El año arrancó con indicadores negativos en el rubro cárnico. De acuerdo a datos proporcionados por la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (DNCCA), en enero la faena de bovinos alcanzó 972.000 cabezas, 14% inferior a diciembre de 2021 y 10% respecto del promedio de los meses de enero de los años 2002-2021.
A su vez, la producción de carnes bovinas fue de 222.000 toneladas, lo que marca un retroceso interanual del 15%.
Al respecto, Mario Ravettino, presidente del Consorcio ABC, remarcó: “al considerar el número de días hábiles, si bien se atenúa la reducción, sigue siendo importante y sitúa a la faena de enero en una de las más bajas de los últimos años, con una brecha significativa si se la compara con los niveles verificados en 2019 -2020 (-15%). La faena cayó casi un millón de cabezas comparada con los doce meses acumulados a enero del año pasado”.
Mientras tanto, a este cóctel hay que sumarle un dato clave, el consumo por habitante por año se ubicó en el primer mes de 2022 en apenas 47,4 kg/año (tomando el promedio de los últimos doce meses) y resultó 3,5% inferior al promedio de un año atrás (-1,7 kg/hab/año).
En tanto, el consumo aparente de carne vacuna correspondiente a enero se ubicó en 40,8 kg/hab/año, teniendo en cuenta la faena y los números provisorios de exportaciones, un volumen 1,8% menor al de enero de 2021, según la estadística elaborada por la Cámara de la Industria y Comercio de carnes y derivados de Argentina (Ciccara).
En este marco, según explican desde la entidad frigorífica “el nivel de actividad de la industria frigorífica vacuna continuó siendo bajo, producto de la escasez de hacienda para enviar faena que se viene observando en el último año. Por un lado, influyó la menor zafra de terneros, a raíz de la liquidación de vientres que se verificó entre las primaveras de 2018 y 2020. Por el otro lado, la sequía 2020/2021 forzó un proceso de recría a campo que alargó el tiempo de engorde de los animales”.
Lo cierto es que el escenario podría complicarse aún más de cara a los próximos meses porque la sequía que continúa afectando a la Argentina y por ende a la producción ganadera. Los mayores costos de alimentación, por la falta de forrajes y el incremento del maíz, podrían ser un factor determinante para que los ganaderos opten por terminar animales más livianos y eso repercutiría directamente en el abastecimiento de carne en el mercado interno. Además, a raíz de los incendios que afectan a la provincia de Corrientes podría caer en 80.000 la cantidad de terneros producidos y bajar en unas 20.000 toneladas el suministro del producto.
En lo inmediato, en las últimas semanas se evidenció una leve suba de los precios de la hacienda en el mercado de Liniers, que de consolidarse en el tiempo podría derivar entonces en un incremento en los precios en las góndolas que sería de alrededor de $30 por kilo.
El gran interrogante es si el consumidor puede seguir convalidando subas en la carne vacuna que van más allá del promedio general de inflación, tal como sucedió durante el año pasado. La respuesta concreta es que por lo pronto, la caída en el consumo es un claro indicador que los argentinos están consumiendo menos carne vacuna y quizás están sumando a su dieta más pollo y cerdo que tienen valores bastante más bajos.