“Los choferes van a estacionar las unidades en el lugar del recorrido que les toque. De ahí se movilizarán a la plaza Independencia para que tengamos un diálogo”, sostuvo César González, titular de UTA Tucumán. De esta manera, blanqueaba el comienzo a un episodio extorsivo de parte del sindicato al que ya no le alcanza con dejar a la gente sin servicio de transporte. Esta vez fueron por más.
Y es que la protesta fue apenas una excusa para ir un paso más allá y utilizaron los colectivos para sitiar la ciudad con la intención de tomar de rehenes ya no sólo a los habituales pasajeros de todos los días. Sino que esta vez también fueron por los vecinos de San Miguel de Tucumán dentro de las cuatro avenidas para que no puedan circular por medio de sus propios automóviles.
Si para muestra basta un botón, en la mañana de ayer, pasado unos minutos de la nueve, en una parada de ómnibus en calle Santiago al 500, entre 25 de Mayo y Muñecas, dos personas esperan su colectivo, ignorando la medida de fuerza o con la esperanza de ser los últimos en subir. En ese momento, pasó lo impensado: un colectivo de la línea 9 frena en la parada, pero no para subir gente.
Sino para obligar a descender a la única pasajera, a pesar de haber pagado el boleto. Una persona se asoma a la unidad y verifica que el chofer le pide a la señora que baje, pero ella se niega, hasta que cede y desciende. “Tenía que bajar en la terminal de la Bulnes y Velázquez. Yo le decía que tenía que llegar al trabajo, le digo cómo no me ha avisado antes de que cortaba acá y me dijo que son reglas de la empresa”, señaló.
“Yo supuestamente ya tenía que estar llegando al trabajo, pero venia despacio”, contó Beatriz, quien es empleada doméstica y se encuentra en la incertidumbre de cómo llegará a su lugar de trabajo. “No tengo plata para el taxi, ya veo como me comunico a ver si me pueden buscar o me tendré que volver a la casa en la Avenida Roca”. Episodios como este se multiplican en jornadas como la de ayer.
Para colmo, así como la semana anterior fueron los propios sindicalistas los funcionales a la amenaza de los empresarios acerca de que el transporte se terminaría pronto, ahora son los sindicalistas los que se beneficiaron de los empresarios debido a que les “prestaron” las unidades suficientes como para cortar los accesos más importantes a la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Incluso, al titular de UTA hasta se pavoneó diciendo que apuntarían directamente a bloquear todos los accesos a la provincia. En ese marco, Jorge Berreta anticipó que es muy probable que en las próximas semanas algunas empresas no puedan salir a trabajar por el peso económico que están atravesando. “Extraña la pasividad de los dos poderes concedentes, como si no estuviéramos regulados, nosotros estamos regulados por los Estados”, señaló.
Mientras tanto, las empresas siguen teniendo las concesiones, los subsidios y no son sancionados ni castigados por joder a toda la ciudadanía, al contrario, pareciera ser que el mismo Estado les tuviera miedo porque permite que seamos rehenes de ellos una y otra vez y cada vez más seguido. ¿Hasta cuándo la sociedad tendrá que soportar esta realidad lamentable de parte de UTA?
“Cuando no haya o se precarice el transporte va a sufrir toda la comunidad. El sistema no aguanta más”, concluyó. Es decir, les estaba sirviendo en bandeja la excusa perfecta a los dirigentes de UTA para sitiar la ciudad y tomando de rehenes a los ciudadanos. Lo cierto es que ni el transporte genera pérdidas como trata de hacer creer Berretta ni los puestos de los choferes se encuentra en peligro.
Lo que sí se halla bajo la lupa son los organismos de control que continúan brillando por su ausencia, tanto la Secretaría de Defensa del Consumidor como Transporte. En ese sentido, lo peor del caso es el hecho de que los gremialistas se reunieron ayer lunes al mediodía sólo para hacer creer a las autoridades que aflojarían su posición, algo que al final nunca pasó.
Entonces, la realidad indica que en la jornada de ayer los choferes nucleados en UTA hicieron lo que quisieron ante la mirada cómplice de las autoridades. Y en una jornada como la de ayer, nefastos personajes, como es el caso de Enrique Romero, se dio el lujo de no hacer absolutamente nada. Es decir, en otras ocasiones se hizo el malo ante humildes trabajadores a los que golpeó.
Lo mismo ocurrió con los agentes de tránsito de la municipalidad, quienes en el pasado también se comportaban como si estuviéramos en el lejano oeste, pero que ahora miran para otro lado. Otro tanto ocurre con la Policía, quien insólitamente tampoco intervino y posibilitó que desde UTA se instó a bloquear el centro de San Miguel de Tucumán. Es decir, a lo funcionarios públicos ni siquiera se les ocurrió que no corten las calles.
Sino que parece que para ellos no hay leyes, por lo que el trato también cambia. Y es que la Policía y hasta la Justicia actúan en contra del laburante, algo que queda más que claro cuando un civil corta la calle y rápidamente es obligado a retirarse de la “vía pública”. Pero cuando se trata de colectiveros, pareciera que ellos no sólo tienen licencia para conducir, sino también tienen licencia de impunidad.