n plena campaña electoral, a pesar de que falten aún meses para los comicios presidenciales, el tema de la deuda vuelve a generar preocupación en el mercado financiero. La oratoria de algunos precandidatos (principalmente de la oposición) no es música para los oídos de los inversores.
La Argentina, que fue considerado un “defaulteador serial” por el mundo, podría volver a jugar con fuego. Si bien no se conocen los planes específicos, el kirchnerismo -con Cristina Fernández a la cabeza pero recientemente con varias definiciones que dejó Alberto Fernández- es el espacio político que más fogonea la idea de una reestructuración de la deuda.
¿Será amigable o unilateral? No se sabe. Pero las calificadoras de riesgo, es decir, los jugadores del mercado que le ponen nota a los bonos que emiten los países, están en alerta máxima por la posibilidad de que Argentina vuelva a incumplir con la deuda.
“Es difícil opinar sobre lo que se dice en campaña. Veremos qué hace el que gane. Pero sí, cualquier reestructuración de la deuda con los bonistas privados es un default. Bajo nuestra definición y la de ISDA (N.d.R: la agrupación que regula los seguros contra default en el mundo). En ese sentido, no sé si es lo que proponen o lo que tienen en mente. Claramente, reestructurar es hacer un default, pero veremos qué es lo que hacen”, afirmó en diálogo con iProfesional, Gabriel Torres, VP y senior credit officer de Moody’s.
El precandidado a presidente por el Frente de Todos, Alberto Fernández, habló varias veces de plantear algún compás de espera para los acreedores privados. Sabe que para extender los plazos de los vencimientos con el Fondo Monetario Internacional necesitaría comprometerse a una serie de reformas estructurales que no quiere afrontar. Tampoco se lo puede defaultear al Fondo. De ahí que la “variable de ajuste” sean los tenedores de bonos privados.
Recientemente, Fernández confeccionó un documento junto a Sergio Massa en el que se comprometen a trabajar en varios temas como fruto de la alianza que sellaron. En uno de ellos, hablan de un tratamiento para la deuda.
“La situación de violenta inestabilidad financiera, generada por el sobreendeudamiento, deberá abordarse a través de acuerdos amplios con los acreedores, en los que se contemple la necesidad de garantizar un proceso de crecimiento inclusivo como único recurso para poder afrontar los compromisos externos e internos”, explica la plataforma aprobada por Massa y Fernández.
El ahora precandidato junto a Cristina planteó que bajo su eventual mandato, no habría una “quita” de la deuda pero sí, tal vez, un “mecanismo de espera”. Se trataría de un cronograma por el cual se postergan los pagos de los vencimientos. Una negociación con los acreedores para lograr un período de gracia, durante el cual no se efectúan desembolsos.
Default selectivo, cierre de mercados
El problema es que si avanzan con ese plan, sea de la manera que sea, sería considerado un default de la deuda porque los bonistas no aceptarían eso. Y para las calificadoras, a pesar de que no se aplique una quita en el monto ni un alargamiento del plazo de pago, no cancelar vencimientos es hacerle una poda al “valor presente neto” del título en cuestión: y, eso se llama incumplir con una de las condiciones de los títulos emitidos.
Desde Fitch Ratings, otra de las grandes calificadoras del mercado internacional, contaron que por ahora no está en su escenario base que haya más adelante una renegociación con el sector privado. “El perfil de vencimientos con el sector privado no es muy oneroso, se puede afrontar”, dice a iProfesional, Todd Martínez, director de Fitch desde Nueva York.
Pero aclara que alguna modificación al pago de la deuda podría colocar al país en lo que se llama “default selectivo”. “Lo que proponen podría ser un caso de selective default”, acota de manera tajante.
Martínez aclara que eso sucedería si hubiera una renegociación de los bonos que no fuera bajo condiciones de estrés, cambio de moneda o bajar al valor presente neto. “Extender el plazo de los pagos sin compensación podría ser considerado un default selectivo. Pero por ahora son sólo rumores. No analizamos eso todavía”, remarca el director de Fitch.
