Sergio Massa solo hizo una parte de la tarea: el Fondo Monetario le pidió a Argentina una devaluación del 50%. El otro salto del tipo de cambio sucederá después de las elecciones. El lunes pasado la devaluación del peso no sorprendió a nadie en Wall Street. Lo que sorprendió fue el porcentaje.
El titular de un poderoso fondo en Nueva York le contó a la prensa que la devaluación tendría que haber sido de un 50% nominal para que después de un fogonazo inflacionario la mejora real del tipo de cambio quedará en un 25%. El Fondo cree que el 30% de una devaluación se traslada a precios en tres meses y el 50%, en un año.
Traducido a los tiempos políticos en Argentina, significaría que el peor golpe lo absorbería la gestión de Alberto Fernández durante la campaña. Como sin devaluación no había desembolso, Massa eligió las diez de la mañana del lunes pensando que el resultado electoral iba a ser distinto. Todo puede fallar.
El Fondo es a regañadientes el gestor de la transición: ya no haba solo con Massa, sino que se contactó con los equipos de Milei y Bullrich. “Por supuesto que falta una devaluación más”, le dice a la prensa uno de los directores del Banco Central. “Si se hubiera hecho de manera menos improvisada quizá se podría haber evitado la segunda parte, pero ahora es imposible. Esta devaluación ya fracasó”, diagnostica.
Miguel Pesce, el titular del BCRA, se enteró el mismo lunes a la mañana por teléfono de la medida que había que ejecutar. Algunos directores del Banco lo supieron recién cuando las pantallas marcaban a $350 el precio del dólar oficial. Nadie se comunicó con los bancos privados y no hubo un plan organizado con los fabricantes de alimentos para contener el traslado a precios.
El mercado agrícola, por ejemplo, estuvo paralizado lunes y martes sin entender que pasaba con el dólar agro a $340. Funcionarios del propio Ministerio de Economía murmuraban que, junto al anuncio de la tasa de interés arriba del 200%, habría medidas de ajuste fiscal y, más tarde, paliativos para compensar a los sectores más golpeados.
Pero el ajuste nunca llegó. En el Central creen que se quedó en la reunión entre Cristina y Massa. “El mercado está diciendo que la devaluación no es suficiente y eso es un problema”, le confiesa a la prensa un sindicalista cercano a Cristina. “¿Qué puede pasar con la situación económica?”, le pregunta la prensa.
“Ni la más puta idea”, responde el sindicalista. Dice que Cristina ya se cansó de que la llamen. Dice que les pide que “crezcan”. “Todos iremos reabriendo las paritarias -agrega la misma fuente- pero el panorama no es bueno. Lo de la suma fija es difícil de implementar. ¿De cuánto tendría que ser para representar algo? ¿Cincuenta mil, cien mil pesos? ¿Qué empresas lo pueden pagar y por qué eso no se iría a la inflación? Es el huevo o la gallina”.
“Cristina no quiere hacer un ajuste, lo que vamos a hacer es no subir el gasto por encima de la inflación”, explica un funcionario que agrega: “Con el desembolso del Fondo la semana que viene la situación se va a calmar”. Desde el gobierno de Axel Kicillof agregan un slogan trágico que resulta cómico: “Nosotros vamos a salir con todo. Es ‘Massa o muerte'”.
Mientras arma la fila de quienes darán la vida por Massa, el gobernador le confesó a su círculo más íntimo que le preocupa el resultado de octubre. Ya en las PASO, en la Primera y Tercera sección electoral hubo municipios que sacaron más de veinte puntos de diferencia con la fórmula presidencial. Eso significa que cortaron boleta, incluso en beneficio de Milei. En La Plata resumen la campaña con esta frase: “La única posibilidad es que el miedo le gane a la bronca”.