La puja por el bocado es dolorosa en este Chaco salteño desafortunado donde el hambre es el común denominador desde hace ya medio siglo. Es el estigma, la cruz de todos los wichis. La desnutrición es en realidad un eufemismo de la indiferencia y del abandono sistemático.
En las comunidades hay chicos y grandes que no comen a diario y tampoco tienen agua potable, ni luz eléctrica. A un kilómetro de Dragones, en paupérrimas condiciones sobrevive la comunidad wichi La Corzuela. Más allá, a 30 kilómetros de Dragones, está La Medialuna, desde donde también pidieron auxilio a este diario para hacer saber de su miseria.
Porque se piensa que los wichis se resignan a la indigna pobreza de siempre, a la indiferencia como horizonte, a los pies descalzos, a los techos de plástico, a los platos vacíos, al invierno con frío… pero no, casi muertos de hambre, algo difícil de entender con la panza llena, levantan la lánguida voz para pedir ayuda.
Tanto La Corzuela como La Medialuna son comunidades del municipio de Embarcación. Justamente, desde allí sus dirigentes contaron que “el intendente Carlos Funes no viene a vernos hace mucho tiempo, no recibimos bolsones de alimentos hace meses y la pandemia hace más difícil todo porque ni changas podemos hacer y el monte está pelado. Hay mucho hambre”.
Con la voz sin fuerza, Félix Burgos, de La Corzuela, donde hay al menos 20 familias numerosas, reclamó: “Necesitamos los bolsones urgente, hace tres meses que no llegan acá, estamos como muertos, toda la gente está triste, no hay ningún recurso para comer, solo miel hallamos en el monte y eso nos está alimentando”.
Agregó que “la Municipalidad de Embarcación corresponde que nos atienda, queremos los bolsones con mercadería, y nadie de los políticos viene ahora a vernos; y por la pandemia tampoco vienen a visitarnos las personas que ayudan”.
Para colmo de males, “los chicos van a la escuela pero ahora no les dan comida, les dan mate con un pedacito de pan. No se llenan nada”, expresó.
En la casa de Félix viven seis personas, él, su esposa y cuatro chicos huérfanos que son excelentes estudiantes pero todos están desnutridos.
“A mi nuera le picó un gusano del quebracho colorado que es más venenoso que una víbora. Le han hecho estudios en Orán y lo mismo ha fallecido a los 26 años. Por eso ha dejado 4 huérfanos que estamos criando con mi señora”, contó.
“Acá todos los de la comunidad tenemos hambre, necesitamos para comer y también colchones, frazadas, ya hace frío y la verdad que es triste vivir. En el monte no hay nada más que miel ahora. Salimos a cazar, pero no alcanza”, agregó.
Desde La Medialuna, Cirilo Ponce reclamó lo mismo que Félix Burgos, para la comunidad. Es imperante para matar el hambre que se entreguen los bolsones de alimentos en forma regular a las familias y urge que la Municipalidad los asista.