La propia Cristina Kirchner contó durante el transcurso del debate en torno a la posibilidad de legalizar el aborto, que tuvo lugar en el año 2018, que cambió su postura personal respecto a la interrupción voluntaria del embarazo. Reconoció que siempre había estado en contra de la legalización y que incluso conversó del tema con la Iglesia. Pero que modificó su punto de vista a partir de la militancia feminista y luego de que su hija, Florencia, la convenciera.
En aquella oportunidad había manifestado, que supuestamente siempre había votado por la vida y había gobernado por y para la vida. Incluso añadió que creía que más que una cuestión de género, lo del aborto es una cuestión generacional. Fue entonces que haciendo gala de la demagogia que la caracteriza, dijo que quienes la hicieron cambiar de opinión fueron las miles de chicas que salieron a la calle.
Pero se olvidó de un pequeño detalle, y es que durante los ocho años de su gestión, jamás habilitó el debate por el aborto, porque, en ese entonces, no estaba de acuerdo con legalizarlo. Tras su reelección en 2011 se había reunido con la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y le había ratificado a los eclesiásticos su rechazo a la interrupción voluntaria del embarazo. Pero al igual que un panqueque en el aire, luego cambió de parecer.
Esto último quedó de manifiesto durante el debate del año 2018, tal y como lo explicamos. Es por ello que el Poder Ejecutivo tenía la expectativa de que la vicepresidenta interviniera activamente para alcanzar a una mayoría en el Senado, la cámara que hace dos años frustró la iniciativa al momento de enviar el proyecto al Congreso. Saben en el oficialismo que sin Cristina Kirchner no pueden pero que con ella es posible.
Finalmente, la vicepresidenta colocó como enlaces a dos senadoras de su confianza. Cabe mencionar que hoy en el Senado se presenta un escenario más favorable que en 2018, pero la puja es voto a voto. De hecho, no hay exitismo en el Gobierno debido a que saben que, sea cual fuere el resultado, el mismo será muy cerrado. Sobre todo, teniendo en cuenta un detalle que muchos pasaron por alto pero del cual tomaron nota en la Casa Rosada.
Y es que en el Gobierno creen que algunos senadores opositores se verán tentados por arrebatarle un triunfo que el Presidente podría capitalizar. Consideran un triunfo legalizar la interrupción del embarazo de un ser humano en gestación, debido a que intentarán tapar con el aborto el ajuste feroz que se vendrá, pero sobre todo, el fracaso en materia sanitaria y económica por el mal manejo que hicieron de la pandemia.
En ese marco, es que la hipocresía de Cristina Kirchner cobra fuerza nuevamente, teniendo en cuenta que mucho dependerá de ella lo que puede suceder en el Senado cuando se trate la media sanción de la legalización del aborto obtenida en las primeras horas del ayer viernes. La demagogia y el interés político mezquino de una facción, podría terminar de inclinar la balanza por aprobar algo que sirva para que la gente se olvide del triste presente.