El jefe de Gabinete, Juan Manzur, lo tuvo que decir de manera explícita este jueves, cuando al final de la reunión de Gabinete les pidió a los ministros que por favor acudan al acto de la UOCRA que el presidente Alberto Fernández encabezará este viernes. Es difícil encontrar situaciones parecidas en la historia de los gobiernos. Por lo general, los ministros, secretarios, subsecretarios y directores se esmeran por subirse a los aviones oficiales o conseguir lugares en los palcos de los actos, en lo posible muy cerca de los presidentes.
Lo habitual es que haya personas que se dediquen a cortar lugares de las listas de invitados a los encuentros políticos y no que los jefes de gabinete les pidan a los ministros pruebas de afecto a los presidentes. Fernández se había tropezado con un indicio del poco entusiasmo que despierta entre su equipo durante su gira por Europa, cuando dijo dos veces que buscará su reelección y en Buenos Aires sólo un puñadito de dirigentes de poco peso salieron a apoyar ese plan.
El problema con los convites como los que hizo el Jefe de Gabinete es que, una vez difundidos, invitan a contar los asistentes. Al menos uno de los ministros se apuró a avisar que es posible que no vaya al evento. Eduardo Wado De Pedro, ministro del Interior y uno de los dirigentes más notorios de La Cámpora, dijo que tenía previsto hacer un viaje a Salta para reunirse con inversores. El misterio se develará cuando comience el acto.
¿Por qué necesita un Gobierno recordarles a funcionarios que fueron designados por el Presidente que sería bueno verlos en un acto en donde dará un discurso la persona que los nombró? La respuesta está en la debilidad de ese Gobierno. Además de los pobres resultados de la gestión de Fernández, si algún resultado tuvo la pelea entre el Presidente y la vicepresidenta es que los dos contendientes quedaron en peores condiciones que las que exhibían antes de comenzar la batalla.
Cristina Kirchner se expuso a que el país pudiera comprobar que incluso con la repetición de ataques virulentos, su enemistad no alcanza para voltear un ministro, y ni siquiera es suficiente para hacer renunciar a un ministro con malos resultados en su boletín. Con sus críticas a Martín Guzmán, incluso, Cristina consiguió ofrecerle al ministro un club de amigos que antes no tenía: son muchos los empresarios que vieron que, a pesar de que el jefe de Economía no está mejorando las condiciones para la inversión y el crecimiento, el hecho de que Cristina lo haya puesto en la mira alcanza para darle crédito.
A su vez, en la pelea el Presidente de la Nación dejó tiradas las pocas posibilidades que le quedaban de volver a ser el candidato único del Frente de Todos en las elecciones del año próximo. Ahora, Alberto Fernández sabe que tendrá al menos un competidor o competidora o que, al menos, deberá presentarse a competir por la reelección con el kirchnerismo fuera de su alianza.
Esa situación lo deja en condiciones mucho peores para el futuro y allí hay que buscar las razones que tienen sus ministros para ser huidizos. Muchos funcionarios esperan ser incluidos en las listas legislativas del peronismo unificado o dividido para el año próximo y por eso les conviene bajar el perfil: una cosa es ser albertista y otra muy diferente es ser un peronista y enfrentar en una PASO o una elección general a Cristina Kirchner o a listas apoyadas por ella.