Rodolfo Nicolás Beltrán tenía 20 años y era el menor de varios hermanos que el viernes a la tarde compartían bebidas en familia en su casa del barrio Alejandro Heredia.
Alrededor de las 16, el joven salió de compras en su moto, pero no pudo llegar muy lejos. A sólo un par de cuadras fue baleado por desconocidos. Uno de los proyectiles disparados le perforó el pecho.
Sus hermanas lo encontraron ensangrentado e inconsciente, por lo que una de ellas decidió cargarlo en la moto de una amiga y trasladarlo hasta el hospital Padilla.
Pero cuando llegaron a la guardia del nosocomio, Rodolfo ya había fallecido, por lo que la presencia casi inmediata de un numeroso grupo de familiares en las puertas del hospital, se convirtió en una tensa escena de dolor y llanto.
El comisario Juan Ibáñez, segundo jefe interino de la Unidad Regional Capital, describió el barrio como una zona roja, en la que el trabajo policial se complica hasta para ejercer tareas de prevención