Mañana será 18 de julio, la fecha marcada a fuego para cada persona involucrada en el atentado de la AMIA. Se cumplirán 25 años de la tragedia que dejó 85 fallecidos y miles de memorias y sentimientos afectados de por vida. Hugo Fryszberg rememoró el día que le cambió la vida para la eternidad: “como sobreviviente me trae muchos recuerdos, el dolor de la injusticia y que no podamos saber la verdad, quiénes fueron y que no haya una sóla persona detenida”.
En conversación con La Mañana de la 12, el ex empleado de la Asociación Israelita abrió sus sensaciones a flor de piel y manifestó las secuelas que arrastra un cuarto de siglo después de perder a su grupo de amigos: “sigo vivo, punto. Hasta el 18 de julio de 1994 no es el mismo Hugo que vivió después, los sobrevivientes llevamos una mochila invisible muy pesada, el estrés postraumático no nos va a abandonar de por vida, el tema de tener pesadillas y no poder recomponer grupos de amigos, uno nunca puede sacarse de la cabeza y el corazón lo que tuvimos que vivir”.
“Es parte de los cuestionamientos, echarse culpas. Cuando uno empieza a ahondar en historias, es un mundo, lo que dejó es terrible en la sociedad en general”, profundizó Fryszberg, quien se desempeñaba desde 1980 como subjefe de personal y, casualmente, ese lunes de julio volvió a sus funciones luego de tomarse unos días de vacaciones en el receso invernal. “Mi grupo de amigos personal era de AMIA, compartimos nacimientos, cumpleaños, a ellos los podés elegir, fue muy terrible a todo nivel haberlos perdido”, sentenció.
La falta de respuestas y un proceso inconcluso que no dejó responsables del atentado motivaron a los sobrevivientes a la creación de la Asociación 18J para buscar “memoria, verdad y justicia”, sector con el que, fuera de todo acto oficial por parte de gobiernos de turno, realiza su propio cónclave íntimo: “lo justo sería que todos tengamos la misma oportunidad, desde hace 5 años hacemos nuestro pequeño gran acto de homenaje”.