Un cráter de unos ocho metros de profundidad amenaza la centenaria escuela 288 de la Colonia 14 de Santa Ana. El socavón abierto por las aguas está a apenas un metro del patio del establecimiento. Hay otras cuatro casas de vecinos que también corren riesgo de ser devoradas por esa inmensa grieta. La vivienda más expuesta es la de Víctor Arias: quedó al borde de la grieta. Ahí vive con tres hijos de corta edad. “Aquí se vive rezando porque cada vez que llueve el camino se transforma en río y se lleva lo que encuentra por delante. Ese agujero que hizo se agranda en cada creciente. Para colmo hasta aquí nadie viene a darnos solución”, dice doña Nélida Armas. La mujer es madre de Víctor y está muy preocupada al ver el riesgo a que están expuestos su hijo y sus nietos. “Le dije que ahí ya no puede seguir viviendo. Pero no tiene adónde ir, por ahora. La escuela también está en peligro”, advierte.
El socavón es similar al que terminó tragando la escuela 295 de Alto El Puesto (Graneros). Este año la institución estrenó edificio nuevo. Fue levantado con recursos de la Provincia a 300 metros del anterior. Pero la amenaza de esa acequia gigante sigue latente al agrandarse cada vez que llegan los torrentes furiosos y avanzan por la calle de acceso. Ahora otra vez está en peligro el flamante establecimiento escolar. “Es de no creer cómo se extiende ese cráter. Y no es para menos. Si vieras cuando llega la creciente, da terror. Avanza sin freno desde el pedemonte. Es un río que se lleva todo por delante. Tenemos miedo de que termine destruyendo la escuela nueva”, comentó don Luis Díaz.
Hay 20 escuelas en riesgo
En el sur tucumano hay alrededor de 20 establecimientos educativos que están expuestos a la ferocidad de las aguas cada vez que se inicia el período estival. Algunos están en riesgo de desaparecer. La escuela de Sud de Lazarte desapareció hace un par de años junto con la comunidad, de 52 familias. Es decir que unas 300 personas debieron emigrar a causa de las aguas. Estaban ubicadas a ocho kilómetros al este de Monteagudo. El río Chico se desvió a la altura de ese lugar y se llevó todos los bienes de la gente. Arrasó hasta el cementerio. Años antes de ese acontecimiento, la faena devastadora del cauce terminó con la población de Esquina, ubicada más al este. En ese sitio también funcionaba una escuela de la que no quedaron rastros.
“En Sud de Lazarte se resisten a irse dos familias, dicen. Es probable que no se hayan ido por los animales que les quedaron. Pero no sé cómo pueden vivir, si no hay electricidad ni agua potable. Los postes de luz se desplomaron y no los levantaron nunca más”, comentó don José Romano. El hombre plantea su temor de que suceda lo mismo con Niogasta, que está más al oeste, pero también pegado al río Chico. En esta localidad viven 122 familias.
“Aquí llueve y ya no se puede transitar. Un tiempo estuvimos aislados más de un mes. Los chicos pierden muchos días de clases cada vez que las aguas salen a la calle”, dice Andrea Gómez. La escuela N° 41 del lugar parece estar segura, pero el agua siempre está al acecho. “Tienen que solucionar el problema del río porque de lo contrario nos va a pasar lo mismo que a Sud de Lazarte y a Esquina”, advirtió.
Desmonte y desvío de acequias
En todas las comunidades en donde el agua hace estragos, los vecinos levantan su voz acusadora contra los que persisten en desmontar el pedemonte, desviar o cerrar acequias con fines agrícolas o madereros. “Los montes nos protegían antes. Pero un día llegaron con maquinarias y arrasaron con todo para poner cultivos. Nadie se encargó de medir el impacto ambiental. Hay quienes se encargan de facilitar la tala de árboles”, comentó Gustavo Paz, de Finca Cornet. En estos días una creciente tomó por el camino e inundó su casa y el edificio de la escuela N° 186 Provincia de Tucumán.
“A veces, sin que aquí esté lloviendo, el agua llega de sorpresa desde el cerro. Así sucedió el martes pasado. Los chicos quedaron atrapados en la escuela y vinieron los bomberos a rescatarlos. Aquí los tiempos de lluvias son tiempos en que vivimos atemorizados”, apuntó. El mismo lamento se escucha entre los vecinos del paraje La Falda de Arcadia, también acunada hacia el noroeste a los pies de los nevados del Aconquija. Ahí funciona la escuela Madre Mercedes Pacheco. El martes el establecimiento no dictó clases porque una creciente lo anegó.
Dicen que la masa líquida se escurre entre plantaciones de limones, sale a la ruta y viene desenfrenada hacia el pueblo. “Aquí estamos condenados a desaparecer si no se hace algo con los canales que se taparon y la falta de contención de las aguas. Llueve un poco y ya nos inundamos. Cada año es peor”, afirmó Sergio Nieva. “Se tiene que acabar la destrucción de árboles en los cerros. Los bosques de aquí se extinguen y los ríos y arroyos se han transformado en una amenaza para nosotros”, sostuvo Ana Beatriz Salina, de la Colonia 14.
La escuela N° 264 de la Colonia 16 también está en peligro de ser arrasada por las crecientes. No es menor el drama que enfrenta la escuela Luis Gianneo y sus pobladores de Río Chico. Está a orillas del río del mismo nombre. Todos los años desborda y el agua alcanza el metro de altura en el local escolar. “El piso del cauce se elevó por los sedimentos y el agua se desmadra con facilidad. Me cansé de pedir que lo draguen y se hagan otros trabajos. Pero nada. Aquí ni siquiera destrancan las acequias”, dijo don Raúl Exequiel Gauna. El hombre trasluce su bronca e impotencia al plantear su denuncia. “Hablo más por mis hijos y nietos. Ellos no se merecen seguir soportando las agresiones del agua por culpa de los que descuidan la naturaleza”, concluyó.