El partido de Atlético fue lo más cercano a una resurrección que se puede ver. No es un suceso al que estemos acostumbrados, todo lo contrario. Pero era una noche en la que pasarían cosas que pocos habían visto en esta temporada. Un equipo “decano” generando una situación de gol tras otra, presionando arriba, recuperando pelotas, marcando el ritmo de un partido y haciendo goles. Sí, en plural. Atlético revivió anoche con ese 2 a 1 y miles fueron testigos.
Los primeros minutos del duelo ante Talleres que tuvo en cancha a todos sus titulares (había especulaciones porque el lunes jugará por Copa Argentina y si avanza volvería a jugar el próximo viernes), bastaron para darse cuenta de que algo diferente estaba pasando.
Ni siquiera en sus otros dos triunfos (1-0 a Godoy Cruz y a Arsenal) se vio lo que se veía anoche y todavía no había terminado el primer tiempo. No por nada volvió a hacer al menos dos goles en un solo partido después de cinco meses (el 3-0 a River).
Los nombres propios de la resurrección de un equipo que había ganado dos de los últimos 10 partidos en la temporada fueron varios. Pero quizás el que más sintetiza la idea del renacimiento es el de Leandro Díaz.
El segundo semestre fue un verdadero padecimiento para él. Al menos hasta el partido de anoche. No solo no había hecho goles sino que no tenía situaciones de gol e incluso había llegado a perder su puesto. Ayer comandó esa nueva vibra que se notaba en el equipo y terminó recuperando varias pelotas en ataque. Esa presión que contagió a todo el equipo y de la que surgió uno de los dos goles del partido.
El otro llegó justamente de los pies Díaz, pescando un rebote tras un córner y un remate de Javier Toledo. Un Toledo que generó murmullos en las tribunas pero no se correspondían con su esfuerzo en cancha. Con algunos errores, el goleador del semestre “decano” (con solo dos goles pero goleador al fin), ayudó al equipo también.
Jugadores como Cristian Erbes y, sobre todo, Ariel Rojas, elevaron las posibilidades de Atlético con su nivel. El “Chino” jugó su mejor partido desde que llegó y dominó en el medio, impidiendo generar juego a los cordobeses. Ambos fueron parte fundamental para que el equipo no sufriera durante gran parte del partido. Si sufrió, fue en los últimos tres minutos de los seis que había descontado Nazareno Arasa (se le escapó un penal por agarrón de Marcelo Ortíz a Facundo Medina en el comienzo del segundo tiempo).
Por los costados, Augusto Lotti (hasta su salida por una lesión) también había perfeccionado sus proyecciones a la que ya nos tenía acostumbrados pero con mucho más orden ahora. Un orden del que justamente habló Díaz. “Nos ordenamos, veníamos jugando muy mal y desordenados y ahora nos ordenamos”, admitió tras el partido, haciendo un diagnóstico preciso. Algunos jugadores necesitaban aparecer y otros, simplemente ordenarse.
José Luis Fernández fue uno de los que apareció. Aún jugando mucho más atrás de lo que está habituado, cumplió con su labor y salvo la jugada del gol de Talleres en la que varios quedaron descolocados, no dejó espacio a la crítica.
Incluso hasta los cambios, ese momento del partido tan criticado de Ricardo Zielinski (a veces justa y otras veces injustamente) funcionaron a la perfección. Ramiro Carrera ingresó por Lotti y terminó haciendo el segundo gol que liquidó el partido. Lucas Melano, el segundo cambio, fue quien remató antes del rebote y el gol de Carrera.
Todo era tan redondo que parecía difícil de creer. Esos últimos minutos con la diferencia reducida a un gol lo hicieron un poco más creíble pero el resultado era un hecho. Atlético había ganado y de una manera en la que podemos decir que revivió a tiempo en una temporada que empezó bastante torcida.
Las dudas del final, ineludibles
Ganó y jugó bien, el combo perfecto
1- A Bustos no le resultó difícil entrar al área y marcar, tal como lo hizo Figal para Independiente.
2- Parece que ni aún jugando bien, al equipo le basta como para no sufrir. El gol del final asustó a todos.
3- Atlético se dio el gusto de jugar bien y finalmente volver a ganar en esta Superliga. Una alegría.