Resulta increíble que en un contexto de crisis sanitaria y recesión sin precedentes, el presidente se enoje con el periodismo, cuando le consultan acerca del quiebre en la relación con Cristina Kirchner. Las consecuencias están a la vista cuando ella avanza a pasos agigantados para terminar de cooptar a la Justicia y garantizarles la impunidad a sí misma y a los suyos. Y mientras él deja hacer a sus espaldas, lo que lo convertiría en cómplice.
Hace por lo menos un mes que el presidente no se habla con la vicepresidenta. La última vez que se mostraron juntos Alberto Fernández y Cristina Kirchner fue el 31 de agosto, hace casi 3 meses. ¿Por qué se le pregunta permanentemente por su relación con Cristina? No es capricho periodístico, esto se debe al hecho de que tenemos un caso excepcional donde la vicepresidenta tiene más poder real y simbólico que el propio presidente.
La pregunta que cabe realizarse es ¿Por qué se hablan lo justo y necesario? ¿Está dañada la relación? Es evidente que hay una serie de factores que incomodan o molestan a Cristina Kirchner, pero el verdadero problema es otro. Y es que el gran malestar de la vicepresidenta, es que Alberto Fernández no cumplió con su parte del trato. ¿Cuál era el trato? Yo te doy mis votos, vos llegás a Presidente y mis causas se terminan.
Ahora bien, la sociedad podría preguntarse también ¿Cuánto mejoró la situación judicial de Cristina Kirchner desde que llegó a la vicepresidencia? Menos de lo que ella imaginaba. Es más, el gran problema para ella es que mejoró más la situación judicial de los aliados y ex ministros que la de sí misma. Pero ¿Qué pasó mientras tanto con las causas de Cristina Kirchner? Siguen ahí, a la espera de definiciones.
Y es que en el fondo, Cristina podría estar defraudada, debido a que no fue absuelta como esperaba. Tal vez, su gran malestar es que esperaba que el presidente actúe como lo hacía cuando era su Jefe de Gabinete, es decir, como un gran operador judicial. Es por ello, que apura cuanto puede el intento de salirse con la suya por medio de cuanta artimaña se le ocurra, no en vano los últimos movimientos que viene realizando.
Sabido es que la reforma judicial difícilmente se apruebe en la Cámara de Diputados, debido a que el oficialismo no cuenta con los votos necesarios para cooptar definitivamente a la Justicia. Por lo tanto, se hizo imprescindible intentar remover al jefe de los fiscales y colocar en ese lugar a uno que el kirchnerismo pueda manejar fácilmente. Pero de esto no sólo es culpable Cristina Kirchner y sus secuaces más encolumnados.
El propio Alberto Fernández dejó hacer y ahora las consecuencias están a la orden del día. No en vano, la conocida degradación institucional que en muchas provincias puede observarse, no es más que el fiel reflejo de lo que sucede en la Nación. Actuar de este modo es no comprender que se trata de una coyuntura sumamente grave y que las consecuencias serán irreversibles para toda la sociedad, si permite que Cristina Kirchner se salga con la suya.