Cristina Kirchner y su hijo Máximo intensificaron en las últimas horas las maniobras para condicionar el acuerdo con el FMI que Fernández demoró hasta el último momento posible y que ahora quedó empantanado en el dramático cambio del escenario internacional que plantea la invasión rusa a Ucrania. En la Casa Rosada y el Ministerio de Economía quedaron paralizados cuando vieron publicado días atrás un borrador del memorando de entendimiento que negocia Martín Guzmán.
Un texto que desnuda la anatomía del ajuste en discusión y expone la candidez de quien pudiera haber creído que se había conseguido torcer el brazo a la burocracia ortodoxa de Washington. ¿Quién filtró esos papeles que dan crédito a la tesis de Máximo Kirchner de que Guzmán empuja a la Argentina hacia un programa recesivo y a una virtual intervención externa de la política económica?
Pocas dudas caben en el entorno presidencial de que el kirchnerismo duro lo usó como un misil para complicar el tramo final de la negociación. La discusión se trabó en el desacuerdo sobre los subsidios a la electricidad y el gas. Guzmán se comprometió a una suba de tarifas mayor al que los funcionarios que Cristina Kirchner puso en Energía tienen autorizado aprobar. El FMI pide 60% de aumento. Cristina dice 20%. Guzmán contraoferta 40%.
Alberto Fernández no pudo presentar la semana que termina el proyecto de ley que recoge el memorando de entendimiento con el FMI. Mantiene la fe de presentarlo antes del martes, cuando le toca dar el discurso ante la Asamblea Legislativa. La discusión es áspera. El reloj apremia. El 22 de marzo vencen 2800 millones de dólares del préstamo que firmó Mauricio Macri y no hay manera de pagarlos.
El directorio del Fondo tratará el tema solo si llega el proyecto aprobado por el Congreso. El kirchnerismo cerca a Alberto Fernández en el Parlamento. El gesto hostil de los senadores del Frente de Todos, que encabezó el formoseño José Mayans, sorprendió al Presidente. Cuesta interpretar sino como un mensaje de Cristina Kirchner la advertencia de que no adelantarán su postura sobre el acuerdo si el Gobierno no les entrega todos los detalles.
En la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner sigue sin blanquear cómo se va a parar en el debate. Ya escribió e hizo público su rechazo a la forma en que se negoció. Dejó en claro que, a su modo de ver, el sendero que eligió Guzmán lleva a un fracaso económico y a una derrota política. Germán Martínez, el presidente de bloque que reemplazó a Máximo tras el portazo que dio a finales de enero, no pudo cumplir aún la principal misión que le encomendaron.
Es decir, convencer al hijo de la vicepresidenta de que no vote en contra y que no milite el rechazo. Alberto Fernández se prodigó en gestos hacia La Cámpora la semana anterior. Indultó al ministro Wado de Pedro, con quien casi no hablaba desde que le renunció después de la derrota en las PASO. Se abrazó a Luana Volnovich, en la mira desde sus vacaciones en el Caribe. Y se preocupó por no complicar los movimientos de Máximo en el PJ bonaerense.
La cosecha dio frutos amargos. Los camporistas operan contra el acuerdo. La difusión del borrador vigente al 12 de febrero sirvió como combustible para la resistencia parlamentaria. Sobre todo, por la instalación de que se cocinaba una reforma jubilatoria. La organización de Máximo anunció que no participará el martes de la marcha en apoyo al Presidente ante su visita al Congreso. En cambio, sí estarán en la manifestación pro-Kicillof en La Plata.
En la Casa Rosada ansían tomar distancia del horror bélico. Les urge terminar la negociación con el Fondo Monetario, atravesar el trauma del Congreso con el menor costo interno posible y enfocarse en la reconstrucción política de cara a 2023. Alberto Fernández mantiene la fe en sostener unido al peronismo, pese a las señales evidentes de fractura. Ahí surge otro choque de interpretaciones.
Los Kirchner creen que el programa de la deuda agota las posibilidades del Frente de Todos de ganar las presidenciales, ya que no habrá margen para mejorar el salario real y el consumo, las dos variables que a su juicio derivaron en el fiasco electoral de 2021. En esa lógica anidan las fantasías de concentrar todas las energías en blindar el bastión bonaerense. Del otro lado, replican que solo se podrá pensar en ganar si se evita una crisis descontrolada.
Y se apuesta por fortalecer la coalición peronista. Alberto Fernández tendrá una oportunidad de oro de convencerlos en el discurso del martes ante la Asamblea Legislativa. Será un hito vital de su mandato, al que llega afectado por la distancia ostentosa que marca Cristina Kirchner. Las bombas en el este europeo no hicieron más que avivar el fuego de la batalla política a la que lo somete quien lo propuso para presidir la Argentina.