¿Por qué tenemos un gobierno con mentalidad de adolescente y aires de paternalismo? Nos hemos convertido en una sociedad gobernada por dirigentes adolescentes con cinco problemas para una solución, donde el predominio del idiota (entendido como aquel que solo se interesa en sus propios asuntos en desmedro de lo público) se destaca. Todo vale, incluso romper las instituciones para sostener el relato.
A saber: el juicio político a los integrantes de la Corte, aprobado por mayoría oficialista en Diputados esta semana, es un claro ejemplo de circo populista y berreta solo destinado a buscar algo de mugre con la cual hacer un poco de alaraca. El Estado se ha convertido en una gran niñera que intenta cubrir todas las necesidades a la vez que busca disciplinarnos de manera paternal.
Se aprovecha la incapacidad, en un sector muy importante de la población, de autosatisfacer sus propias necesidades, dependiendo exclusivamente de la ayuda del Estado niñera para sobrevivir, que emerge como el Estado paternalista y protector frente a un pueblo mayoritariamente incapacitado de pensar por sí mismo. Poco a poco nos fuimos convirtiendo en un país que mutó de la cultura del trabajo a la del asistencialismo.
Sucedió y no pudimos volver a las fuentes. De esta manera el ciudadano argentino se transformó, en una mayoría preocupante carente de los recursos necesarios para auto sustentarse, en un niño que debe ser cuidado, protegido y alimentado por el Estado niñera. Un Estado que a su vez se comporta como un adolescente. Lo que nos está pasando es demasiado obvio.
Estamos mal porque nos gobiernan los peores, los más idiotas, ocupados en su propia agenda. Desde Cristina Kirchner para abajo, han dado sobradas muestras de impericia a la hora de tomar decisiones sobre lo público, haciendo gala de la falta de criterio. Solo interesada en preservar una cuota de poder lo suficientemente sustancial para continuar su cruzada contra el Poder Judicial su principal enemigo y marcarle la cancha permanentemente al Presidente, hoy, su segundo peor enemigo.
Nos hemos convertido, como proyecto de país, en uno adolescente y funcionamos como tal. Ese comportamiento púber es producto del predominio de la cultura “Nac & Pop” por la que hemos sido gobernados durante los últimos años. Esa cultura idiota, representada a la perfección por la franquicia del peronismo del Frente de Todos, atraviesa el entramado social. La cultura, la política, el lenguaje, la educación, y la forma de legislar, todo.
Nos convirtieron en un país tóxico donde vivir, en el que la grieta sigue más vigente que nunca, entorpeciendo cualquier atisbo de cordura y lógica que nos saque de este pantano decadente en el que nos hundieron. El gobierno (partido al medio por su grieta, propia de un combate desigual de la UFC entre Cristina y Alberto) se comporta como un adolescente revoltoso, más ocupado en sus rencillas internas y luchas de poder, que en encaminar el rumbo de la Nación.
El gobierno hace un abuso de la multiplicación de la parodia de sí mismo, dando forma a una especie de gran hermano de la idiotez y la frivolidad. Ese idiotismo llega al extremo de desdeñar el pasado prometiendo un futuro mejor, que saben no están en condiciones de cumplir. Enfrentamos meses muy duros, en un año electoral que va a ser realmente cruento, por eso, estimado lector, no se desabroche el cinturón de seguridad por nada del mundo y sujétese, el viaje hasta al próximo 10 de diciembre será extremadamente turbulento.