Si existe una situación estresante en la vida en sociedad y que suele despertar las peores reacciones en las personas, son las relacionadas al tránsito, el tráfico, el embotellamiento y la falta de estacionamiento, un fuerte factor de estrés en las ciudades superpobladas. Es el caso de San Miguel de Tucumán, sobre todo, en lo que hace a la cantidad de motos secuestradas desde las 7 de la mañana en distintos puntos de la ciudad.
En ese sentido, en más de una ocasión se han registrado episodios en la calle en donde la situación se puso candente, y la violencia física se hizo presente. Sin ir más lejos, así mismo sucedió en pleno microcentro tucumano esta semana, cuando un ciudadano se cuadra contra un agente de tránsito de la capital, y la situación se va directamente a las piñas. Y es que la situación no da para más.
Es que el secuestro de motos no tendría relación alguna con lo que hace a las supuestas infracciones de tránsito. Sino que, más bien, la apropiación de estos vehículos por parte de la intendencia de Germán Alfaro, estarían vinculadas con el hecho de que, aparentemente, habrían quedado vacías las arcas de la municipalidad de San Miguel de Tucumán, luego de la millonaria campaña electoral del intendente y de su esposa.
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Es así que, por medio del subsecretario de Tránsito del municipio capitalino, Enrique Romero, Germán Alfaro se vería en la necesidad de recaudar a como dé lugar y es por eso que sale a llevarse puesto como siempre a la clase trabajadora quitándoles el único medio de transporte con el cuentan para poder trabajar, como así también trasladar a sus hijos a los diferentes establecimientos educativos.
Y es que resulta llamativo el hecho de que durante los varios meses que demandó la campaña electoral al alfarismo en su conjunto, todas las motos que se encontraban en las distintas calles de la ciudad y que podían contarse por montones, parecieron estar en orden y cumpliendo con todas las de la ley debido a que ningún inspector de tránsito se acercaba a estos vehículos siquiera.
Sin embargo, luego de terminada la campaña proselitista como también las votaciones, la máquina recaudadora del alfarismo parece haberse despertado nuevamente y tiene hambre de fondos frescos, sin importar que provengan de los propios votantes del alfarismo. Tal parece que la traición a su propio electorado no alcanzaba para el intendente, sino que también debía despojarlos de su dinero.
Mucho menos le duele al alfarismo el tener que hacer caja por medio de los escasos ingresos de la clase trabajadora que conforman la mayoría de los vecinos de San Miguel de Tucumán que se valen apenas de un modesto sistema de transporte como lo es la utilización de una motocicleta. Pero Germán Alfaro es despiadado y no cumple con aquella máxima del peronismo que decía que donde hay una necesidad hay un derecho.
Y es que para el intendente, donde hay una necesidad como la de utilizar la moto como transporte al trabajo, existe la posibilidad de aprovecharse de ello y utilizar de excusa cualquier cosa con tal de convertirse en una aspiradora humana de los ingresos de los vecinos de la ciudad. De esta manera, a la falta de integridad y de honestidad que caracteriza a Germán Alfaro, ahora se le suma la carencia de decencia y de consideración para con los habitantes de la capital.