, la ataba a la cama obligándola a mantener relaciones durante horas mientras la apuntaba con una de sus armas de fuego; y hasta llegó a quemarla en diferentes partes del cuerpo con cigarrillos, marcas que aún tiene y que mostró durante el juicio.
En la etapa de instrucción, la joven declaró que en varias oportunidades intentó pedir ayuda a los gritos, pero él la callaba a los golpes. Dijo también que en varias oportunidades vecinos y hasta la misma Policía fueron a socorrerla. “Me decía ‘quedate piola. Si decís algo te van a encontrar en una zanja’”, declaró.
Hubo una situación que cambió todo. Entre marzo y abril de 2012, en contra de su voluntad, el acusado acordó un encuentro de tres jornadas con un hombre en Carlos Paz, Córdoba. Durante el día, los tres habitaban la casa que el desconocido había alquilado y a la noche mantenían relaciones mientras él los filmaba. Enfrente de ella, él le llegó a ofrecer al “cliente” una relación de a tres pero aclarando “eso saldrá un dinero más”, a pesar de su negativa. Al regresar, la víctima decidió dejarlo. El imputado consumió un frasco de psicofármacos por lo que tuvo que ser internado en el hospital Padilla en varias oportunidades. Los amigos del imputado le pidieron que lo fuera a ver porque ella era la culpable.
En el centro asistencial le contó a una profesional de salud mental que había tomado esa decisión para manipularla y contó el calvario que había sufrido durante mucho tiempo. La médica le dijo que estaba siendo víctima de un delito y que si quería seguir viviendo debía alejarse de él y denunciar el caso.
M.G. le hizo caso a medias. Cortó la relación, pero no realizó denuncia alguna por temor a que su familia sufriera las consecuencias. Cortó todo tipo de contactos con él y vivió prácticamente escondida para que no la encontrara. Cada tanto, J.O.R.A la ubicaba y la amenazaba con divulgar con las fotos de los encuentros íntimos que él tenía guardadas.
Intentó suicidarse por todo lo que había vivido, pero con el apoyo de sus seres queridos logró levantar cabeza. Comenzó una nueva vida, se puso de novia, conoció según dijo “el amor puro”, pero él no iba a parar. Del acusado no supo nada más porque regresó a su Jujuy natal.
En febrero de 2015, según la imputación, el acusado cruzó el auto que conducía en la vía pública y le gritó: “te voy a golpear donde más te duele como mujer”. A los días, el imputado subió las fotos íntimas a una página de internet, contactó al novio, a sus familiares y a sus amigos. Utilizando perfiles falsos en redes sociales, también exhibió las imágenes de los encuentros sexuales. Totalmente devastada, con el apoyo de su entorno, tomó el valor y lo denunció penalmente.
La ya jubilada fiscala Adriana Giannoni investigó el caso y pidió en 2018 que J.O.R.A fuera enjuiciado por los delitos de promoción de la prostitución y amenaza de muerte. Lo sobreseyó del delito de abuso sexual.
“Han pasado muchos años desde que mi asistida sufrió todos estos delitos. La denuncia la realizó en 2015, pero por distintas cuestiones, después de ocho años, recién estamos en debate”, comentó José María Molina, el representante legal de la víctima, que no asumió el rol de querellante en la causa porque su clienta desconocía el proceso, y lo contactó días previos al juicio; los plazos para la querella ya habían precluido.
“Nos encontramos mucho con estas situaciones, es decir, causas que llevan años en llegar a juicio. Sé que desde el Poder Judicial hacen lo imposible para avanzar en los procesos, más en este tipo de causas, pero también es difícil que nuestros asistidos entiendan esta situación. Es nuestra tarea explicarles sobre el gran volumen de procesos esperando llegar a debate”, añadió el profesional.
“Lo cierto es que hoy, a pesar de los planteos defensistas rechazados en más de una oportunidad, podemos estar llevando adelante el juicio para cerrar de alguna forma una herida eterna y pedir finalmente que se haga Justicia”, comentó.
El defensor del acusado, Juan Colombres Garmendia, rechazó hacer declaraciones sobre el caso. Desde hace varios años el profesional viene cuestionando la imputación que recibió su defendido. Sostiene que el delito de promoción de la prostitución rige desde diciembre de 2012, cuando la víctima reconoció que esos delitos se concretaron antes de esa fecha. También pidió que sea sobreseído de la causa de amenazas por prescripción, es decir, por haberse vencido los plazos procesales sin haber sido juzgado.
M.G, después de haber reconstruido su vida social, tuvo el valor necesario para revivir una pesadilla cuando declaró ante la jueza Stella Maris Arce, que lleva adelante el proceso desde el jueves. Los funcionarios judiciales más antiguos comentaron que nunca antes habían presenciado una escena tan desgarradora.
El extenso y conmovedor relato de la víctima no pudo ser escuchado, porque la magistrada impidió el acceso para preservar la intimidad de la víctima, a pesar de que ella sí quería que sus palabras fueran difundidas para que otras no sufran lo mismo. Pero la profesional de la salud reveló algunos detalles.
“Lo que viví años atrás fue el infierno más grande por el que una podría pasar. Aquí no importa estatus social, ni económico cuando el miedo es el común denominador”, sostuvo. “Hoy, después de varios años, puedo tener voz para defenderme, voz para decir basta y voz para decir ya no tengo miedo”, añadió.
M.G. se presentó dos veces a declarar. El primer día no lo pudo hacer, pero el segundo sí. “Esperé varias horas para declarar. Le pedí a mi abogado Molina que por favor evite que lo vea, que él me vea. Que el ‘monstruo’ haga contacto, aunque sea visual conmigo. Me paraliza verlo porque es un psicópata”, opinó.
“Espero que después de tantos años de sufrimiento, todo esto llegue a su fin y sobre todo, que se haga justicia por mí y por todas aquellas chicas que pasan por esto. También aspiro a que otras mujeres se animen a denunciar porque no tengo dudas que el acusado hizo lo mismo con otras chicas”, advirtió. Esta semana se espera que el juicio por fin tenga una resolución que le permita acceder a la justicia y rehacer definitivamente su vida.