A la manía del kirchnerismo con el tema de la deuda, también se sumó Roberto Lavagna. “Habría que subir la asignación universal por hijo con plata que salga de una renegociación de la deuda (con el Fondo)”, lanzó recientemente el exministro de Economía de Néstor Kirchner.
Para Torres de Moody’s, la cuestión del endeudamiento no es tan acuciante como se está instalando en el ámbito político. “Si ves los números de Argentina, la deuda aumentó pero fue por la caída del PBI en dólares. Si mirás los números no está tan mal. El tema clave es el acceso a los mercados. Puede venir un gobierno que más allá de tener acceso a los mercados prefiera no pagar o pagar menos. Eso es otra cosa”, advierte.
Moody’s dice que la clave va a ser lo que le diga al mercado. “El candidato que diga que va a reestructurar dudo que tenga acceso a los mercados. Quién va a querer prestarle a un candidato que te está diciendo que no va a querer pagar la deuda”, se pregunta Torres.
El especialista enfatiza que la clave es el crecimiento. Recuerda que en los últimos 40 años en la Argentina, 16 de ellos estuvo en recesión. “Esto va más allá de cualquier gobierno. Hay muchas causas, pero es un problema grave. Argentina no crece desde el 2011, crece uno y cae el otro”, afirma. Pero, más allá de eso, aclara: “El pago de la deuda no se debate en ningún otro lado”.
La brecha del 2020
Yendo a los números, según Fitch, las necesidades de financiamiento de la deuda soberana de aproximadamente u$s48.000 millones en 2019 (en gran parte, denominados en moneda extranjera) están cubiertas por desembolsos programados del FMI, prefinanciamiento y refinanciamiento de tenencias de deudas intrapúblicas y líneas de Repo.
No obstante, dice Martínez, se volverá a producir una brecha en 2020, a medida que se agoten los fondos del FMI. Calculan que el país tendrá que refinanciar una cantidad considerable de bonos nacionales en 2020, lo que podría facilitarse en parte por la gran participación (más de 40%) del sector público. Pero el pago de bonos externos serán cada vez más pesados a partir de 2021.
“Los riesgos de cubrir estas carencias podrían aumentar si el déficit fiscal o los resultados de las elecciones afectan el acceso al mercado”, advierte Martínez.
“Una victoria de Macri respaldaría la continuidad de las políticas y la confianza del mercado; sin embargo, las medidas de ajuste y las reformas necesarias podrían resultar aun más difíciles desde el punto de vista político que las ya promulgadas. El panorama sería más incierto si ganara un candidato de la oposición. Esto podría ser especialmente negativo si descartara los ajustes de las políticas o desencadenara una reacción negativa en el mercado que debilitara la estabilidad macroeconómica y el acceso al financiamiento”, afirman desde las oficinas de Fitch en Nueva York.
La intranquilidad con el tema de la deuda seguirá. La agencia tiene a la Argentina con perspectiva negativa en su nota. Eso es reflejo de un contexto macroeconómico frágil, así como riesgos para la sostenibilidad de la deuda soberana y flexibilidad financiera, factores que se amplifican por la incertidumbre que rodea a las próximas elecciones.
Esto, a pesar de que el programa stand-by arrangement (SBA, por sus siglas en inglés) del Fondo Monetario Internacional (FMI) permanece según lo previsto, lo que ayuda a mitigar los riesgos de financiamiento a corto plazo.
“Sin embargo, las perspectivas a mediano plazo para la consolidación fiscal y la recuperación del acceso al mercado, a medida que se agotan los fondos del FMI, siguen siendo inciertas. Los resultados de las elecciones que den lugar a alteraciones en las políticas o una reacción negativa del mercado suponen un importante riesgo de deterioro, pero los desafíos para el crecimiento, la estabilidad macroeconómica y la consolidación fiscal persistirían incluso si se evitase dicho escenario”, afirma Fitch.