En las últimas horas comenzó a correr riesgo la posibilidad de que la presentación de la renuncia del juez Francisco Pisa caiga indefectiblemente en la grieta que existe hacia el interior del gobierno provincial. Y es que la administración que conduce Juan Manzur tendrá que decidir pronto qué hará con el pedido realizado por el magistrado que sobreseyó al femicida de Paola Tacacho y desestimó como válidos los audios del caso Pedicone – Leiva.
Una opción es aceptar la renuncia de Pisa y protegerlo, al tiempo que se le otorgará la posibilidad de cobrar una jubilación de privilegio y sin pagar el impuesto a las ganancias. O, por el contrario, el Poder Ejecutivo provincial bien podría rechazar la renuncia, al tiempo que le arrojaría una papa caliente nada menos que a su compañero de fórmula y titular de la Legislatura, Osvaldo Jaldo. De esta manera, sería el oriundo de Trancas el que quedaría en el ojo de la tormenta.
Y es que, en este caso, quedaría en manos de la Legislatura la posibilidad de proteger o de soltar la mano del juez Pisa. Además, el resto de los legisladores también se verían expuestos ante la cierta chance de que salvar al magistrado en cuestión, no redundaría más que en el escarnio público, siendo este magistrado alguien cuyo trabajo dejó mucho que desear. En principio, la pelota está en campo de Manzur, por lo que será el gobernador quien tome la primera decisión.
¿Acaso pesará más en Manzur la posibilidad de darle el abrazo del oso a Jaldo? Es decir, que el gobernador bien podría priorizar minar el camino de Jaldo, para que éste heredar la candidatura del oficialismo de cara a las elecciones del 2023. En ese caso, lo que debería hacer es rechazar la posibilidad de que el juez Pisa sea beneficiado con la luz verde para que se le dé trámite a su renuncia. Luego, vendría la parte más comprometedora.
Justamente, se trataría del hecho de que Osvaldo Jaldo deba enfrentar una encrucijada para nada menor. O bien decide seguir la línea implementada con el legislador Jorge Yapura Astorga, un procesado por causas de corrupción cuyo juicio ya fue confirmado por la mismísima Corte Suprema. Sin embargo, Jaldo cobija al ex intendente de Tafí del Valle, mediante la protección que le brindan los fueros de su cargo, los que son superiores a los de los congresistas nacionales.
En esa línea, Jaldo ya sabe lo que es proteger a una oveja negra de la Justicia, como es el caso del vocal de la Corte Suprema, Daniel Leiva. No sólo protege al magistrado negando toda posibilidad de someterlo a juicio político, sino que además le dio luz verde a más de media docena de pedidos de juicios políticos en contra de su denunciante, el camarista Enrique Pedicone. Está claro que el vicegobernador sabe cómo cuidar a los amigos del poder. Es por ello que es presumible que Osvaldo Jaldo no tendría reparo en adoptar la misma protección para con el juez Pisa. El problema es que el titular de la Legislatura está consciente de que la sociedad llegó a un nivel de hartazgo tal, que no tolerará que los poderes del Estado sólo sirvan para protegerse entre ellos. ¿Acaso esta vez el vicegobernador tomaría una decisión diferente con tal de salvarse del escarnio público que sobrevendrá si decide salvar al juez Pisa?