Se trata de una idea que está en el Gobierno desde que inició su gestión Alberto Fernández. Pese a que el congelamiento tarifario derrumbó la producción de gas, la Secretaría de Energía firmó la semana pasada un memorándum de entendimiento para estudiar la viabilidad de la construcción y el financiamiento de un gasoducto que conecte en una primera etapa Vaca Muerta con Santa Fe, pero que en el largo plazo permita la exportación de gas a Brasil, Uruguay y Paraguay.
En enero de 2020, apenas un mes después de asumir, el Gobierno dijo en el foro económico de Davos, en Suiza, que era “estratégica la construcción” de un gasoducto que permita conectar el shale gas de Vaca Muerta con Sudamérica, en un comunicado conjunto con Brasil. Y, pese a la crisis económica generada por la pandemia y a que la producción de gas cayó 9% el año pasado, el Gobierno sigue adelante con la idea, que sería financiado por dos empresas estatales chinas: PowerChina y Shanghai Electric Power Construction (subsidiaria de la primera).
La semana pasada, el secretario de Energía, Darío Martínez firmó un memorándum de entendimiento con estas empresas para empezar con el proceso de elaboración del proyecto ejecutivo, el análisis de costos y la evaluación general de la iniciativa, que podrá derivar en un contrato comercial y en financiamiento por parte de bancos chinos, según indicó en un comunicado. Lo llamativo es que la firma del documento se hizo sin licitación previa.
PowerChina es una empresa estatal china. Su interés en este proyecto muestra el interés de ese país por los proyectos energéticos en la Argentina. “Es un mercado de mucho riesgo y poca ganancia, pero nosotros no miramos solo el interés económico; como empresa estatal, también vemos la relación estratégica”, dice Tu Shuiping, presidente de la filial en la Argentina, quien llegó al país en 2011 sin hablar español y ahora se expresa con tonada rioplatense.
Aún no hay números con respecto a la potencial inversión dado que recién está en etapa de evaluación técnica, pero en el Gobierno estiman que el costo total de la obra implicaría un desembolso de US$3000 millones, que se financiaría con crédito de bancos chinos, a una tasa de interés que es 25% menor a la que cotizan los bonos argentinos, actualmente en 17%. El plazo de construcción proyectado es de 24 meses. Por estos días, la Secretaría de Energía le está entregando toda la información técnica necesaria para que las compañías inicien el diseño del proyecto ejecutivo, que debería estar pasados los 60 días.
La obra tiene ribetes parecidos a los del denominado Gasoducto del Sur. En 2006, Néstor Kirchner, Lula y Hugo Chávez pensaron en construir una cañería que trajera gas desde Venezuela hasta la Argentina. El presupuesto del proyecto superaba los US$20.000 millones, pero no se hizo.
PowerChina ya realizó 11 proyectos en el país: cinco parques eólicos y seis solares, incluido el de Cauchari, en Jujuy, el mayor proyecto de energía solar de América Latina. La apuesta de China ahora pasa por fomentar Vaca Muerta.
“La Argentina tiene suficiente cantidad de gas, pero no lo puede sacar porque no tiene gasoducto. En el país hay muchas zonas en donde falta gas y es necesario ampliar la producción, pero para que haya inversiones, tiene que estar garantizado el transporte para evacuarlo. Por eso pensamos en un proyecto a largo plazo, en tres etapas, que finalice con la oportunidad de exportarle a Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. Dentro de seis años faltará gas porque la oferta de Bolivia está declinando y porque cada vez hay menos agua para la energía hídrica. Por eso tenemos que empezar a planificar ahora”, indicó Tu Shuiping.
La Secretaría de Energía, además, se ilusiona con reemplazar las importaciones de gas de Bolivia y de combustibles líquidos con la puesta en marcha de esta obra. “Permitirá ahorrar US$1150 millones anuales en divisas al país”, dijo Martínez.
Sin embargo, para ello primero es necesario que la producción vuelva a crecer. El lanzamiento del Plan Gas el año pasado permitirá este año que la oferta deje de caer, pero todavía no se espera un incremento con relación a los últimos años.
Además, las críticas que los analistas energéticos le hacen a la construcción de un gasoducto es que se haría una inversión importante para solo tres meses al año, en la época de temperaturas bajas, cuando se quintuplica el consumo residencial.
El financiamiento de empresas chinas en el proyecto podría anticipar dos problemas: uno externo y otro interno. Por un lado, Estados Unidos no ve con buenos ojos la expansión china en América Latina. En la Argentina, ya hay otros dos proyectos de gran envergadura que están comprometidos con capitales chinos: las represas Cóndor Cliff y La Barrancosa en Santa Cruz, y una nueva central nuclear. Este no es un tema menor, si se tiene en cuenta que la Argentina está en plena negociación por un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde Estados Unidos es el principal socio.
En el plano doméstico, una de las condiciones que impone China es que se compre un mínimo de material de proveedores asiáticos, entre los que se encontrarían los tubos para los gasoductos. Esto podría dejar fuera del proyecto a Techint, la empresa de Paolo Rocca que es líder en la industria.
“Estados Unidos puede jugar en contra tanto de empresas chinas como de nuestro gobierno, pero tal vez en cuatro o cinco años la relación mejora. Además, hace más de 10 años que no hay empresas americanas iniciando nuevos proyectos en la Argentina. El gasoducto sería, en cambio, uno de los proyectos más importante para la Argentina y se beneficia todos. En el corto plazo no tiene beneficios para China, porque no se exportará gas, pero se construye paso a paso”, indicó Tu Shuiping