PARIS.- Después de que expresara su deseo de presentarse para la reelección y que esta mañana el ministro Aníbal Fernández avivara todavía más su eventual candidatura, el presidente Alberto Fernández buscó poner un límite al revuelo sobre una eventual PASO contra Cristina Kirchner para definir al representante del Frente de Todos en las elecciones del año próximo y pausar el conflicto interno.
“La verdad es que yo no estoy discutiendo con Cristina, no estoy pensando en mi reelección”, enfatizó Fernández, durante una charla con periodistas en la Embajada de Argentina en París, donde llevó adelante su tercer día de gira por Europa.
Fernández respondió de forma estudiada, sin correrse de la idea que quería transmitir, en un intento por frenar la espiral de disputa con la vicepresidenta, tras una sucesión de declaraciones que enardecieron el conflicto interno del Frente de Todos. “Yo no me tengo que pelear con Cristina, tengo que pelearme con Macri, con la derecha argentina”, insistió el Presidente, en esa línea.
En cada paso que dio desde Madrid hasta París, el Presidente sembró declaraciones sobre la vicepresidenta y el sector que encabeza: primero expresó su preocupación por la “obstrucción” de las medidas impulsadas por el Gobierno y dijo que la vicepresidenta tiene una mirada “parcial” cuando traza un diagnóstico negativo de la economía porque, a su entender, pasa por alto el efecto de la pandemia. Después confirmó que se presentará para una eventual reelección, una idea resistida por sectores del kirchnerismo. Y, por último, rechazó la idea lanzada por Cristina Kirchner de que el Gobierno había defraudado a los votantes. “Yo no he decepcionado a parte de mi electorado”, contestó el miércoles en Berlín, en una entrevista con la televisión alemana. Para el Presidente, esas afirmaciones no significaron una escalada en sus diferencias con Cristina Kirchner, sino respuestas a una inquisitoria periodística.
Ayer, durante una conferencia con periodistas argentinos que el Gobierno limitó a solo cuatro preguntas, Alberto Fernández volvió a argumentar que la responsabilidad era de los periodistas, por ejemplo, al decir que el entrevistador del diario El País “todo el tiempo trató de subirme al ring para pelearme con Cristina”.
“La verdad que yo no tengo que pelearme con Cristina, yo tengo que pelearme con Macri, tengo que pelearme con la derecha, tengo que pelearme con los causantes de la decadencia argentina, los que generaron la deuda que hoy estamos padeciendo”, agregó en la embajada argentina.
Fue un freno a la escalada, sobre un contexto inestable. Nadie pronostica que dure mucho.
La semana pasada, Fernández resolvió responder por un efecto de acumulación, según reconstruyen en la comitiva del Gobierno, primero por las críticas de Andrés “Cuervo” Larroque contra la política económica y, luego, por la propia Cristina Kirchner en la universidad del Chaco Austral. El Presidente ordenó entonces a Martín Guzmán y al ministro de Dearrollo Productivo, Matías Kulfas, que salieran a responder. Y después, ya en Europa, Fernández siguió adelante con sus declaraciones.
Pero el Presidente y sus colaboradores imaginan que, finalmente, la tensión será el escenario constante. Efectivamente, en la nueva etapa de las diferencias internas, el viaje a Madrid y Berlín marcó el inicio de la “nueva normalidad”, un escenario donde los cruces van a ser inevitables, pero con la expectativa de que los resultados económicos terminen por darle la razón. Este jueves, el índice de inflación de abril no ayudó a alimentar las expectativas: se ubicó en un 6%, por encima de las previsiones que esperanzaban al Gobierno. El escenario sólo puede pronosticar más fricciones con el kirchnerismo, que teme que la crisis económica devore todavía más su capital político.