La mentira que intentó fabricar el kirchnerismo para tapar la pésima gestión de la pandemia y de la economía y el brutal ajuste que se vio obligado a implementar, ya no funcionan debido a que los resultados están a la vista y no se pueden ocultar y son desastrosos. En apenas un año de gestión, los propios errores cometidos por el oficialismo se están llevando puesto al Gobierno nacional y a la Argentina entera.
En ese marco, ni siquiera les funcionó el truco de una despedida interminable a Maradona durante el transcurso de la semana pasada, con la que quisieron acaparar para una facción del oficialismo. Por el contrario, le salió peor debido a que se les colaron varios integrantes de la barra brava de muchos clubes de fútbol. Encima, le salió el tiro por la culata cuando quisieron echarle la culpa al gobierno de la ciudad, cuando fue el oficialismo el que organizó el velorio.
Esta semana nos enteramos de la cara más dolora de nuestro país y llegamos a una triste conclusión: que Argentina es una máquina de fabricar pobres. En ese marco, Alberto Fernández dijo en la UIA que no hay argentinos con hambre justo cuando se habían conocido los datos de la UCA que daban cuenta de que la pobreza subió este año de 40,8% al 44,2%, es decir, que un total de 20 millones de argentinos son pobres.
Para colmo, si se analiza por edad, sobresale la pobreza infantil con un 64,1%, lo que quiere decir que unos 7.500.000 chicos menores de 17 años viven en hogares con carencias básicas. Cabe recordar que el presidente dijo en abril con mucha liviandad que prefería 10% más de pobres que 100 mil muertos por COVID-19, cuando instaló la cuarentena más larga e ineficaz del mundo, ignorando que la pobreza también mata.
Y es que una familia que cae en la pobreza tarda años o décadas en recuperarse. Pero la épica de la cuarentena pudo más y las políticas implementadas por el oficialismo lograron que tengamos una pobreza demencial del 44% y que al mismo tiempo tengamos unas 40.000 personas muertas por coronavirus. Esto significa que salieron las dos cosas mal, ya que hubo fracaso económico y fracaso sanitario.
Para colmo, el presidente dijo que de la pobreza no se sale con planes, sino con empresarios que inviertan y den trabajo. El problema es que la Argentina no logra salir de la cultura asistencialista para poder de una buena vez generar trabajo. Entonces, cabe preguntarse: ¿Cuándo arrancamos? Porque hace 10 años que los planes sociales no paran de crecer, mientras que el empleo privado sigue estancado.
Lamentablemente, Argentina se convirtió en un país que te invita a no trabajar. Esta es la explicación de por qué Argentina hoy tiene un total de 33 millones de planes o beneficios sociales, mientras hace 10 años que el trabajo privado no crece. Por el contrario, lo que no paró de crecer en los últimos años es el empleo público y los ñoquis que pululan por cuanta administración nacional y provinciales existen.
