En el día de hoy se celebra el Día Internacional contra la Corrupción como cada 9 de diciembre. Se trata de una fecha que fue promulgada por la por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la intención de crear conciencia contra esta problemática que afecta a diversos sectores de la sociedad. Y vaya que sabe Argentina, en general y Tucumán en particular, el tremendo daño que este flagelo produce en la sociedad.
Esta fecha fue instaurada con el objetivo principal de promover mensajes, campañas y acciones que resalten la importancia de prevenir y luchar contra la corrupción a nivel internacional. Según datos de la misma ONU, cada año se pagan aproximadamente un billón de dólares en sobornos, eso sin contar que se calcula que durante el mismo período, se suelen robar 2,6 millones de dólares mediante la corrupción. Esto implica un total del 5% del producto bruto interno mundial.
Esta cifra es sobretodo perjudicial en los países en desarrollo, donde el dinero que se pierde es 10 veces mayor al que se dedica para asegurar una calidad de vida acorde a los ciudadanos. En este marco, cabe preguntarse ¿Y por casa cómo andamos?. Este año Tucumán no estuvo tan metido en la pandemia del coronavirus, como hundido estuvo en el barro de la corrupción y de la crisis institucional que puso en jaque a los tres poderes de la república.
Se trata de una provincia en la cual, integrantes de la Corte Suprema local, actúan más como punteros políticos del oficialismo, que como garantes de Justicia para toda la ciudadanía. Se trata de una provincia en la cual quien tiene el atrevimiento de intentar desenmascarar las espurias relaciones entre la Justicia y el poder político, termina siendo el que sufre el ajusticiamiento como una forma de escarmiento y se convierte en una forma de enviar un mensaje a quien intente imitarlo.
Tucumán consiste en un distrito en el cual el empobrecimiento estructural de una gran parte de su población forma parte del paisaje natural. De hecho, la pobreza y la miseria están tan naturalizadas en nuestra provincia, que ya no llama la atención ni interpela a la sociedad en su conjunto, considerando que es la corrupción él principal fundamento de que Tucumán, Argentina y toda América Latina sufra el flagelo de la desigualdad.
Pero tal y como lo publicamos ayer, el colmo de la situación es comprobar cómo cuatro mujeres ligadas al poder político de Tucumán, y emparentadas de forma directa o indirecta con el ex gobernador José Alperovich, lisa y llanamente apoyan la corrupción mediante la firma de la solicitada defendiendo al corrupto ex vicepresidente, Amado Boudou. ¿Qué se puede esperar en materia de corrupción si se cuenta con esta clase de dirigencia política?
Bien lo dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres: “la corrupción es criminal e inmoral y representa la máxima traición a la confianza pública”.
Es por ello que propuso que se refuercen sistemas más efectivos de rendición de cuentas transparencia e integridad. Pero claramente eso será casi inviable en una provincia cuyo poder político y judicial están al servicio de sus propios intereses en lugar de privilegiar los del pueblo