Hoy, seguramente, será uno de los días del trabajador más tristes en mucho tiempo. Es que la mezcla del desastre sanitario y económico, sumado a un pésimo gobierno, llevó el porcentaje de desocupados al 11%. Ese es solo un porcentaje, pero estamos hablando de 2.100.000 compatriotas que están sin trabajo. Son argentinos castigados que sufren como nadie. Es la cifra más alta de los últimos 16 años.
Estamos ante una verdadera tragedia social y todavía no sabemos hasta dónde pueden llegar sus consecuencias. Por eso decimos que este día del Trabajador, no va a haber mucho para festejar. Porque, además, otro problema lo constituyen los jerarcas sindicales que, en lugar de defender el mayor trabajo posible para más gente, sólo se dedican a cuidar su quintita, cuando no también a enriquecerse ilícitamente.
En lugar de ponerse al servicio de conservar el mayor trabajo y productividad posible, los gremialistas se pusieron al servicio del Gobierno de los Fernández. Música para los oídos del cristinismo. Es necesario recordarles que el trabajo dignifica. El trabajo y el amor son los dos motores que mueven el mundo. Nuestra vida y la de nuestra familia gira alrededor del trabajo. Es lo que nos permite crecer y multiplicarnos.
Pero en Argentina, la situación del laburante es desesperante, sobre todo, para aquellos que están en negro, con sueldos destrozados por la inflación que asciende por el ascensor y con paritarias que desde hace rato suben por las escaleras. Y como si todo eso fuera poco, el país cuenta con un gobierno ausente para el que trabaja, o que solo aparece cuando de cobrar impuestos se trata por servicios que no funcionan.
Una presión impositiva, tarifas a las que el kirchnerismo da luz verde para que aumenten una y otra vez, y con precios de los alimentos que vuelan, en este 1° de mayo los trabajadores no podrán tener ni un asado, ni un locro digno en sus mesas. Una estructura productiva destrozada y una realidad laboral lamentable, no puede hacer más que entristecer a cada trabajador de la Argentina, sobre todo, a quienes menos ganan y no pueden acceder a las necesidades mínimas.
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El trabajo condensa aspectos esenciales de la condición humana, en el trabajo aprendemos, en el trabajo colaboramos, en el trabajo creamos, en el trabajo competimos, en el trabajo debemos disciplinarnos, en el trabajo desplegamos muchas de nuestras capacidades y se nos hacen patentes nuestras limitaciones. Por eso es necesario recrear una sociedad con trabajo digno para todos.
Argentina ha tratado durante demasiado tiempo de gestionar las situaciones complejas dilatando respuestas, buscando en los manuales viejos o imponiéndole al que piensa distinto un criterio rector. Los tres caminos conducen a la frustración. La post-pandemia debe ser el momento de un gran dialogo laboral argentino, no se puede dilatar más la esperanza de que recién en el 2022 los trabajadores tengan algo que festejar.