Uno de los momentos preferidos de Cristina es la conformación de las listas de candidatos. Desde 2011, cuando esa tarea quedó exclusivamente en sus manos, disfruta como pocos definir el destino político de tantos dirigentes del peronismo. Y ahora ha vuelto a vivir ese placer de distribuir premios y tomarse venganzas. Con su lapicera inexorable, bendijo a quienes van a disputar las PASO y las elecciones legislativas en nombre del Frente de Todos.
El estilo monárquico con el que la Vicepresidenta eligió a los candidatos tiene una incógnita en la provincia de Buenos Aires. Al tope de la boleta oficialista del Frente de Todos se encuentra Victoria Tolosa Paz, la secretaria de Políticas Sociales que fue ganando espacio como polemista picante en los medios de comunicación y que, además de esposa del publicista del peronismo Pepe Albistur, es una dirigente bien alineada con Alberto Fernández.
Cristina igual se cuidó de retener a 10 de los 15 primeros postulantes. La elección de Tolosa Paz como primera candidata bonaerense tiene una explicación de real politik para el kirchnerismo. Las encuestas encargadas en las últimas semanas por Cristina no señalan buenos augurios en términos electorales. Algunos sondeos los ubican arriba, pero demasiado cerca de la oposición, y en alguno mantenido en reserva aparecen directamente un puñado de puntos abajo.
Por eso, la ecuación de Cristina terminó simplificada en una frase que el kirchnerismo repite con una sonrisa. “Si ganamos, ganamos todos; y si perdemos el que pierde es Alberto, porque los primeros candidatos en la Provincia y en la Ciudad son suyos”. La primera hipótesis de la vicepresidenta había sido presionar para que el primer candidato a diputado fuera Santiago Cafiero, pero el Presidente resistió como pudo la maniobra y propuso la novedad de Tolosa Paz.
En la Casa Rosada y en las usinas kirchneristas esperan una elección complicada. Aceleran como pueden el operativo de vacunación para tratar que la cuestión sanitaria y algunos estertores de reactivación del consumo aplaquen la demanda de una sociedad agobiada por las muertes del Covid, la falta de vacunas y por una economía exhausta sobre todo en el nivel de las Pymes, en la agonía de los comercios y en el congelamiento del empleo.
Y si hay un lugar donde se perciben esos síntomas recesivos es en el decisivo cordón industrial del Gran Buenos Aires. A eso hay que sumarle una crisis inesperada. La interna del Gobierno disparada por la negativa de Agustín Rossi a bajarse de su precandidatura a senador por Santa Fe. Desde Perú y por televisión, el Presidente lo obligó a renunciar al cargo abriendo una grieta que provocó incluso una sorprendente divisoria de aguas en el kirchnerismo.
Son tiempos en que los problemas afloran por todas partes. Martín Guzmán admite lo que todos ya sabían, que la negociación con el FMI no se cerrará antes de las elecciones. Y el romance inexplicable de Alberto Fernández con Venezuela, Cuba y Nicaragua va cerrando puertas de la política exterior que después es muy difícil reabrir. Pero, además, falta empatía y es la razón de la angustia que, en cualquier momento, podría comenzar a arder en las encuestas.