A horas de que se decrete una cuarentena más dura en el ámbito del AMBA, los empresarios se toparon con la mala noticia de que el Gobierno no hará nada por ayudarlos a pagar los aguinaldos a los que tendrán que hacer frente. Lo comunicó el Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, a todos los hombres de negocios con los que habló. Y hasta el jefe de Gabinete se lo adelantó a los gobernadores provinciales.
Pero, una vez más, el Estado se sale con la suya invocando el viejo apotegma de haz lo que yo digo y no lo que yo hago. Esto se debe a que el Gobierno nacional anunció que abonará el aguinaldo en cuotas, las mismas que no permite a las empresas, las cuales están al borde de la quiebra en más de un caso a causa de la pandemia, primero, y en segundo lugar de la cuarentena ineficiente y extensa que aplicó desde el mes de marzo.
Desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) se le pidió a la mano derecha de Alberto Fernández que a las Pymes se las ayude con un subsidio para afrontar el 100% del pago del aguinaldo por medio de instrumentos como el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Pero para eso el Estado no está presente, y no son pocos los rumores que se tejen alrededor de esta postura.
Y es que desde el sector empresario se teme que lo de Vicentin sea un ejemplo testigo de que parte del kirchnerismo le gustaría intervenir en empresas que estén en problemas por los efectos recesivos de la pandemia. Y colocar un representante estatal en cada compañía en una suerte de nacionalización de facto. Por eso es que hay empresas que desistieron de continuar cobrando los ATP, por citar un ejemplo.
En su momento, el Gobierno se mostró convencido de que poner dinero en el bolsillo de la gente era contribuir a dinamizar el consumo interno, condición imprescindible para la recuperación económica y social que sobrevendrá a la pandemia. Pero rápidamente olvidó esa prédica y ahora las Pymes deberán hacer frente como puedan a sus obligaciones cuando la recesión económica pega más fuerte que nunca a raíz de la pandemia.
Pero el Estado está ausente de lugares en los que no debería faltar. Como es el caso de las entidades bancarias para que éstas otorguen créditos blandos a las pymes para financiar el medio aguinaldo. O no alentando que sindicatos intransigentes endurezcan sus posiciones en un momento donde el sacrificio colectivo no les resulta ajeno a ningún empresario, ni ninguna compañía, sea grande o pequeña. Una reciente encuesta daba cuenta de que más de la mitad de las distintas firmas no podrá hacer frente al compromiso de abonar el aguinaldo en tan solo un pago. Este es el momento en el que el estado debe demostrar que puede intervenir de manera eficiente en pos de ayudar a paliar la difícil situación que atraviesan las empresas. Y dejar de jugar a ser un actor al que sólo le interesa hacer leña del árbol caído y presentarse cuando ya es tarde.
