El sistema político argentino es un fiel reflejo de la crisis económica del país, dice. Por esa razón, cree que no se puede ser demasiado optimista en el corto plazo respecto del rumbo nacional. Y que, para cambiar las expectativas, es fundamental un cambio estructural, sentando las bases de un gran acuerdo para que la Argentina sea gobernada por un Gobierno de coalición amplia. Juan Manuel Urtubey insiste con estos conceptos en un mensaje que la política debe darle a la sociedad, descreída de las promesas electorales, de los candidatos y de la dirigencia, en general. El gobernador de Salta sigue firme con su postulación a presidente de la Nación. Afirma que está dispuesto a hacerle frente al líder del Frente Renovador, Sergio Massa, y al ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, en el marco de las internas de Alternativa Federal. Urtubey vino ayer a Tucumán para presentar la oferta turística de su provincia para Semana Santa. Se reunió con el gobernador Juan Manzur y visitó LA GACETA. En la oportunidad, fue recibido por el gerente general de la empresa, José Pochat, y por el secretario de Redacción, Federico van Mameren, y dio la siguiente entrevista.
-¿Por qué sostiene que debe haber un cambio estructural?
-El sistema político argentino está colapsado. Por eso es que yo estoy exponiendo algunos puntos que Raúl Alfonsín planteó en la Constituyente del 94, sobre atenuar el presidencialismo, ir hacia esquemas de Democracia más participativas adentro de la política. A través de esta interacción, también mecanismos de democracia semidirecta como consulta popular, plebiscito. Eso que se planteó hace justo 25 años hoy empieza a ser más vigente que nunca. Nadie va a tener mayoría parlamentaria, gane quien gane en las próximas elecciones. Entonces o generás un nuevo formato institucional en Argentina que plantee mecanismos en los cuales puedas trabajar sobre consensos o vamos hacia una profundización importante de la crisis. Para ser claro: la raíz del problema no está solo en la economía. Hay que ir más atrás, que el problema de la Argentina está en la confianza. Y eso está más en la política que en la economía. La volatilidad política en Argentina impide cualquier programa serio que se quiera hacer.
-¿Con la justicia incluida?
-Inclusive. Por eso digo, el nivel de degradación de lo que es el vínculo entre el poder político y la justicia ha llegado a niveles increíbles. Ya todo es susceptible de opinión política. Es natural que nos hemos acostumbrado a que el Presidente (Mauricio Macri) opine en Twitter sobre el contenido de fallos. Si seguimos haciendo lo mismo y no hay resultados mejores; el planteo es que se necesita generar consensos porque si no, no se puede gobernar, al tener mayorías. Si no cambiás la forma de funcionamiento, la validación del sistema político hoy se justifica con la confrontación, no con el consenso, ni con la colaboración. Para eso necesitás un Presidente que primero tome la decisión de resignar poder. Segundo, tenés que resignar tu propio ejercicio del poder y hasta autolimitar tus facultades constitucionales de continuidad. Para mí el candidato a Presidente que gane las elecciones lo primero tiene que hacer es asumir el compromiso de no buscar su reelección, porque si mi obsesión es medir todos los días una especie de “espejito, ¿quién es más lindo?”, es decir, la popularidad de cada cosa que vas haciendo, no hay programa, no hay planificación estratégica, no hay nada.
-¿Los cuatro años alcanzan?
-Mirá, no alcanzan, pero justamente lo que se necesita es que la Argentina pueda tratar de elaborar un consenso estratégico de por lo menos cuatro o cinco puntos que no dependan de la continuidad de una persona en el Gobierno.
-¿Cuáles serían esos puntos?
