Hace dos años y medio, el gobierno del Frente de Todos nos sorprendía nombrando como Ministro de Economía a un joven docente adjunto de la Universidad de Columbia. Martín Guzmán nunca había trabajado en la política argentina, no tenía un programa ni un equipo de profesionales. Era la primera vez que pasaba algo así en la Argentina. El resultado lo sufrimos todos, fue muy pobre: el dólar disparado y la inflación acelerándose hasta el 90 % anual.
Ante semejante descontrol, Guzmán renunció, sin aviso previo, dejando al Gobierno en una situación caótica. Después de un cortísimo interregno con Silvina Batakis a cargo del Ministerio de Economía llegamos al Experimento Massa, en su Fase 1. Los mercados recibieron bien el cambio, el dólar blue y el riesgo país bajaron. Ahora bien, ¿Qué podemos esperar de aquí en más?
A nuestro modo de ver, este nuevo experimento, tal y como se perfila en estas primeras horas, resulta aún más imprudente, improvisado y riesgoso que lo que en su momento significó el nombramiento del ignoto e inexperto Martín Guzmán. Hay por lo menos cuatro razones que justifican este comentario. En primer lugar, Sergio Massa no es un profesional de la economía que reúna los requisitos básicos indispensables para el cargo.
Deberíamos aspirar a un macroeconomista experto que pueda coordinar y dirigir las áreas de política presupuestaria, fiscal, financiera y monetaria del país. Ante esta realidad por lo menos debería tener un “súper” equipo técnico con el que viniera trabajando hace tiempo y que cuente con un Secretario de Política Económica que pudiera reemplazarlo en su responsabilidad básica. Este tampoco es el caso.
No cuenta con ningún equipo y en estas horas nombró a Raúl Rigo en la Secretaría de Hacienda, cargo que ya ocupó durante toda la gestión de Martin Guzman. Batakis lo sacó del cargo que ahora retoma. Falta aún el nombre más importante de quién será el “viceministro” dispuesto a acompañarlo en el experimento. Una nueva gestión económica, en segundo lugar, requiere un importante programa fiscal y monetario para enfrentar el aceleramiento de la presión inflacionaria.
Pero también la falta de dólares que están pulverizando la capacidad adquisitiva de la población y creando un clima social muy preocupante. Este plan no está sobre la mesa y por el momento tampoco se está elaborando. En tercer lugar, la buena respuesta inicial de los mercados tiene que ver con la expectativa de que Massa tiene una visión de la economía más cercana a la necesidad del equilibrio fiscal, al control del gasto y a la racionalidad en el manejo de las variables económicas.
La expectativa, entonces, es que Cristina Kirchner finalmente habría aceptado que hace falta bajar el gasto público, terminar con las nuevas moratorias, actualizar las tarifas y comenzar a abrir la economía. Esto es lo que se esperaría, pero aún la vicepresidenta no ha dicho nada. La clave para el funcionamiento del Experimento Massa es que ella lo apoye pública y explícitamente en este giro a la racionalidad. Sin ese apoyo nada se podrá consolidar.
Por último y, en cuarto lugar, habrá que ver como se expresa políticamente esta nueva distribución de poder en el Frente de Todos de cara a las próximas elecciones. Un Sergio Massa que antes de asumir ya se presentó como candidato presidencial, una Cristina Kirchner que tiene que enfrentar en los próximos días los alegatos del fiscal en la causa Vialidad y un Presidente que ha quedado como convidado de piedra de su propio gobierno.
Recordemos que en menos de 11 meses se deberán estar presentando las listas para las elecciones de 2023. Hasta aquí lo que podemos decir de esta Fase 1 del Experimento Massa. Habrá que esperar que termine de designar a sus colaboradores, presente los lineamientos de su plan de acción y que la Vicepresidenta lo apoye para asistir así a lo que será la Fase 2 del experimento y sus resultados para la sociedad argentina, que sigue a la espera de soluciones para el país.
