La movilización se precipitó luego que recibieran una notificación, firmada por el legítimo dueño del predio donde construyeron sus viviendas, avisando que tenían un mes para retirarse.
El argumento que usan los habitantes de la zona es que cuando llegaron, algunos hace 20 años, lo hicieron respaldados por boletos de compra-venta, producto de operaciones de buena fe.
Sucede que quienes les vendieron los terrenos, lo hicieron mientras litigaban en la justicia por la propiedad de los mismos, en un juicio que finalmente perdieron, derivando en la situación actual.
Según algunos de los referentes de la protesta de este domingo, hay unas 80 familias que compraron terrenos, en los cuales ya se edificaron unas 40 viviendas.
Se trata de un barrio humilde, asentado sobre un terreno que se presenta en parte pantanoso, pese a lo cual en muchos sectores se ven construcciones en marcha, con las previsiones ante posibles anegamientos.
Según los manifestantes, la tasación oficial del predio de 8 hectáreas, que consultaron en busca de un posible arreglo, es de $ 18 millones, pero los propietarios piden $ 157 millones.
El reclamo, bajo la consigna “no somos usurpadores”, fue enérgico, pero a la vez se buscó no colmar la paciencia de los visitantes, permitiendo el paso de los vehículos cada 10 minutos.