Lo primero tiene que ver, obviamente, con la Justicia; es un tema serio. No se resuelve echando jueces y fiscales, sino teniendo sistemas que garanticen autonomía e independencia, corriendo definitivamente la vinculación con la política. Me parece que se ha degradado mucho. Luego, tenemos que sentarnos a elaborar un plan de desarrollo estratégico que diga: “la Argentina en los próximos 20 años quiere esto”. Después lo llevarás con mayor o menos intensidad, pero lo tenés que plantear. Acá se han demonizado las oficinas de planificación. Los países necesitan saber hacia dónde van; eso es básico. El tercer punto central, dentro de esa planificación, es acordar dos o tres reglas de juego. Una de ellas, garantizar el financiamiento de las medidas que se toman desde la política. Lo vi cuando fui legislador: permanentemente lo que hace la política en la misma sesión es generar gastos y reducción de financiamiento; exime a sectores que lo paguen y, en la misma sesión, media hora después, crea nuevo derecho que el Estado debe pagar. ¿Cómo lo banco si acabás de decirme que tal impuesto no se va a pagar? Eso, hacia un equilibrio fiscal que no tiene que ser producto de una especie de formato ideológico. El equilibrio fiscal es una cuestión de sentido común. Yo no quiero tener equilibrio fiscal para agradar al mercado; yo quiero para no depender del mercado. El Estado tiene que independizarse en términos de financiamiento de gasto corriente. Para este Gobierno el equilibrio fiscal fue asfixiar la economía, subir impuestos, transferir gastos que tenía el Estado a la sociedad (tarifas, servicios públicos) y enfriar la economía. El resultado es la crisis que tenemos hoy.
-¿Esa transferencia de subsidios lleva a déficit fiscal en las provincias?
-Sí, digamos. ¿Qué es lo que pasa? Naturalmente complica la situación fiscal de las provincias. Pero la peor situación que complica es la del ciudadano argentino. Yo pago, por ejemplo, 77.000 tarifas sociales de energía eléctrica. ¿Con eso resuelvo los problemas de los salteños? No, si son 350.000 usuarios de energía. El resto le pega al ciudadano. El Estado provincial va a hacerse cargo de lo que pueda hasta el punto que llegue la sustentabilidad. De ahí en adelante lo paga la gente. Ahora vemos que el ciudadano argentino verifica con mucha claridad la cotización del dólar para saber cuánto cuesta un litro de leche. Es la dolarización de la vida cotidiana.
-¿Sirve el mensaje del Presidente de que hay que aguantar?
-En definitiva, el problema es que… está bueno aguantar. El problema es hacia dónde vamos. Porque cuando hacés un esfuerzo enorme, que en este caso es un sacrificio, y sabés hacia dónde vas, parece buenísimo. La percepción que yo tengo es la del círculo vicioso. La gente se enoja cuando le decimos que hay que crecer. Ponele que no te importe que la gente la pase muy mal. Si vos tenés un PBI cada vez más chiquito, inevitablemente el ajuste que tendrás que hacer cada vez para mantener el equilibrio fiscal será más grande. Si vos tenés expansión, crecimiento del PBI, la discusión es si lográs tener con responsabilidad un crecimiento del gasto menor al crecimiento de la economía. Ese es el gran desafío. Esa es la discusión en el marco de un círculo virtuoso. Pero hoy hablamos de círculo vicioso. Es a ver cómo ajustás más.
-¿La dirigencia política argentina comparte la idea de llegar a consensos?
-La gran mayoría lo comparte. Ahora bien, hasta ahora todos lo comparten en discurso. La única manera de asegurarlo es cambiar el sistema y obligar a que sea así. Te dirán: “pasa que la cultura argentina es personalista”. Bueno, la cambiemos. ¿Quién se va a validar, con prestigio social? ¿El que grite más fuerte o el que tenga más capacidad para acordar? Mi preocupación central es garantizar la gobernabilidad en la Argentina, que es lo que venimos haciendo hace años y hasta final de mandato.
Fortalezas y debilidades
Del interior y renovado
Juan Manuel Urtubey observa que tiene atributos que pueden ser considerados como fortalezas, pero también como debilidades. “Soy el único postulante que hasta ahora nunca fue candidato a presidente. Todos los demás ya lo fueron. Punto dos: el único fuera de Buenos Aires soy yo. Hasta ahí dos fortalezas”, explica. ¿Qué es lo que cuesta más? “Que soy menos conocido (y en esto apunta que también puede ser leído como debilidad). No deja de ser virtud frente al enorme desgaste del sistema político. Ahí es donde tengo expectativas”, acota. “En nuestro espacio de Alternativa Federal estamos en triple empate. El tema cuál es: los tres juntos somos más que el resto en las primarias”, sostiene. Más que el apoyo de las provincias, Urtubey cree que hay otro objetivo dentro de su proyecto. “Yo apunto a la sociedad argentina, no al poder”, finaliza.